Revista digital de Artes escénicas -Año 9º-

«La Escuela de los Vicios» en el Nuevo Teatro Apolo

Hablar de más tiene sus consecuencias y complicaciones y si no, que se lo pregunten a Quevedo, que por hacer unas satirillas y sonetillos lo llevaron a la cárcel. Simplemente por criticar a unos magistrados, banqueros y ministrillos sin escrúpulos. Parece mentira, pero hoy en día seguimos en las mismas.  Morfeo Teatro ha elaborado un sutil montaje en el que a través de estos versos de Quevedo se hace crítica social actual, poniendo en entredicho las actuaciones de muchos personajes que se dice que «nos representan». Sí: La pluma de Quevedo era afilada como un bisturí capaz de clavarse en nuestro estómago y sacarnos las tripas hasta, incluso, en la actualidad. 

El montaje escénico nos traslada a un espacio indefinido, donde dos buenas personas van a ser adoctrinadas por el mismísimo Bercebú para alcanzar esos ideales en la vida que muchos padres quieren para sus hijos: ser ministros, banqueros, magistrados… es decir, gente de «reconocido prestigio». El espacio es contemporáneo, con pocos elementos, un fondo medio cabaretero y decadente y un armario siniestro presidido por una calavera que esconde los artefactos necesarios para la enseñanza de los vicios. Escenografía y vestuarios bien pensados y tan versátiles que nos pueden sugerir cuadros de la época negra de Goya o las pinturas de Solana para reflejar una España hundida, pesimista y degradada.

Los actores han hecho un gran esfuerzo para transmitir y poner en escena unos textos bastante densos, a los que hay que sumar la complejidad de la rima y la utilización por momentos de técnicas de clown y comedia dell’arte.

En definitiva, una obra comprometida socialmente, bien estructurada y que merece la pena disfrutar, sobre todo si les gusta esa poesía del Siglo de Oro español.

Luis Mª García Grande

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