«TEREBRANTE» de Angélica Liddell en el Festival de Otoño de Madrid
En muchos de sus espectáculo he sentido el trance y el duende en el cuerpo de Angélica, eso intangible que ella debe admirar en el flamenco, en este nuevo espectáculo se sumerge no en lo formal de este arte si no en lo que debe latir en el cerebro y los pies de los flamencos, esos seres que no tienen reglas concretas sino que su ley es el caos. Por eso «Terebrante» es un caleidoscopio estallado sobre un charco de vino. Durante toda la noche estuve deseando oír la boca en trance de la Liddell, esa que bramaba poemas ensangrentados durante minutos y minutos en sus anteriores obras y que nos dejaban sin aliento. Aquí las frases como puñales aparecen escritas en una pantalla, son guías para el alma, nunca para la cabeza. Orgía infantil al principio se transforma en el ritual final en una orgía sensorial cargada de líquidos y olores; una oración irreverente para un dios pagano. ¿Qué se entiende o no del imaginario de esta creadora sobre el escenario?… ¿Importa?, ante lo desconocido hay que romperse la camisa y dejar que el silencio atraviese el dolor.
Adolfo Simón
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