ISRAEL GALVÁN «SEISES» en CONDE DUQUE
El popular baile de los seises que, cuando era niño, ejercía una indescriptible fascinación en él. Se trata de una tradición litúrgica que se remonta dicen que a cinco siglos, se celebra cada año en la Catedral de Sevilla y es el momento más esperado de la ceremonia de Cuaresma. Diez niños, con trajes brillantes y un tocado de largas plumas de colores, danzan frente al altar lo que vendría ser una oración bailada.
Pero la obra no es simplemente una evocación en la mente de Israel, ni una inspiración invisible. En cada función de Seises, el bailaor está acompañado por un coro de voces blancas, previamente seleccionado en cada ciudad que visita, y que representa cada noche a aquellos seises de Sevilla, que cantan e interactúan con el bailaor, que sigue explorando en esta nueva creación las posibilidades de los sonidos que produce el cuerpo danzante.
Israel Galván pretende bailar como baila un niño y lo consigue, pero también baila como un viejo o un outsider. En esta, su última pieza presentada en Madrid, consigue saltar física y emocionalmente por tiempos, lugares, ensueños y delirios. El escenario es un espacio caótico donde todo tiene su orden. Hay instrumentos de antaño y también objetos que suenan al temblor y arañazo del presente. Y él, acompañado de seres llenos de luz, se enfrenta y juega con el espacio y la memoria. Y su cuerpo, viaja por penumbras y soles deslumbrantes, manteniendo el equilibrio sobre la cuerda floja de sus pies sobre el precipicio.
Adolfo Simón

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