Revista digital de Artes escénicas -Año 12º-

Brokeback Mountain en el Teatro Real

El legado de Gerard Mortier se ha hecho realidad dentro del Real: Una ópera pedida por encargo para su estreno mundial y  que trata de un tema muy común en las óperas pero que se adapta a nuestros días. La ópera toma como punto de referencia la muy elogiada película de Ang Lee en la que se narra la relación física y enamoramiento de dos vaqueros en el Wyoming de los sesenta.

Nos encontramos ante un tema transgresor aún en nuestros días: la historia de amor de dos vaqueros en los sesenta en Wyoming. Brokeback Mountain nos habla del amor imposible y del deseo puro a través de la historia de dos vaqueros, representados por Tom Randle y Daniel Okulitch,  que se conocen en la montaña. La montaña es un lugar aislado del mundo, donde puede florecer un amor puro y donde sus personajes lo viven con plenitud apartados de un mundo «normal», donde la moral no va a ser tan moderna como nos lo hacen creer los medios de comunicación. Todavía existen muchas barreras para dos hombres que se aman y que desean vivir su amor con plenitud. Por este motivo, el comportamiento humano se ve distorsionado, afectado y, muchas veces, perseguido.

Ivo van Hove, director de esta obra, nos habla de este interés por reflejar la concepción de amor imposible y de la relación que tiene con Tristan und Isolde en términos de convención social y represión. Una tragedia, provocada por la moral actual que enlaza perfectamente con antiguas óperas. A través de un escenario minimalista consigue crear una atmósfera represiva y asfixiante en la que la montaña, representada en imágenes proyectadas (creadas por Tal Yarden) sobre un escenario completamente blanco, juega el papel del destino: algo inamovible y aplastante. La escena, prácticamente vacía nos sugiere un lugar inhóspito y agreste. Más adelante nos introduce en el mundo cerrado y burgués de Wyoming, que nos recuerda a Edwar Hopper y David Lynch en su imaginería. Por último el escenario se torna negro con la muerte de Jack, en el que el coro, reflejado a base de sombras y la madre de Jack, interpretada magistralmente por Jane Henschel, juegan un papel fundamental.

La relación entre la partitura, creada por Wuorinen, y la escena es de complementareidad y apoyo mutuo y refleja fielmente lo que se ha querido reflejar en el libreto. Wuorinen también ha querido reflejar, mediante una música densa y evocadora que nos traslada al peso de la montaña,  ese peso de la sociedad actual y ese sentimiento de agobio por parte de los dos protagonistas. Su música minimalista  intenta reflejar un discurso hablado coloquialmente en un tiempo y época precisos, aportando a los personajes masculinidad y despojándoles de cualquier diálogo superfluo, tal y como ha reflejado la libretista y también creadora de la novela Annie Proulx, la cual ha trabajado en complicidad con el músico, simplificando diálogos y creando personajes que no aparecían en la película y que redondean la partitura, como el coro y un fantasma.

Una magnífica producción que pone al Teatro Real en un listón bastante alto y que nos hace reflexionar: Dicen que el amor mueve montañas, pero en Brokeback Mountain nos demuestran que le cuesta mover la moral.

Luis Mª García Grande.

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