La Regenta en Los Cómicos de la Lengua
Un nuevo eslabón en esa cadena que se ha ido configurando este año para celebrar el Tercer Centenario de la Real Academia Española. En este caso, le tocó el turno a La Regenta de Leopoldo Alas Clarín. Para la ocasión, La Académica Carme Riera hizo una interesante introducción que dio paso a la lectura de varios pasajes de la novela por parte de Emilio Gutiérrez Caba. Solo queda una última parada de los cómicos, el próximo día 19 con José Luis Gómez.
Adolfo Simón
Vanessa Montfort, dramaturga y novelista nos habla de sus últimos y próximos proyectos.
Vanessa Montfort, dramaturga y novelista nos habla de sus últimos y próximos proyectos
¿Cómo fue el proceso de adaptación de La Regenta?…
El proceso de adaptación de una novela siempre es complicado y más aún cuando es al teatro y con el agravante de ser una de las obras cumbre de nuestra literatura. Fue un reto al que me invitó Marina Bollaín y que acepté encantada. Se trataba de la primera adaptación de La Regenta y de una de mis novelas preferidas. Quizás por eso, porque también soy novelista, mi primera preocupación fue rescatar un aspecto de la novela. Encajar las casi 1000 páginas de la obra de Clarín y sus ciento y pico personajes sería imposible. Como dijo Boadella el día de la rueda de prensa, no se trataba de hacer una trasposición completa y literal o de leer la obra sobre el escenario. La novela ya existe. Está ahí. Cualquiera la puede leer.
Por lo tanto y para empezar a extraer el posible teatro que había dentro del libro, Marina y yo nos hicimos la siguiente pregunta: ¿Qué queda de La Regenta hoy? A partir de ahí escogimos los personajes más teatrales de la obra con los que contaríamos la historia de esta moderna Ana Ozores. Diseñamos una escaleta de escenas con las principales peripecias de la novela y finalmente llegamos a la conclusión de que si aún sobrevivía algo de la España del S.XIX en nuestro tiempo —la hipocresía y el cotilleo que podía hacer naufragar la vida intachable de una mujer—, si quedaba algo de esa España tan conservadora y decimonónica, existía en los programas de televisión del corazón. Ese estudio de televisión por donde empezaron a desfilar los personajes de Clarín se convirtió en la columna vertebral de la adaptación y nos permitió contar la historia de Ana Ozores de atrás hacia adelante. Desde el día que se desata el escándalo en retrospectiva.
Nos repartimos las escenas y fuimos trabajando a cuatro manos. Cuando una terminaba una escena la otra aportaba sus comentarios o posibles cambios por email y después de negociarlos, los íbamos fijando en el texto. Este siempre es un proceso complicado para un autor y tengo que decir que se aprende mucho. Ahora ambas nos reímos recordando nuestras discusiones. Ha sido muy enriquecedor.

¿Crees que se modificó en la puesta en escena y con el trabajo de los actores?…
Un texto teatral no está vivo hasta que llega a la escena. Es una hipótesis que sólo se demuestra sobre el escenario. Como autora nunca he sabido si uno de mis textos funciona hasta que no sale por la boca del actor y lo veo en movimiento. Y eso que suelo hace una lectura en mi casa cuando termino una obra con actores amigos. Pero siempre hay hilos que coser, escenas que acortar o alargar, frases que no se entienden, movimientos imposibles. El autor construye un sueño plano sobre el papel que luego puede materializarse de muy diversas formas. Así que sí, claro que se modificó al llegar a escena. Y por supuesto que los actores, como intérpretes que son, le aportan a los personajes nuevos matices.
¿Qué posibilidades de modificar una propuesta textual hay cuando puedes seguir las funciones y la gira del montaje?…
Siempre depende del director. Como autora puedo modificar aquello que considere necesario puesto que el texto me pertenece. Ese es mi único reino. Ahora, otra cosa es que una vez dado el visto bueno y el montaje en marcha, esos cambios se quieran incorporar o no a ese montaje concreto. En el caso de Marina, ella es muy abierta a la hora de introducir cambios si los considera necesarios. Además, en este caso es coautora. Luego también depende del trabajo de los actores, los ensayos antes de la gira, la producción…
¿Te sientes dividida entre el teatro y la novela?…
Afortunadamente sí. A partes iguales. Nunca he podido responder a la pregunta de ¿teatro o novela? En mi caso sufro literariamente de una doble personalidad. Una maravillosa psicosis. 2012 fue para mí año teatral con el estreno de La Regenta que este mes comienza su gira. 2013 será mi año de publicación de la nueva novela que acabo de terminar antes del verano —la anterior fue publicada en 2010— y, por supuesto, ya estoy escribiendo de nuevo teatro…
¿Qué dirías que diferencia estas dos maneras de escribir?…
Muchas, muchísimas cosas. Tanto en la forma de escribir como en el hecho en sí. El texto teatral implica un después y por lo tanto tienes que tener en cuenta que es un texto destinado a ser oral. A moverse por un espacio. A ser reinterpretado una y otra vez: primero por el director, luego por actores, escenógrafos, iluminadores, músicos y finalmente por el público. Por un lado tienes más corsés técnicos, por otro te libera de parte de la responsabilidad del resultado final. Para mí, su principal complejidad reside en que la historia se tiene que contar sólo a través de voces e imágenes. Y lo que más me divierte es que se trata de un proceso colectivo. Lo que más me conmueve: el directo. No hay nada más emocionante ni más eléctrico.
Sin embargo la novela es todo lo contrario. En este caso la complejidad es que tienes demasiada libertad que administrar. Que eres el primer y último responsable de todo ese universo profundo que surge del papel y vas a ser tú y sólo tú quien decida dónde parar, cuándo la historia o un personaje ya ha dicho todo lo que tenía que decir y luego, las interminables horas de soledad que se transforman en uno, dos o tres años de trabajo, en algunos casos más, un proceso tan dilatado en el tiempo que muchas veces te hace perder la perspectiva. Fascinante, sí, pero durísimo. La escritura teatral puede ser producto de un arrebato, un sprint, aunque luego el texto se corrija hasta la saciedad. La novela sólo es apta para corredores de fondo.

