«Federico hacia Lorca» de La Joven Compañía en los Teatros del Canal

La Joven Compañía ha decidido acercarse y acercar a los jóvenes a Lorca aportando su grano de arena en la visión del legado del poeta. Los Teatros del Canal acogen las primeras representaciones que más tarde continuarán en Conde Duque.
Cuentan con colaboradores excelentes para ello: Irma Correa y Nando López al mando de la dramaturgia, Miguel del Arco como director, Pazo Azorín creando escenografías oníricas, la iluminación de Juan Gómez-Cornejo y toda la ilusión de sus actores.
La propuesta pretende crear pequeños destellos de las vivencias de Lorca a través de una recreación no lineal de su vida tomando como excusa el momento de su muerte, en el que se supone que pasa toda la vida por su mente. Una idea acertada en la que los autores han conseguido hilvanar textos del poeta y dramaturgo granadino, algunos más conocidos y otros más personales, escenas y personajes importantes en la vida de Lorca, como Maruja Mallo, Rafael Alberti, Margarita Manso, Luis Buñuel, Salvador Dalí, Buster Keaton, Luis Rosales o, incluso, el de José Antonio Primo de Rivera.
La puesta en escena conseguida por Miguel del Arco es potente, dinámica y arriesgada, con los actores pasándose el testigo de Lorca continuamente, expresando la alegría de vivir que irradiaba y generando flashes con su universo poético.
Como siempre, es importante destacar la gran labor pedagógica que La Joven Compañía sigue consiguiendo utilizando El Teatro como elemento generador de curiosidad y emoción, capaz de acercar a nuestros grandes autores a nuevas generaciones de estudiantes que tienen la oportunidad de disfrutar con propuestas de calidad excelente, pero que no aburren y permiten facilitar la labor de los profesores en la tarea de transmitir conocimientos importantes y de motivar para el aprendizaje.
Luis Mª García Grande.
«Tierra Madre» y «Pastoral» en los Teatros del Canal

Víctor Ullate nos propone un programa variado y unido en la temática -el ser humano y la naturaleza- con una combinación de dos piezas clásicas de su repertorio. En Tierra Madre los sueños y las esperanzas del ser humano van dirigidas a la naturaliza, convertidas en canciones y danza. La propuesta, coreografiada por Eduardo Lao, nos sumerge en un universo naturalista ficticio en el que se dan cita los bailarines, los cuales, mediante danzas que rememoran lo tribal y espiritual, evolucionan y convocan el espíritu de la madre creadora. Sin un hilo argumental y con las bellas canciones de Mari Boine Persen, la pieza, creada en los noventa, todavía conserva la frescura y estética de esa época en la que se puso de moda este tipo de montajes.
Pastoral, más clásica en su tema, con música de Beethoven, nos muestra el camino de la vida, desde la niñez hasta la vejez y la muerte. Hay escenas que destacan por su originalidad y frescura, como la danza de los años del despertar, y algún pas a deux destacable dentro del conjunto. También disfrutamos con la fantástica escenografía de Paco Azorín que hace destacar mediante espejos suspendidos al grupo, permitiendo apreciar mucho mejor la estructura coreográfica y a los solistas, abriendo el techo y proyectando un potente haz de luz en las escenas más románticas.
Una oportunidad para disfrutar del repertorio del Ballet de la Comunidad de Madrid y que cuenta con conocidos solistas como Fernando Carratalá, Marlon Dino o Lucía Lacarra, dignos de ver, una vez más, bajo las órdenes del maestro.
Luis Mª García Grande.
