Revista digital de Artes escénicas -Año 12º-

La punta del iceberg de Antonio Tabares en La Abadía

Cuando oigo a alguien decir…»Trabajo en un edificio inteligente» me provoca risa y vértigo. ¿Edificio inteligente?, me recuerda aquella computadora que cobraba vida en una famosa película de ciencia ficción y terminaba devorando mecánicamente a los pasajeros de la nave. ¿Se puede devorar mecánicamente?, si, hoy en día hay más violencia y criminalidad en el mundo virtual, este ya se ha instalado en nuestros espacios de trabajo y personales… ¿Quién no tiene hoy, como una extensión de sí mismo, un móvil o una tableta?. En La punta del iceberg, su autor, Antonio Tabares, plantea una situación cotidiana que de tan normal que es, adquiere tintes terroríficos. Es un texto aparentemente realista que va adquiriendo planos dramáticos conforme avanza la acción y los personajes, sobre todo la protagonista, interpretado fantásticamente por Nieve de Medina, van girando lentamente, como si el propio lugar, donde están tratando de averiguar unos hechos inquietantes que han ocurrido allí, fuese un testigo mudo que va escuchando y modificando sus comportamientos. En teatro, el terror es muy difícil de conseguir y para el público de hoy hay pocas cosas que le remuevan en la butaca pero en esta obra, hay algo sutil y horrible que se va instalando en el escenario, un terror psicológico que todos hemos sentido alguna vez, ese momento en que sabemos que podríamos perder el control de nosotros mismos y caer al vacío. El espacio escénico es muy efectivo gracias a su sencillez, es muy interesante ver como se convierte en un laberinto que no permite ver su fin y un autentico hallazgo que se convierta, con un cambio de plano, en la azotea del edificio. Todavía están a tiempo de vivir una experiencia inquietante que le puede ocurrir a cualquiera en nuestro lugar de trabajo o en nuestro día a día. Un espectáculo dirigido con aplomo por Sergi Belbel, con un reparto que juega al máximo la tensión escénica de la obra.
Adolfo Simón

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