La Balsa de Medusa en la sala II del Centro de Arte Fernán Gómez
La propuesta que podremos ver hasta el día 20 de septiembre en el Fernán Gómez es portadora de un mensaje valioso, en cuanto muestra al espectador de una manera intensa la delgadez de las paredes de nuestro mundo, no más resistentes que ese papel que juega un rol simbólico importante en el montaje dirigido por Manu Báñez con dramaturgia de Antonio Escribano. La premisa de inicio de la historia será familiar a los cinéfilos: un grupo de burgueses que celebra una fiesta descubre que, por alguna poderosa -y desconocida- razón, no puede salir de la habitación en que se encuentran. Efectivamente: es un acercamiento efectivo y lúcido a El Ángel Exterminador, la película que Luis Buñuel dirigiera en 1962.
El elenco cumple con creces. Se puede suponer que Marcial Álvarez está inmenso en su papel de anfitrión de esta fiesta surrealista, pero también realiza una interpretación completa y meritoria Mélida Molina, sin desmerecer al resto del reparto. La propuesta está bien entramada y dirigida, y resulta un espectáculo que remueve por dentro y es efectivo en la intención de recordar lo cerca que están la celebración del caos y el orden de la barbarie. La Balsa de Medusa es un montaje más que sugerente y una recomendación, entre otras cosas porque todo ciudadano necesita ser recordado de vez en cuando, de manera cercana, como la del teatro, que el hombre, tan refinado, tan sociabilizado, tan educado, no está más que a unas cuantas comidas de convertirse en el animal más cruel y primitivo.
Rafael Ruiz Pleguezuelos

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