María Moliner en el Teatro de la Zarzuela
Anoche se estrenó María Moliner, un espectáculo que hace honor al gran trabajo que realizó en vida esta mujer para que el «español» tuviera el mejor uso comunicativo. Una obra excepcional que no tuvo el eco ni reconocimiento en su momento y que aquí, se dignifica a través del espléndido proyecto realizado. La obra se centra en la segunda mitad de la vida de la lexicógrafa María Moliner cuando, haciendo de la necesidad virtud, y utilizando el encierro cultural al que se vio abocada tras la victoria franquista en la Guerra Civil, decide realizar su idea asombrosa: la hazaña de hacer ella sola, en su casa, un diccionario cuya enjundia puso en evidencia al diccionario de los académicos…La creación de esta ópera parte de la idea de Paco Azorín por reivindicar la figura de la gran lexicógrafa. El libreto es de Lucía Vilanova y la excelente música de Antoni Parera Fons. La dirección de escena, del propio Azorín, está concebida como una ópera documental contemporánea «pensada, escrita y compuesta para el público de hoy». Una síntesis del drama musical que utiliza una fórmula moderna plagada de contrastes y emociones. En ella todo es escena, teatralidad y, por tanto, está llena de pulso. Un espectáculo sorprendente a cada paso, en cada página de ese libro imaginario que va desplegándose escena a escena, como si de un desplegable poético nos mostrase el día a día de esta creadora que tuvo que lidiar con su vida para encontrar el espacio donde las palabras habitasen en libertad. El personaje principal siempre está rodeado de figuras femeninas convertidas en palabras que deambulan o trepan por el escenario, enfrentadas al mundo oscuro y cerril de la intolerancia. Visualmente es muy hermoso y todo el conjunto genera una sensación profunda de la lucha de esta mujer vivió para conseguir un lugar «entre líneas» es un tiempo dominado por hombres.
Adolfo Simón
«El amor brujo» de Ullate en los teatros del Canal
Ullate ha presentado en los Teatros del Canal su versión personal de «El Amor Brujo» de Falla en la que se fusiona la partitura original con nuevas creaciones contemporáneas de la mano de Luis Delgado y del grupo In Slaughter Natives. La obra estará en cartel hasta el día 13 de septiembre intercalándose con Samsara, demostrando que su ballet tiene la suficiente fuerza, recursos y capacidad técnica para abordar dos programas completamente distintos a la vez.
Reinterpretar una obra tan conocida y afianzada en nuestra memoria como «El amor brujo» de Falla exige un ejercicio intenso de creación y trabajo. No es fácil captar la esencia de la historia propuesta de gitanería y leyenda para transformarla en un ballet de elementos contemporáneos y eso lo sabe y atestigua Ullate que ya se atrevió en 1994 a hacerlo y que ahora, tras su estreno en diciembre en el Teatro Real para conmemorar el centenario de su estreno, vuelve a abordar incluyendo nuevas piezas contemporáneas que se unen a la música original, con más o menos acierto, pero, lo que sigue destacando y fascinando de Ullate es su capacidad para formar bailarines bien capacitados, para crear grupo escénico compacto, su valía técnica y para soltar pequeños destellos Bejartianos en los momentos más importantes de la música que se interpreta. Y…si acuden a ver de nuevo La danza del fuego o los pasos a dos de Marlen Fuente y Josué Ullate, fiel reflejo de su padre,podrán degustar de la guinda del pastel en todo su esplendor.
http://www.teatroscanal.com/espectaculo/amor-brujo-victor-ullate-ballet/
Luis Mª García.
«Rinoceronte» en el Centro Dramático Nacional

Ernesto Caballero ha rescatado de nuevo esta obra del teatro del absurdo en una época social y política en la que nos puede sugerir muchas cosas. En palabras de Caballero, Rinoceronte es una fábula dramática acerca de la propagación y aceptación social del totalitarismo» Ionesco nos intentó explicar mediante su concepción de la vida «absurda» cómo podemos convertirnos en ovejas de un rebaño, en meros autómatas con tal de no asumir nuestra propia soledad y nuestras propias convicciones. En esta fábula las personas de una ciudad poco a poco se van convirtiendo en rinocerontes, porque es lo que se lleva, porque es lo más cómodo, porque lo hacen todos… y «cualquiera puede convertirse ahora en un robusto y vigoroso rinoceronte». Una situación absolutamente Kafkiana, pero en este caso referida a la sociedad y no a la persona en sí. Imagínense a cuantas situaciones se puede aplicar esto y qué vigencia tiene hoy en día.
Caballero ha pretendido seguir a Ionesco en su afán de creando situaciones escénicas que no tienen ninguna lógica y utilizando el lenguaje sin sentido alguno para poder resaltar el aislamiento y la extrañeza de los seres humanos. Para ello, durante el primer acto utiliza todo el teatro, y no sólo el escenario para que sus personajes circunden e invadan nuestro espacio también , provocando situaciones de inseguridad y desasosiego, más tarde va a centrarse más en el escenario, no sin renunciar a dos pasarelas instaladas en los laterales del patio de butacas por las que van a aparecer esos fantasmas rinocerontes creados para atraernos hacia el abismo.
