Revista digital de Artes escénicas -Año 12º-

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Gustavo Galindo y Mamen Camacho: ¡Hemos venido a jugar!

real¿Cómo surge la obra presentada en La Pensión de las Pulgas?.
G- No fue fruto de una búsqueda consciente, si me pongo interesante diría que
este montaje me eligió a mí y no al revés. Primero me llegó “Los cabellos de
Absalón” de Calderón, y no daba crédito a la potencia que tenía el texto.
Recuerdo la cara de Mamen cuando leímos juntos una de las escenas
principales que pasa de ser encantadora a terrorífica, ahí supe que teníamos
algo gordo entre manos. Se lo pasé a mi socio Iván Luís y decidimos montarlo.
Esta primera obra me llevó a “La venganza de Tamar”, de Tirso de Molina, las
dos tratan acerca de la familia del rey David y sus hijos .
Planteando hacerlo viable a instancias de producción, decidimos fusionar
ambas obras y centrar las tramas en el ámbito doméstico de la familia. Toda la
acción sucede dentro de una casa.
Aunque el espectáculo se planteó y estrenó para
un escenario a la italiana el espacio de La pensión de las pulgas nos viene que
ni pintado.

¿Hubo ocasión durante el proceso para que aportasen ideas el resto del
equipo en la puesta en escena?.
M- Apareció como por arte de magia el proyecto Ensayando un clásico
organizado por el festival de Almagro y justo el año pasado era sobre las
Mujeres en Tirso de Molina. Nos permitía hablar y dejarnos aconsejar, y nos
proporcionaba un espacio de ensayo durante un tiempo. Esto hizo que la idea
se pudiera materializar y comenzara a rodar.
G- Cada responsable de los distintos departamentos <vestuario, iluminación, escenografía, etc.> iba lanzando propuestas, asesoradas por reconocidos
profesionales, y desde dirección se iban encauzando. Y de ahí surgió una gran
cantidad de trabajo previo a los ensayos. Luego con los actores las cosas
toman forma de verdad y muchas ideas caen y surgen otras.

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¿Cómo ha sido el trabajo con ellos?
M- El texto estaba cerrado por Gustavo y la línea de dirección bastante hablada
entre nosotros, pero el proceso de ensayos ha sido relajado y extendido en el
tiempo, hemos montado escenas que luego han variado completamente. En el
largo periodo, todos hemos tenido el hueco para proporcionar nuestras
herramientas e ideas.
G- Sí, ha habido de todo, momentos fructíferos, momentos de tensión, mucha
complicidad, algún susto… Pero todos y cada uno de ellos han alimentado y
enriquecido el montaje que ahora compartimos con el público.

¿Hay algún referente técnico o artístico del que se ha partido para crear este
espectáculo?
M- ¡La función está llena de referentes! Ya he comentado que ha sido un
proceso larguísimo. Pues podría equiparar las horas de ensayos a las previas en
las que Gustavo y yo hemos hablado, y hablado, y hablado, y relacionado
películas, signos religiosos, música, escritos, imágenes… A los dos nos encanta
el cine, y la obra fotografía la historia de una familia que se desmorona, así que
no es muy difícil comenzar <además de por los relatos bíblicos> por referentes
tipo “El padrino”, “El violinista en el tejado”…
G- …o la trilogía “Nacional” de Berlanga, “Celebración” de Thomas Vinterberg y
“El desencanto” ; en
la pintura el cuadro “Iván el terrible” de Illia Repin; “Cien años de soledad” e
incluso canciones de Serrat y Sabina, las de nuestros padres.
En cuanto al proceso de dirección el trabajo de Declan Donnellan es siempre
muy inspirador. Pero también hay referencias en la puesta en escena a
Lubitsch, Hitchcock… Y mucho de las neurosis familiares de cada uno.

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¿Por qué haces teatro?…
M- Supongo que es una mezcla de curiosidad, atracción y asombro por la
observación del comportamiento humano, y deseo de vivir en muchos zapatos.
¡Hemos venido a jugar!
G- Yo no tengo ni idea. Creo que es un misterio o una necesidad. Atenta contra
toda lógica y más teniendo en cuenta las di’cultades, restricciones y
privaciones que debes afrontar para sacar adelante un montaje. Y a pesar de
ellas te sientes eufórico cada vez que surge una idea estimulante, un momento
de vida en escena, la hermandad y armonía de un equipo o un espectador te
confiesa que lleva días tocado por algo de la obra.

