Dinero y poder en La casa de la portera
Todos tenemos un precio, todo se compra y se vende, es algo tan antiguo como la humanidad.
El dinero da poder y el poder pide contraprestaciones.
Vivimos tiempos donde solo vales por lo que tienes y eso pervierte a las personas.
Hay un programa doble perfectamente situado en el mismo día de programación en La casa de la portera que nos habla de todo esto, mirando al pasado reciente y haciendo una radiografía de la actualidad.
El tesorero de José Ignacio Tofé
Estamos cansados de leer en la prensa las mil y una fechorías que realizan nuestros dirigentes cuando han de administrar el dinero destinado al bien de la ciudadanía, curiosamente, casi nunca va destinado a los contribuyentes, se queda en el camino, en reparto de influencias entre amigos y familiares de quien corta el bacalao. Solo podemos especular entre las noticias, las declaraciones de los acusados y lo que a veces se vislumbra en los juicios. Y como la mentira es la moneda de cambio de estos tiempos, pues nunca sabemos realmente qué pasó y nos quedamos con la duda instalada en el cuerpo. En El tesorero, se nos permite entrar en la intimidad de los personajes que deciden y trafican con los presupuestos y los objetivos pensados para estos. Gracias a la torpeza de un ministro, podemos descubrir el nivel de necedad y perversidad que les mueve a los que manejan los hilos y toman las decisiones. Los unos por los otros, terminan demostrando que el ser humano es un pobre muñeco de cartón fruto de sus debilidades. Hay actores en escena, José Navar y Mario Tardón que juegan hasta el final para, con toques esperpénticos, hacernos disfrutar del mal trago de conocer los entresijos del poder.
Trinidad de Ana F. Valbuena
Isaac Chocrón fue un autor poco valorado mientras vivió, sus obras siempre han mostrado una visión diferente de la realidad, enseñando muchas veces que tras los personajes sencillos se esconden monstruos. En Trinidad se juega a la doble acepción de este nombre, por un lado, hay un personaje que se llama así y conforme avanza la trama, los seres que habitan un mundo creado como un traje a su medida, conforman una nueva trinidad de difícil existencia. Hay un interesante texto creado por Ana F. Valbuena a partir de Okey de Chocrón que traslada la acción a los sesenta-setenta del siglo pasado de nuestra sociedad franquista, con todo lo que suponía ser diferente entonces y los secretos que había que tener para existir. Vivir en un mundo creado para sobrevivir a la falta de libertad de afuera crea otras reglas de juego, a veces, muy peligrosas ya que se corre el riesgo de establecer toxicidad en las relaciones. Aquí también se instala un nuevo poder en la sombra del que siempre saca partido el más fuerte. Es curioso comprobar cómo, La casa de la portera, puede seguir alojando a seres de hoy en día metidos en sus despachos fraudulentos o a frágiles personajes sacados de revistas antiguas y mostrarnos su realidad de entonces, no tan diferente a la de hoy. Hay tres actrices deliciosas en Trinidad…Cristina Bernal, Marta Guerras y Lorena Toré dirigidas con sensibilidad y aplomo por Nacho Sevilla.
Salgo esta vez de esta sala imaginando a Rita Pavone dejando su corazón clavado con alfileres sobre la mesa mientras tararea Cuore.
Adolfo Simón



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