Si bien el montaje escénico y escenografía de Paco Azorín pretende mantenernos en constante tensión, y cumple con este fin de una manera bastante firme, el texto sigue siendo algo farragoso, incluyendo escenas que a veces se hacen pesadas y redundan sobre la situación, escenas que pudieron ser más efectivas en su tiempo, pero que hoy en día necesitan algún retoque. A partir de la escena de la metamorfosis de Fernando Cayo, bastante conseguida y con un gran trabajo actoral y corporal del intérprete, la atención dramática va en declive. La que la trama empieza fresca y ágil pero luego se va ralentizando todo y espesando bastante y el acto final no consigue despuntar más que otras escenas. Aún así, merece la pena asistir a ver un Ionesco y sumergirse a pensar sobre nuestra existencia y la banalidad de adorar a ídolos.
Luis Mª García Grande.
José Luis Alcobendas: «Mantenernos siempre activos y alerta»
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…
Era estudiante de 3º de BUP en un colegio de curas del barrio de Hortaleza. Tenía quince años cuando, de mutuo acuerdo con el profesor de Historia, decidimos no hacer una lectura dramatizada sino representar en el teatrito del colegio Las meninas, de Antonio Buero Vallejo. A mí me tocó hacer de malo, el Marqués. Nos entusiasmó tanto la experiencia que decidimos montar otra obra más y otra y otra… Durante siete años estuvimos mostrando nuestros trabajos en centros culturales, institutos y colegios. Licenciado ya en Veterinaria, tocaba disolver el grupo y dispersarnos. Alguien me sugirió presentarme a las pruebas de ingreso en la RESAD. Lo hice y me admitieron. Allí me encontré con Ángel Gutiérrez con el que descubrí el «Teatro de Arte» y que se convertiría en mi maestro.
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria en teatro?…
Bueno, lo que en principio pudiera parecer una vocación por descubrir, tardía y peregrina, se convirtió en mi vocación que es la que me ha mantenido y me mantiene fiel a un compromiso y apegado a una tarea exigente, gratificante aunque, por momentos, decepcionante y penosa pero siempre necesaria y hermosa.
¿Cómo surgen las ideas y los proyectos en los que te embarcas? ¿Qué te anima a participar en ellos?…
Todo lo que he hecho en teatro procede de ideas y proyectos de terceras personas, propuestas que acepto. Los actores tenemos mucho de mercenario. Yo, alguna idea y algún proyecto tengo pero pendientes de materializar. Me preocupa la salud del ser humano y el grupo. No puedo mirar para otro lado y como considero que el teatro es, como tal, un servicio a la sociedad, pongo todo mi esfuerzo y toda mi fe, sobre todo, en aquellos proyectos en los que el teatro resulta ser un medio para la reflexión, para formar conciencias, para dar luz, un bálsamo, un aguijón, un espejo donde vernos ridiculizados, una tribuna donde elevar la voz…
¿Cómo surgió tu participación en Un hombre con gafas de pasta? Háblanos de tu personaje…
Inge Martín que es una actriz muy valiente se decidió a producir este espectáculo. Un buen día me llamó y le dije que sí. Me sorprendió el texto de Jordi Casanovas. Una historia curiosa, intrigante y crítica presentada en un género teatral desconcertante porque es una mezcla explosiva e inesperada de varios géneros lo que sacude al público y le obliga a hacer un viaje de vértigo.
En Un hombre con gafas de pasta yo soy el hombre con gafas de pasta, Marcos Sarasate. Este hombre, poeta, intelectual, animal de tertulias, galerías de arte, inauguraciones, cenas honoríficas, presentaciones y eventos varios, alimenta su ego con la admiración y la envidia que provoca a su alrededor. Son personas muy dañinas, vampíricas, porque roban la energía de los incautos y generosos, sobre todo. En la historia que presentamos, este ser atractivo/odioso se encuentra con tres víctimas que intentará no desaprovechar: una ingenua y desarmada Aina recién golpeada por la ruptura con su chico y una alegre pareja, Laia y Óscar, con un hijo en camino.
