Revista digital de Artes escénicas -Año 9º-

«Ana contra la muerte» en el Teatro de la Abadía dentro del 40º Festival de Otoño

de Gabriel Calderón

Ana contra la muerte no es un drama sentimental, aunque nos haga mucha falta llorar, sino que es un grito metafórico atravesado por otras muchas cuestiones. Cuestiones filosóficas de un lado, porque se plantea qué hay detrás del rechazo a la muerte tan consustancial al ser humano. Cuestiones psicológicas, porque se plantea qué hay detrás de esa manipulación de la memoria que, consciente o inconscientemente, quizás en defensa propia, llevamos a cabo tantas veces. El texto de la obra, en cierto momento, dice: “hay recuerdos lindos que las palabras despiertan, que nos hacen reír y respiramos mejor, pero también hay recuerdos peligrosos”. Y cuestiones políticas, porque además Ana es, podríamos decir, pobre, o solo carente de una serie de privilegios que disfrutan otras personas y que a ella se le niegan.

La obra empieza y transcurre aparentemente por una narrativa cotidiana en la que un terrible acontecimiento va a desencadenar una serie de situaciones que nos provocan, en el estómago, una caída inevitable en un precipicio emocional. Las situaciones van convirtiéndose en un laberinto terrible sin salida. La escena final, esa que se supone es un epílogo no pensado, provoca una catarsis inesperada que nos conmueve y emociona a partes iguales. Solo queda, ante el horror y la impotencia, que el grito mudo.

Adolfo Simón

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