Maridos y mujeres de Woody Allen en La Abadía
En las producciones de La Abadía siempre hay rigor y profesionalidad, también lo hay en esta mirada escénica sobre la película de Woody Allen. Maridos y mujeres tiene en las vallas publicitarias el subtítulo de mirada obscena sobre las relaciones de pareja, creo que sería mejor describirla como una radiografía profunda y descarnada sobre el caos en el que viven las relaciones afectivas en estos tiempos convulsos. Los personajes y las escenas son perfectamente reconocibles, en más de una ocasión podemos reconocer a alguien de nuestro entorno o a situaciones propias. Se podría haber caído en la tentación de mostrar secuencia tras secuencia como si fuese la proyección en vivo de la película. Por suerte, hay un salto poético provocado por la propuesta del espacio escénico de Max Glaenzel…la disposición en el centro de la sala de doce sofás creando un cuadrilatero donde se llevarán a cabo los combates emocionales, en los que irán cambiando en cada asalto los contrincantes, para perder finalmente todos por puntos. Àlex Rigola maneja muy bien esta exposición íntima a los espectadores(algunos sentados juntos a los personajes)…Se crean, sin apenas darnos cuenta, esas reuniones privadas en las que se empieza con un chiste y se termina en una batalla campal. Cuando los personajes están en foco, los demás actores pueden observar sus reacciones y las del público, creandose otro nivel dramático muy sugerente. Que el público esté tan cerca de la piel del drama permite ver la mirada furtiva de una actriz, la lágrima huidiza de un actor y una línea emocionante escrita a tiza en la mesa…»Anna Lizarán In memorian».
Adolfo Simón


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