Paisajes de la mente
Hay espectáculos que son experiencias, con esta denominación podrían definirse dos propuestas que casualmente he disfrutado ayer en programa doble. Dentro del Ciclo Una Mirada al Mundo, se ha presentado, en el Teatro Valle Inclán del CDN, la producción de La pequeña habitación al final de la escalera de Carole Fréchette dirigida por Mauricio García Lozano. Este montaje que llega desde México no adentra en la mente de la protagonista para escuchar las voces de otros personajes que irán desvelando, a través de sus relatos, el viaje que hace esta joven a un espacio misterioso en el que descubrirá lo que hay tras la puerta, esa puerta que tal vez nunca debió abrir. El texto crea espacios de sugerencia inquietante y los actores defienden con entrega una propuesta escénica gélida. Al entrar en la sala hay la posibilidad de disfrutar una instalación del artista Ignacio Llamas de la serie Refugios del misterio que nos ubican mejor en el espacio mental y misterioso de la obra. Tras esta experiencia acudí a la Sala La Usina, a recorrer el laberinto de espacios arrancados de una pesadilla al que han llamado: Los acompañantes y que todavía se puede disfrutar algún viernes más. En la línea del teatro de los sentidos, solo que en este caso, con aroma de misterio, el visitante va recorriendo a golpe de sirena los recovecos del lugar, descubriendo las entrañas del teatro, habitadas por seres atrapados en una espiral terrible de vivencias que les han dejado marcados para siempre. Al final, hay un espacio común en el que se evaporan los seres que han participado de nuestro imaginario. Una propuesta diferente dentro de lo que habitualmente se puede disfrutar en las salas alternativas.
Adolfo Simón



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