¿Qué balances haces de tus trabajos como director de teatro?
G- Yo jamás me he considerado un director de teatro. Es una faceta que debo
afrontar para interpretar las obras que me estimulan. Me gusta trabajar las
escenas con los actores pero llevo mal tomar decisiones escénicas.
Evidentemente, con la práctica voy adquiriendo más experiencia y con los años
me vuelvo más incisivo a la hora de ver la vida y plasmarla en el teatro.
Además en este montaje he contado con la codirección de Mamen, que ha
sabido alimentar mi imaginario y ha aportado inteligencia y concreción. Mamen
es mucho más práctica que yo pero compartimos cierta sensibilidad ante el
misterio y la belleza del mundo.
M- Hasta ahora había dirigido “Veranillo de un minuto”, un monólogo; y una
adaptación ñaque de “La vida es sueño” para dos actores. Nunca me había
atrevido con tantos, fuera del ámbito de teatro universitario, en el que dirigí
“Así que pasen cinco años”.
Comencé en esta función ocupándome de la asesoría de verso y el movimiento
y terminé tomando decisiones escénicas hasta que Gustavo llegó un día y me
dijo: . Él me animó y ahora le he
cogido el gusto.

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¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que
vivimos?
G- Evito pensar en esos términos. Basta teorizar sobre la función del teatro
para desvirtuar la función que el teatro tenga de por si. Acepto el misterio del
teatro tanto como profesional como espectador. Pero he salido de un teatro
sabiendo que lo que ha sucedido ahí dentro ha transformado mi vida para
mejor.
M- No podría concretar una función, supongo que la que ha tenido siempre, la
de espejo de nosotros mismos. Es una herramienta viva y cercana que nos da
la posibilidad de vernos, denunciar, educar, sensibilizarnos, disfrutar de la
palabra, entender, hacernos preguntas y removernos por dentro. Y en esta
sociedad de la pantalla en la que vivimos, poder disfrutar de un lugar de
encuentro con gente de carne y hueso es todo un lujo.
Sólo tengo claro que cuando salgo de una buena función, algo se transforma en
mí, se llena de entusiasmo provocado por una especie de sensación de
conexión con lo trascendente, con la belleza. Me parece pura magia.
G- Copiota, eso lo he dicho yo.
M- Yo lo he expresado mejor.

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¿Cómo crees que está afectando la subida del I.V.A. y los recortes al teatro?
M- Se ha aumentado el pluriempleo para sobrevivir, la multiprogramación de
las salas, la imposibilidad de entrar en circuitos, de conseguir bolos, giras. Las
provincias son imposibles, los pueblos solo tienen dinero para contratar teatro
amateur y las compañías que sobreviven lo hacen como acto de fe soñando
con el cambio. La creatividad es un hecho y no falta el talento, pero todo sería
mucho más llevadero sin palos en las ruedas.
G- Son síntomas. Veintiuno es solo un número, en este caso desolador. Aunque
esa cifra fuese menor, o incluso cero, hay un mal sistémico que va más allá,
que es la di’cultad que conlleva dedicarse profesionalmente a cierto tipo de
actividades . El trabajo, el esfuerzo, las horas invertidas
en formación, ensayos, o funciones…si no tienen una compensación económica
convierte en descabellada y quijotesca cualquier iniciativa.
Hasta donde yo sé, somos la única producción de un montaje de teatro del
Siglo de Oro que hay ahora mismo en Madrid, esto ya es signi’cativo teniendo
en cuenta el patrimonio teatral que poseemos. La sociedad está saturada a
nivel institucional de ruido y mediocridad. Esto choca con la gran capacidad,
creatividad y riqueza artística que tenemos en nuestro país. Y que te puedan
meter en la carcel por el contenido de una obra o la enfermiza interpretación
que hagan de el es otro síntoma. El arte comparte la
amoralidad de los sueños.

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¿Qué obra de teatro has visto últimamente?¿Qué te pareció?
M- Alfredo Sanzol es uno de los directores que más me divierte y me conmueve
con sus obras. “La respiración” volvió a hacerlo.
En “Rapsodia para un hombre alto” de Félix Estaire, José Ramón Iglesias e
Ignacio Jiménez, además de conseguir arrancarme alguna lagrimilla, me
cargaron de preguntas esenciales, de esas que luego te rondan toda la noche.
Y últimamente disfruto mucho de las obras de Cuarto y Mitad, de María Prado y
Fernando de Retes. La última, “Desde los escombros” es una verdadera
bofetada de realidad muy poética.
G- Todavía sigo tocado por “El cuento de invierno” dirigida por Declan
Donnellan.
Disfruté mucho viendo “Historia de España en 70 minutos” dirigida por Ernesto
Filardi, de la compañía Dramakina teatro. Se les puede ver en Nave 73.

¿Proyectos?
G- Rentabilizar el año y medio de trabajo de CRÓNICA DE UNA CASA REAL y
recompensar el esfuerzo de mis actores con el máximo número posible de
funciones. Pero hay una obra de Calderón que ya me está ronroneando en los
oídos. Continuará…
M- Sería maravilloso que, ahora que nuestra “Crónica de una casa real” ha
encontrado su sitio en La Pensión de las Pulgas, durara al menos lo que ha
estado en el horno, y luego rodara y rodara por todos los teatros de la
geografía, por soñar…
Como actriz tengo un par de proyectos con Tenemos Gato y Spectare, que poco
a poco van tomando forma. Ya iré contando.