¿Has participado en las sesiones dramatúrgicas del Fringe Madrid?¿Qué tal?…
Sí, participé con un texto que estrené en Londres en la SouthwarkPlayhouse llamado “La mejor posibilidad de ser Alex Quant”, un delirio cuántico-teatral dirigido por SimonBreden. Simon fue el director y traductor de esta obra y es quien dirige la compañía Teatro 36 y la plataforma Nueva Dramaturgia, un proyecto pionero en nuestro país con el que colaboro y que se presentó en el Festival Fringe para sacar a la luz las nuevas voces de la dramaturgia española. http://teatro36.wordpress.com/
¿Qué impresión tienes del teatro que se está haciendo y mostrando en Madrid?…
Lo cierto es que ahora mismo sospecho que estamos en un momento de inflexión. La noticia de que el IVA de los espectáculos aumentaba al 21% y también la contratación de artistas tendría el mismo porcentaje hará muy complicada la supervivencia de muchas producciones. En los últimos años creo que se ha hecho un gran esfuerzo por crear un nuevo público y se ha conseguido. Siempre he dicho que me hace feliz quedarme sin entradas en Madrid para ver una obra de Tom Stoppard o Harold Pinter. Pero es cierto que en 2013 ese paisaje cambia. El público cada vez tendrá más difícil asistir a producciones variadas, de distintos autores y países, ya no tanto porque la entrada aumente de precio sino porque los productores y los distribuidores se lo pensarán mucho antes de apostar. Y sin apuesta el teatro no avanza. En realidad, sin apostar, no avanza nada.
¿En qué proyectos andas ahora?…
Ahora estoy en proceso de recolección después de haber pasado un año encerrada escribiendo. La Regenta empieza su gira, acudiré al estreno de una de mis obras “Estábamos destinadas a ser Ángeles” en Panamá en el mes de octubre, en diciembre mi novela anterior “Mitología de Nueva York” me llevará a la Gran Manzana y dirigiré una ópera en pequeño formato de uno de nuestros más prestigiosos compositores, Jorge Fernández Guerra en la sala Guindalera en diciembre. Se podrá ver durante todas las Navidades. Un proyecto que me hace especial ilusión. Y cuando llegue el mes de enero… a encerrarse de nuevo a escribir. Teatro… mucho teatro…
¿Alguna sugerencia para seguir creando en estos tiempos de crisis?…
Que no nos ahogue el miedo. Los creadores siempre han seguido creando en tiempos de crisis. Agudizar el ingenio. No leer los periódicos ni ver telediarios mientras se esté trabajando. Que nadie nos convenza de que aquí se acaba todo. Es mentira. Es en los periodos de crisis cuando todo comienza. Hay que releer una y otra vez a la Generación Perdida para que nos convenzan, desde el pasado, de que se puede. De que esto ha pasado y pasará otras veces. Pero hay que seguir. Además, no sabemos ni podemos ni debemos hacer otra cosa.



Debe estar conectado para enviar un comentario.