Revista digital de Artes escénicas -Año 12º-

Shírley Valentíne de Willy Russell en el Teatro Maravillas

Todos tenemos una Shírley Valentíne en nuestro interior…todos hemos hablado alguna vez a la pared o a una piedra cuando no encontramos interlocutor, aunque estas materias no respondan…nos escuchan, nos permiten expresar todo eso que anda amordazado por dentro. Verbalizar los deseos y los sueños es una manera de darles vida, de hacerlos posibles aunque sea en nuestra imaginación. Shírley Valentíne es una obra aparentemente sencilla y sin embargo, nos habla de todos los temas importantes para el ser humano y aunque la voz es de una mujer, es trasportable a cualquier persona. La versión de Nacho Artime es transparente, permite que la obra se cuele en la actualidad con unos pocos detalles y aunque no transcurre la acción aquí, la sentimos cercana y propia. Manuel Iborra ha dirigido con una sutileza extraordinaria esta historia de una heroína de nuestro tiempo. Pero donde hay que detenerse y quitarse el sombrero es ante el trabajo que hace Verónica Forqué…El formato monólogo es de lo más difícil de realizar en escena y de lo más aspero para el espectador. La obra dura casi dos horas y no se hace larga ni cansa…Porque si alguien que no conoce a Verónica Forqué(cosa difícil)fuese al teatro, pensaría que lo que cuenta esta mujer es su propia biografía; es tal la mímesis que ha realizado la actriz, tan profunda la conexión con todo lo que hace y dice que por momentos me parecía estar sentado delante de la mesa de la cocina, escuchando a una amiga como desglosa y matiza, deliciosa y profundamente, el descubrimiento de que la vida es para vivirla y no para mirar como la viven los demás.
Adolfo Simón

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