CONFESIONES A ALÁ
CONFESIONES A ALÁ
El talento de María Hervás y de Saphia Azzeddine me han hecho entrega de aquello que más valoro: la necesidad de hacerme preguntas, y lo que es más inusual, me han dado algunas respuestas. Y me he preguntado quién era para mí la protagonista de esta magnífica y profunda pieza teatral: Jbara Ait Goumbra: una buscadora de la verdad. Responsable única de su propia vida. Dueña exclusiva de sus pensamientos y sentimientos, así como de sus hechos. Valiosa por quien es. Nadie pertenece a Jbara y no es propiedad de nadie. Tiene hambre de pan y letras, el frío en los huesos y un dolor profundo emana de cada una de las heridas de su herida alma, pero… ¡bebe ríos de dignidad! Es la respuesta en escena a las grandes cuestiones de la vida: ¿Quién soy? ¿Por qué estoy aquí? ¿Cuál es mi camino?
Jbara es la belleza.
La alegría y el gozo.
La pureza, la valentía y la fuerza.
La parte y el todo.
El amor y la verdad.
Jbara desnuda su alma ante Alá, su fiel y eterno compañero.
Jbara es su abusador, su torturador y su sanación.
La alegría y la tristeza
La miseria y la riqueza.
La fortaleza de cada amanecer y la oscuridad de cada anochecer.
Está en cada abuso, en cada golpe, en cada humillación,
en cada pensamiento y en cada acción.
Es la muerte y la vida.
La crueldad y la compasión.
Ella sola puede salvarse de este infierno.
Y en cada paso, en cada caída… solo él: Alá.
No es lo suficientemente mala para ser juzgada,
Nadie es lo suficientemente bueno como para juzgarla.
A los ojos de Alá Jbara ES quien realmente ES,
lo que ha decidido ser y lo que SERÁ por decisión propia.
Sabe que está aquí para ser feliz, ese es su camino.
Alá está en su corazón.
JBARA ES ALÁ
Paloma Martín


Debe estar conectado para enviar un comentario.