Jordi Milán nos habla de su larga trayectoria al frente de La Cubana
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…
Yo nací en Sitges. Hice teatro de aficionados desde pequeño. El teatro fue desde siempre mi hobby. En Cataluña había una tradición muy arraigada de hacer teatro. Todos los pueblos, por pequeños que fueran, tenían su propio teatro. Mucha gente, dos o tres días a la semana y después de cenar se iba a ensayar un espectáculo a un centro cultural, parroquial ó una sociedad recreativa que tuviera teatro. Hacíamos espectáculos que en la mayoría de ocasiones solo se representaban una sola vez.
¿Tus proyectos en La Cubana los has compatibilizado con otros trabajos?…
Durante la primera época sí, aunque no mucho. Yo era diseñador de interiores. Mi profesión me gustaba tanto como mi hobby. Cuando decidimos tirar adelante con La Cubana, nadie se planteó que sería lo que luego ha sido. El hecho de poder mostrar por todo el país un trabajo que habíamos hecho con muchas ganas (Cubana´s Delikatessen) no nos dejó pensar mucho. Nos liamos la manta a la cabeza, y nos lo plateamos como un juego, como una gamberrada de un verano. No fue así, aquel juego duró más de un verano. Teníamos mucho éxito, pero la precariedad no daba para vivir. Cuando no había bolos lo compaginábamos con nuestros antiguos trabajos. Sólo fue durante una época y muy intermitentemente. Fue a partir del año 88 con “Cubanadas a la carta” que el interiorismo quedó olvidado y me dediqué exclusivamente al teatro.
¿Qué balance harías sobre la larga trayectoria de La Cubana?…
Cierto es que 33 años son muchos años, pero a mí se me han pasado volando, muy rápido. No sé si eso es bueno o malo pero tengo la sensación que todo pasó “antes de ayer”. En resumen, una gran satisfacción de haber hecho lo que me ha dado la gana. Lo que he querido: Teatro. Eso sí, con mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucha dedicación. Estoy contento de no haber pensado nunca en lo arriesgado del proyecto, sino en las ganas de hacerlo y la ilusión de llevarlo a cabo. Cierto es que han cambiado muchas cosas, pero la filosofía sigue siendo la misma.
Por La Cubana ha pasado mucha gente, que después, al dejarla, se han abierto camino individualmente convirtiéndose en grandes profesionales que además de interpretar han aprendido un oficio. No me gusta que se diga que La Cubana es una escuela, porque nunca existió la pretensión de serlo. La Cubana existe gracias a todas estas personas que con su amor al teatro y también gracias al favor del público que realmente ha sido quien nos ha subvencionado y ha hecho de mecenas.
¿Qué diferencia hay para ti del teatro que se hacía en tus principios al que se hace hoy en día?…
El teatro es teatro y no creo haya diferencia en treinta y pico de años. En lo que sí hay diferencias es en las épocas. En este país a finales de los 70 y principios de los 80, estábamos saliendo de una época “un tanto especial”. No sabíamos de casi nada, pero teníamos ganar de salir adelante, dejándonos llevar por los impulsos, la ilusión, la intuición, y sin pensar mucho en las consecuencias. Teníamos ganas de salir a la calle y ventilarnos. Abrir los balcones de par en par, para que el aire circulara. Muchas ganas de jugar, de hacer barbaridades con pocos medios. Las circunstancias del país ayudaban a motivarte, a pervertirte, a volverte “loco”. La “locura” es buena para el teatro. Actualmente, la gente joven está mucho más preparada que nosotros, tienen más imaginación, más ideas, más conocimiento, pero a diferencia de nuestra época nadie les ayuda a motivarse, a pervertirse, falta locura, riesgo.
¿Cómo surgen las ideas de los proyectos que pones en marcha?…
Surgen, simplemente. Casi sin esfuerzo. Vas por la calle, ves una cosa, te impresiona y la archivas en el coco… algún día saldrá. Un creador es como una esponja que va “absorbiendo” por la vida, sin ser consciente de ello. Eso después va a parar al almacén y cuando llega el momento, sin proponértelo, sale.
¿Ha sido importante tener unos colaboradores habituales en los equipos artísticos y técnicos?…
Sí, es importante. Desde nuestros inicios hemos trabajado casi siempre con los mismos creativos. Después de tantos años es importante la complicidad. Sólo con un gesto o una sonrisa, sabes de qué estamos hablando.
¿Cómo surge Campanadas de boda?…¿Háblanos de la obra?…
“Campanadas de boda” es una vieja idea que se había quedado en un cajón. Yo tenía ganas de hacer otra cosa, pero por circunstancias no la pude llegar a hacer. Al tener que estrenar algo nuevo, desempolvé esta vieja idea, la puse al día, se la propuse a mis compañeros y decidimos tirarla adelante. ¿Cómo surgió la idea? Muy sencillo: ¿Quién no ha ido a una boda? Desde siempre una boda es un gran espectáculo de teatro. Preparar una boda, es como preparar una gran función de teatro. Es como cuando en nuestra época amateur preparábamos un espectáculo. Ensayábamos durante un año para representarlo un solo día. Una boda es igual.
¿Quién no ha vivido en su familia la preparación de una boda? Han pasado los años, han cambiado las cosas, nos hemos modernizado, pero todos continuamos haciendo lo mismo. Seguimos un guión que todos sabemos interpretar de memoria.
“Campanadas de Boda” explica la historia de una familia trabajadora pero acomodada, propietarios de una de las floristerías más conocidas de la ciudad, “ Floristería Las Catalanas”, que prepara la boda de su hija, aficionada al teatro, con un actor profesional en la India muy conocido y famoso en Bollywood. Es un espectáculo, con muchas risas, mucho color, mucha música, canciones, sorpresas y como no, participación. Nosotros para definirlo de alguna forma, decimos que es “una comedia-vodevil-costumbrista”.
¿Qué proyectos tienes entre manos?…
Proyectos muchos. De momento vamos a terminar de explotar estas “Campanadas de Boda” de las que estamos muy contentos y aún tienen recorrido. Ya veremos lo que ocurre luego. Por descontado que me gustaría continuar haciendo lo mismo que hemos estado haciendo durante estos 33 años: Teatro.
¿Hay algún proyecto que nunca pudiste realizar y te gustaría?…
Muchos, pero ahí están. Algún día los desempolvaremos y como “Campanadas” los sacaremos del cajón.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Mal, muy mal… Sólo hace falta ver las estadísticas de ocupación de lo teatros. No se entiende que se haya gravado de esta forma tan bestia la cultura. Yo al principio creí que era una equivocación. Que se rectificaría rápidamente, porque rectificar es de sabios, pero por lo que se ve la sabiduría brilla por su ausencia.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
Con esta pregunta me dejas “frito”. Me doy cuenta que últimamente no he visto nada. La gira no me ha dejado estar al día en cuanto a novedades. Déjame pensar… En Bilbao vi un espectáculo de cabaret de “Las Fellini” que me gustó mucho por su frescura.
¿Alguna sugerencia para seguir creando y haciendo teatro en tiempos de crisis?…
Ante todo dejarse llevar. Utilizar el esfuerzo y la constancia como base principal de trabajo, la imaginación contra el dinero, la ilusión contra los problemas, el riesgo contra la comodidad y la “locura” contra el miedo.








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