Pablo Remón nos habla de su visión sobre la escena
¿Cómo surge el proyecto La abducción de Luis Guzmán? ¿Cómo ha sido el trabajo con el equipo creativo?…
Surge del deseo de construir una obra de teatro partiendo del trabajo con actores. Queríamos hacer algo de texto, pero donde los actores estuvieran muy presentes desde el principio. Los personajes se construyeron con los actores, y para estos actores en concreto.
Trabajamos con improvisaciones. Había un deseo claro de explorar, de crear situaciones que después quedaron grabadas. Registramos todas esas improvisaciones en audio. A partir de esos audios yo escribí la obra. Después ensayamos ya el texto fijado.
¿Cómo ha sido el proceso del texto a la puesta en escena?¿Ha cambiado tu visión del texto a partir de la lectura hecha en la puesta en escena?…
Una vez que el texto estuvo cerrado ensayamos, y ajustamos algunas partes. Hubo ligeros retoques y algunos cortes. No demasiado, porque el proceso de exploración ya estaba hecho; se trataba de ajustarlo al espacio y a la puesta en escena.
Mi visión del texto no ha cambiado demasiado; al crear el texto partiendo de estas improvisaciones tenía una visión muy concreta de cómo iba a ser el montaje. Si alguna otra persona montara La abducción, estoy seguro de que cambiaría más.
¿Hiciste algún tipo de búsqueda o documentación sobre el tema antes de empezar a escribir?…
Mientras me peleaba con la obra di, casi por casualidad, con la historia del Voyager 1 y del Voyager 2, dos sondas robóticas enviadas al espacio en 1977, a los pocos meses de que yo naciera. Me impactó el hecho de que llevaran flotando en el cosmos el mismo tiempo, más o menos, que llevo yo en la Tierra. Su misión es localizar y estudiar los últimos límites del Sistema Solar, lo que suena a misión suicida. Hace unos años estaba ya a 14 mil millones de kilómetros de aquí. A mí, que algo que hemos hecho los humanos esté a esa distancia, me sobrecoge bastante.
En esas sondas hay algo de llamada de auxilio, de socorro, de mensaje enviado en una botella, que me parecía que era muy parecido a la historia que estábamos contando, a Luis hablando a unos oyentes imaginarios desde su salón, con una grabadora vieja.
¿Es importante tener unos colaboradores habituales en el equipo artístico y técnico?
Claro. En este caso, los actores (Emilio Tomé, Ana Alonso, Francisco Reyes) se implicaron en el proyecto tanto y de una manera tan generosa que siento que la obra es algo que hemos creado entre todos. Lo mismo puedo decir de Ikerne Giménez, Edu Vizuete, Silvia Herreros y Mar López, el resto del equipo. Todos han sido muy comprensivos con mi falta de experiencia en el teatro, que he tratado de suplir con entusiasmo. Desde aquí les agradezco su trabajo y su confianza.
Opinas como algunos autores que no hay que publicar un texto hasta verlo estrenado…
No. Una cosa es la obra y otra cosa es el montaje de la obra, que para mí es una interpretación y una lectura activa de la obra. La abducción de Luis Guzmán va a publicarse en breve y es algo que me alegra muchísimo; creo que es un objeto distinto de la función. Yo he disfrutado mucho leyendo literatura dramática, sin tener necesidad de ver esas obras montadas.
¿Qué sentido ha de tener el teatro hoy?…
Supongo que el mismo que ha tenido siempre; que pongamos en común aquellas cosas que nos emocionan, nos perturban, nos hacen reír, nos sobrecogen. Aquellas cosas de las que no se puede hablar más de manera lateral, a través de los personajes y las historias.







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