Revista digital de Artes escénicas -Año 12º-

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Magda Labarga nos comenta la «vida teatral» en la ciudad de Bogotá.

Bogotá, 6 de julio de 2012.- Llegué a esta ciudad situada a 2.600 metros de altura el 25 del mes pasado. Para trabajar. Estaré aquí un tiempo. Llevo ya once días. Se supone que el cuerpo tarda en aclimatarse un día por cada hora de vuelo y fueron once, así que ya debo estar aclimatada. He comenzado a trabajar ya. Ensayo “Selva” de Ulpiano Ruiz-Rivas, una especie de fantasmagoría con “El libro de la selva” de Kipling de fondo. Un trabajo para adultos (se hace necesaria la precisión si menciono “El libro de la selva”), interesante y arriesgado. Eso creo, al menos. Hemos comenzado a ensayar en La Casa del Teatro, una antigua sinagoga (eso me fascina) que Fanny Mickey compró para convertirla en espacio de investigación y exhibición. Trabajando aquí he conocido el impresionante legado de esta mujer de teatro. Tres teatros, una Fundación y un Festival. Nada más y nada menos. Los teatros: El Teatro Nacional la Castellana, el Teatro Fanny Mickey y La Casa del Teatro Nacional (donde estoy ensayando). La Fundación Teatro Nacional que creó en 1981 dirige los tres teatros y tiene proyecto pedagógico. Y el Festival es el Iberoamericano de Bogotá, un gran evento, bienal, que agita y estimula la vida cultural de la ciudad. Si quieren saber más cosas entren en la página web de la Fundación http://www.teatronacional.com.co

En estos once días he ido dos veces al teatro. La primera me permitió conocer otro curioso espacio, Casa Esamble, una especie de multisalas de teatro, también con proyecto pedagógico, que dirige Alejandra Borrero.

Casa Esamble. Imagen de la web www.casaensamble.com

Casa Esamble se aloja en una casa construida en 1958 y apodada “La Casa del Millón” (1600 metros de construcción explican el apodo), un edifico emblemático con influencias de Le Corbusier, reformado en 2008 para convertirse en un espacio dedicado a las artes escénicas: cuatro salas de diferentes tamaños y aforos con programación estable. Allí vi un espectáculo de humor “No te escupo a la cara (Porque la vida lo hará mejor que yo)” dirigida por Carolina Mejía y Mario Escobar, que con el clown como “música de fondo” pone en escena monólogos en torno al despecho. Una obra para reír que conecta de manera inmediata con el público. Me cautivaron tres números. Me gustaría saber el nombre de las tres actrices y el actor que los protagonizan para poder contaros las cosas con nombre y apellidos, como debe ser. Estaban maravillosos. Pero no lo sé y el programa de mano tiene sólo una lista de nombres. Si los averiguo, cuento más cosas otro día.

 

Ayer, jueves 5, ví en La Casa del Teatro el preestreno de “Las 7 vidas del gato” del grupo La Gata Cirko. Una propuesta de nuevo circo y cabaret, de estética vintage. Ligereza y humor, algunos números muy seductores, una primera parte más flojita que la segunda. Un trabajo muy interesante.

 

He disfrutado mucho viendo los diferentes tipos de público asistente: la clase media más o menos acomodada, de treinta en adelante, que ví en Casa Ensamble, por un lado. Y por otro, el público “de la profesión” y gente de circo, mucho veinteañero, que asistió al preestreno de “Las 7 vidas del gato”. Me han encantado los espacios. Los lugares y la gente que los habita o transita atrapan mi atención. Quizá es que mi mirada, en un lugar nuevo, extraño, se dirige a otros lados. Los gestos más cotidianos se me presentan con cara de novedad. Sabores desconocidos, nombres distintos para las cosas… Será por eso que mi curiosidad ahora está sobre todo atenta al latido de la ciudad. Me muevo a pie entre el barrio de Galerías, donde vivo, y el barrio de La Soledad, donde están los dos teatros. Un día veo un arcoiris gordito que se tiende entre dos edificios de una misma calle, otro escucho a un padre regañando a su hija “¡Clara Fernanda, hágame caso!”. Voy aprendiendo Bogotá. Trato de entender este sitio donde estoy, de orientarme en esta ciudad de aceras destartaladas, cuyas vías, las calles y las carreras, están numeradas (no tienen nombre). Esta ciudad cuyo espacio organiza la montaña de la que se desploma como en cascada. Casas y más casas, ciudad y más ciudad hasta donde la vista alcanza.

Magda Labarga