Diario de una crucifixión de L’EXPLOSE en Madrid en Danza
No solo hay referencia a Bacon en esta propuesta, en ese tránsito que hace el performer de la realidad a un estado casi místico, trascendente, también vemos el eco de Louise Bourgeois en esa celda que encontramos en medio del escenario y que contiene el sillón y el fantasma religioso. El intérprete acude a proscenio para despojarse de sus ropas actuales e introducirse a continuación en el cubículo de cristal donde mutará en ser religioso al ponerse la indumentaria pertinente. A partir de aquí, tras verbalizar palabras inaudibles entra en trance y nos lleva a un universo poético de terror donde el cuerpo se convierte en una masa que evoluciona y se transforma ante nuestros ojos. Al final, el sudor es depositado en un tubo que queda expuesto al público. Y se cierra el círculo del ritual.
Adolfo Simón


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