Edipo dirigido por Denis Rafter en el Teatro Bellas Artes
Edipo reina en Tebas contando con la veneración del pueblo y el amor de Yocasta, la viuda de Layo, el rey muerto, ahora convertida en su esposa. La ciudad está asolada por numerosos males y sus habitantes acuden a Edipo para que interceda por ellos. Desde Delfos, desde el altar de Apolo llega la noticia, traída por Creonte, que señala a quien mató a Layo como causante de todos los males. Sólo su castigo salvará a Tebas. Edipo se compromete ante el pueblo con castigar al culpable. Tiresias, el ciego adivino, previene a Edipo y le ruega que mida sus palabras porque su destino está señalado por Apolo. Esta premisa da pie a la obra cumbre del teatro griego. En ella se establecen los parámetros de la tragedia tal como ha llegado hasta nuestros días. Es difícil realizar una versión sobre el papel y la escena para que esta obra llegue al público actual, sin embargo, tanto la adaptación de Miguel Murillo como la puesta en escena de Denis Rafter, hacen que el espectador de hoy conecte con aquel legado sin moderneces inútiles. El espectáculo huye de efectismos para poner el acento en los puntos claves de la historia, arropados de elementos estéticos que nos ayudan a leer la peculiaridad de aquel tiempo. Es una suerte para los madrileños la oportunidad de ver obras que se estrenaron en Mérida y que, gracias a la extensión que se ha hecho del Festival Clásico de aquella ciudad, también se pueden disfrutan en nuestros escenarios.
Adolfo Simón

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