Eduardo Gilio nos habla de sus experiencias en el teatro…
Balance de tu trayectoria…
En estos 33 años de trabajo continuo, que empezó en 1980 en la época de la dictadura en Argentina, se sostuvo a pesar de ella, siguió ya en democracia y atravesó las más difíciles crisis sociales y económicas, puedo sentir que nuestro Teatro Acción ha podido mantenerse en vida, siempre trabajando y encontrando la manera más creativa de ir hacia adelante, a pesar de las vicisitudes y las dificultades de las épocas.
¿Cómo surge el proyecto que presentas en la sala El Montacargas? ¿De qué va la obra?…
Cuando Verónica Vélez, actriz y alumna mía desde 1988, estaba por cumplir 20 años en nuestro grupo, le propuse volver a hacer las escenas más contundentes de cada espectáculo en los que actuó y contar en qué piensa cuando crea y actúa. Cómo pasa de la inspiración a la acción y cómo concibió cada personaje.
La obra es un recorrido por el camino de su vida creativa, convirtiéndose en escena de un personaje a otro dejando ver el pasaje de mujer a actriz y de actriz a personaje, la relación aprendiz-maestro, actriz-director. Mientras nos presenta los fragmentos más significativos de los espectáculos que hemos hecho juntos, Verónica cambia de presencias, voces y vestuario en escena. Nos cuenta cómo crea, develando sus secretos artísticos y de su vida creativa. El resultado, en mi visión, es una historia de vida, de teatro y de arte, que invita a creer en los propios sueños y a trabajar para alcanzarlos.
¿Cómo fue el proceso dramatúrgico y de montaje del espectáculo?..
Partimos de volver a hacer y analizar cada uno de los espectáculos, aún los más lejanos en el tiempo. Elegimos cada uno las escenas que más nos interesaba volver a mostrar, lo que fue notable, porque en casi todas los dos coincidíamos. Paralelamente le pedí a Verónica que escriba sus experiencias antes, durante y después de cada obra. Lo que obtuvo fueron muchísimas páginas escritas llenas de anécdotas. El resultado fue una gran cantidad de material…demasiado, claro.
Me toca a mí, siempre como autor y director transformar todo el material en un espectáculo que funcione.
En mi libro Laberintos 1, escribí:

“Vivo el proceso creativo como la construcción de un desorden.
Un desorden que no es confusión sino una desorientación voluntaria.
Tengo que encontrar el justo lugar para los materiales sin matarlos, dándoles una vida nueva y distinta.
Tengo que quebrar las uniones obvias. Deshacer los nudos, soltar los lazos, derrumbar lo establecido. Buscar lo inesperado.
Construir y destruir son las dos acciones que se alternan dinámicamente durante el proceso creativo. Para que algo nazca algo debe morir.
También la forma de destruir debe ser un arte. Hay que hacer magia hasta para crear la destrucción, y la única magia que conozco es la de la precisión y la eficacia.
Hay continuamente en nuestro trabajo una alternancia entre azar y técnica. Entre dejarse ir y controlarse. Entre espontaneidad y estructura fija. Entre esos extremos ocurre la vida.
Los opuestos se suceden y crean la tensión necesaria para que las relaciones permanezcan vivas. De la estructura total del montaje salto a trabajar en un detalle y de éste voy a la búsqueda de un material que no había sido utilizado o que había sido desechado. Es esencial saber qué debe permanecer y qué debe ser dejado a un lado.
Como en todo el proceso creativo y aún más allá del teatro, el talento consiste en saber elegir”.
¿Que te motiva o inspira para realizar proyectos que mostrar en vivo?…
Sueño con las mismas cosas que soñaba a los diecinueve años. Y sigo haciendo teatro con y para esos jóvenes que todavía tienen la posibilidad de construir una vida distinta.
El teatro debe cambiar nuestras vidas, ese es nuestro desafío. Debemos contaminar la vida con nuestro teatro.
El teatro debe ser nuestro medio para poder incidir en la realidad que nos rodea.
Alguna idea para seguir creando en tiempos de crisis…
Algunas cosas que considero indispensables: Primero formarse, buscar siempre la excelencia.
El trabajo duro, siempre ha distinguido a nuestro grupo: el estar siempre en acción y hacer lo que se precisa hacer, nos ha ayudado y nos ayuda muchísimo. Y esencialmente la autogestión: Hacer todas las tareas posibles, desde las creativas hasta las de gestión. Trabajar con pasión y nunca bajar los brazos, aún en los momentos más adversos. Y saber profundamente cuál es el sentido de lo que hacemos.









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