José Luis Alcobendas: «Mantenernos siempre activos y alerta»
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…
Era estudiante de 3º de BUP en un colegio de curas del barrio de Hortaleza. Tenía quince años cuando, de mutuo acuerdo con el profesor de Historia, decidimos no hacer una lectura dramatizada sino representar en el teatrito del colegio Las meninas, de Antonio Buero Vallejo. A mí me tocó hacer de malo, el Marqués. Nos entusiasmó tanto la experiencia que decidimos montar otra obra más y otra y otra… Durante siete años estuvimos mostrando nuestros trabajos en centros culturales, institutos y colegios. Licenciado ya en Veterinaria, tocaba disolver el grupo y dispersarnos. Alguien me sugirió presentarme a las pruebas de ingreso en la RESAD. Lo hice y me admitieron. Allí me encontré con Ángel Gutiérrez con el que descubrí el «Teatro de Arte» y que se convertiría en mi maestro.
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria en teatro?…
Bueno, lo que en principio pudiera parecer una vocación por descubrir, tardía y peregrina, se convirtió en mi vocación que es la que me ha mantenido y me mantiene fiel a un compromiso y apegado a una tarea exigente, gratificante aunque, por momentos, decepcionante y penosa pero siempre necesaria y hermosa.
¿Cómo surgen las ideas y los proyectos en los que te embarcas? ¿Qué te anima a participar en ellos?…
Todo lo que he hecho en teatro procede de ideas y proyectos de terceras personas, propuestas que acepto. Los actores tenemos mucho de mercenario. Yo, alguna idea y algún proyecto tengo pero pendientes de materializar. Me preocupa la salud del ser humano y el grupo. No puedo mirar para otro lado y como considero que el teatro es, como tal, un servicio a la sociedad, pongo todo mi esfuerzo y toda mi fe, sobre todo, en aquellos proyectos en los que el teatro resulta ser un medio para la reflexión, para formar conciencias, para dar luz, un bálsamo, un aguijón, un espejo donde vernos ridiculizados, una tribuna donde elevar la voz…
¿Cómo surgió tu participación en Un hombre con gafas de pasta? Háblanos de tu personaje…
Inge Martín que es una actriz muy valiente se decidió a producir este espectáculo. Un buen día me llamó y le dije que sí. Me sorprendió el texto de Jordi Casanovas. Una historia curiosa, intrigante y crítica presentada en un género teatral desconcertante porque es una mezcla explosiva e inesperada de varios géneros lo que sacude al público y le obliga a hacer un viaje de vértigo.
En Un hombre con gafas de pasta yo soy el hombre con gafas de pasta, Marcos Sarasate. Este hombre, poeta, intelectual, animal de tertulias, galerías de arte, inauguraciones, cenas honoríficas, presentaciones y eventos varios, alimenta su ego con la admiración y la envidia que provoca a su alrededor. Son personas muy dañinas, vampíricas, porque roban la energía de los incautos y generosos, sobre todo. En la historia que presentamos, este ser atractivo/odioso se encuentra con tres víctimas que intentará no desaprovechar: una ingenua y desarmada Aina recién golpeada por la ruptura con su chico y una alegre pareja, Laia y Óscar, con un hijo en camino.
¿Cómo creas los personajes? ¿Tienes un método?…
No sé si «método» Lo que tengo es una cocina donde me monto mis platos pero sin recetas. Después de más de veinte años dedicándome a esto he ido llenando el saco con cursos, talleres, ensayos, consejos, advertencias, experimentos y funciones con público. Cuando empiezo un proceso de ensayo me siento totalmente vacío, frágil, con una sensación de estar situado al borde del abismo, como de recién nacido. De verdad, es la sensación de no saber nada. La lectura atenta del texto es la que me da toda la información que se enriquece con la visión del director y de la del resto de compañeros. A partir de ahí, comienzo a hacerme con herramientas y sostenes con los que crecer y sentirme poco a poco más seguro. Necesito comprender qué es lo que pasa en la obra, por qué actúa cada personaje como actúa, que sucede en cada escena, etc. Cuanta más información obtenga mejor. Tras este análisis previo, absolutamente racional, dejo la cabeza en la mesa, me levanto, nos levantamos y nos confrontamos en escena donde dejamos que se produzca lo espontáneo y sorprendente, el conflicto, la pasión, la animalidad, los afectos, el humor, la magia.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?…
Desde hace más de una año y hasta este mes de junio he participado en un Julio César de W. Shakespeare dirigido por Paco Azorín. Pasé en octubre por el CDN con el montaje de Doña Perfecta dirigida por Ernesto Caballero y desde el 7 de abril que estrenamos en la Pensión de las pulgas con Un hombre con gafas de pasta, escrita y dirigida por Jordi Casanovas.
¿Qué proyectos tienes entre manos?…
Pues aparte de Un hombre con gafas de pasta que esperamos tenga una larga vida, participo en un proyecto en torno a la figura de El Greco a punto de estrenar (28 de junio en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Cáceres): El Greco y la legión tebana, dirigido por Ignacio García.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del IVA a los proyectos de teatro?…
Pues viendo las medidas tomadas por el gobierno con respecto al teatro en particular y a la cultura en general, se diría que pretenden exterminarnos. Nos están haciendo sudar sangre. Compañías que tienen que echar el cierre y proyectos simplemente inviables por ese mordisco que supone el IVA. Esta penosa situación nos trae ruina, precariedad, inseguridad, pérdida de calidad, incertidumbre, espantada de público, paro… Pero como alguien dijo, el ministro de turno, el gobierno de turno, pasarán, el teatro quedará. Defendemos algo que tiene el peso y la trascendencia de siglos. Esa fuerza enorme es la que nos sigue impulsando y animando día a día. Pero, joder, que mal nos lo están haciendo pasar.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente te ha interesado? ¿Por qué?…
El Misántropo de Molière en versión y dirección de Miguel del Arco. Un vivo retrato donde vernos con perplejidad los hombres y mujeres del siglo XXI, con nuestros anhelos, nuestras miserias, nuestras contradicciones, nuestras ilusiones y frustraciones.
¿Alguna sugerencia para seguir creando y haciendo teatro en tiempos de crisis?…
Perseverancia y fe. Mantenernos siempre activos y alerta, que la oferta de trabajo nos pille bien dispuestos para la creación. Y si la oferta esa no llega, propiciarla, provocarla. Y a pesar de la falta de dinero, de espacio, de tiempo, no descuidar nunca la calidad, la excelencia en todo lo que hagamos, el rigor y la exigencia evitando la autocomplacencia.









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