Banquete ético en el Festival de Otoño
De un tiempo a esta parte, el Festival de Otoño está realizando una tarea importante para la creación contemporánea de este país y es, incorporar a su programación las últimas producciones o trabajos de revisión de la trayectoria de compañías o creadores que han sido fundamentales en el último cuarto de siglo en un territorio áspero que nunca ha mirado ni respetado lo que se ha desarrollado aquí y que, las nuevas generaciones, tienen otros intereses gracias a ver que hubo quien no cayó en lo fácil ni lo convencional. Este año Sara Molina y El Canto de la Cabra son parte de este programa y sobre todo…Matarile Teatro/Ana Vallés. Tres propuestas se van a poder disfrutar a lo largo del Festival. Tres aristas éticas para conocer más a fondo las razones y el sentido de transitar por el filo de la navaja como funambulistas sin limites durante varias décadas. No ha sido un obstáculo no crear en Madrid si no en la periferia, no ha sido un obstáculo mantenerse firmes ante su visión del arte, no ha sido un obstáculo negar la tentación del éxito y la frivolidad…Ha sido difícil y complicado apostar por su idea del teatro, y ahí están, más fuertes que nunca, con el discurso más potente y firme. Los que hemos visto muchos de sus espectáculos a lo largo de estos años, podemos ver la evolución no solo técnica si no también de contenidos. No hace falta lanzar gritos al aire, es suficiente con susurrar el vacío del presente de nuestra sociedad. En Los limones, la nieve y todo lo demás hay una necesidad de expresar la dificultad de establecer un diálogo entre «materias» diferentes. En DAIMON y la jodida lógica asistimos a un banquete salvaje donde todo es deliciosamente brutal. Una experiencia importante la coincidencia de estos tres trabajos para conocer no solo su trayectoria de esta Compañía si no también, tomar conciencia de en qué país y tiempo nos ha tocado darle lugar a la cultura.
Adolfo Simón


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