Miguel de Molina al desnudo en el Teatro Infanta Isabel
Hubo un tiempo en este país… ¡si cabe más oscuro! en que una suerte de tiranía intentó juzgar la libertad del Rey de la copla…
Desterrado el silencio durante demasiados años en el “misterioso país de las lágrimas”, ha vuelto de su exilio. En presencia de Ángel Ruiz, escritor y alado intérprete de Miguel de Molina al desnudo, sentí que con “el corazón se puede ver bien, que lo esencial es invisible para los ojos” y que ese, mi arrebatado corazón, me dijo en el estreno de esta conmovedora creación, producida por el televisivo Jorge Javier Vázquez, y dirigida con maestría por Juan Carlos Rubio, que no se debe juzgar a Miguel, que al gran Molina sólo se le puede contemplar, escuchar y amar.
Admiro su libertaria escuela de la vida, consagrada al ejercicio de una única pasión: la creación autodidacta sin ataduras, adoradora de un único ideal, el de la LIBERTAD y la firme creencia de que todos los seres humanos, siendo tan diferentes, anhelamos al unísono la verdad y la felicidad.
No aceptar nunca una orden, tuvo el precio de la precoz partida, la persecución, la tortura y el exilio para siempre jamás.
Musical autobiográfico en el que la confesión con alegre desparpajo, revuelve en las butacas a un público que embargado por un torrente de vida, comparte con el protagonista confidencias, sentimientos, profundos deseos, anhelos y tristezas. Y también alegrías, envueltas en un puñado de canciones, impregnadas del mágico piano de César Belda.
Paloma Martín


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