¿Cómo creas los personajes? ¿Tienes un método?…
No sé si «método» Lo que tengo es una cocina donde me monto mis platos pero sin recetas. Después de más de veinte años dedicándome a esto he ido llenando el saco con cursos, talleres, ensayos, consejos, advertencias, experimentos y funciones con público. Cuando empiezo un proceso de ensayo me siento totalmente vacío, frágil, con una sensación de estar situado al borde del abismo, como de recién nacido. De verdad, es la sensación de no saber nada. La lectura atenta del texto es la que me da toda la información que se enriquece con la visión del director y de la del resto de compañeros. A partir de ahí, comienzo a hacerme con herramientas y sostenes con los que crecer y sentirme poco a poco más seguro. Necesito comprender qué es lo que pasa en la obra, por qué actúa cada personaje como actúa, que sucede en cada escena, etc. Cuanta más información obtenga mejor. Tras este análisis previo, absolutamente racional, dejo la cabeza en la mesa, me levanto, nos levantamos y nos confrontamos en escena donde dejamos que se produzca lo espontáneo y sorprendente, el conflicto, la pasión, la animalidad, los afectos, el humor, la magia.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?…
Desde hace más de una año y hasta este mes de junio he participado en un Julio César de W. Shakespeare dirigido por Paco Azorín. Pasé en octubre por el CDN con el montaje de Doña Perfecta dirigida por Ernesto Caballero y desde el 7 de abril que estrenamos en la Pensión de las pulgas con Un hombre con gafas de pasta, escrita y dirigida por Jordi Casanovas.
¿Qué proyectos tienes entre manos?…
Pues aparte de Un hombre con gafas de pasta que esperamos tenga una larga vida, participo en un proyecto en torno a la figura de El Greco a punto de estrenar (28 de junio en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Cáceres): El Greco y la legión tebana, dirigido por Ignacio García.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del IVA a los proyectos de teatro?…
Pues viendo las medidas tomadas por el gobierno con respecto al teatro en particular y a la cultura en general, se diría que pretenden exterminarnos. Nos están haciendo sudar sangre. Compañías que tienen que echar el cierre y proyectos simplemente inviables por ese mordisco que supone el IVA. Esta penosa situación nos trae ruina, precariedad, inseguridad, pérdida de calidad, incertidumbre, espantada de público, paro… Pero como alguien dijo, el ministro de turno, el gobierno de turno, pasarán, el teatro quedará. Defendemos algo que tiene el peso y la trascendencia de siglos. Esa fuerza enorme es la que nos sigue impulsando y animando día a día. Pero, joder, que mal nos lo están haciendo pasar.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente te ha interesado? ¿Por qué?…
El Misántropo de Molière en versión y dirección de Miguel del Arco. Un vivo retrato donde vernos con perplejidad los hombres y mujeres del siglo XXI, con nuestros anhelos, nuestras miserias, nuestras contradicciones, nuestras ilusiones y frustraciones.
¿Alguna sugerencia para seguir creando y haciendo teatro en tiempos de crisis?…
Perseverancia y fe. Mantenernos siempre activos y alerta, que la oferta de trabajo nos pille bien dispuestos para la creación. Y si la oferta esa no llega, propiciarla, provocarla. Y a pesar de la falta de dinero, de espacio, de tiempo, no descuidar nunca la calidad, la excelencia en todo lo que hagamos, el rigor y la exigencia evitando la autocomplacencia.
La voix humaine de Jean Cocteau en los Teatros del Canal
Jean Cocteau escribió el que seguramente es el monólogo más conocido y representado de la historia de la literatura dramática, una pieza exquisita y dolorosa en la que una mujer espera hablar con su amante en la agonía de la relación. Como un animal acorralado, espera el sonido de la llamada para abalanzarse sobre el auricular, las interferencias y cruces de llamadas crean una angustiosa espera para poder oír la voz amada al otro lado del teléfono. En tres momentos, con unos silencios terribles de por medio, ella pueda hablar al fin con él, para no conseguir que ocurra más que lo previsto…el abandono. Es una pieza corta de una intensidad apabullante que siempre ha medido la capacidad interpretativa de quién se ha enfrentado a hacerla. Lo silencios son tan importantes como las palabras, una partitura musical atraviesa la obra y así lo entendió Francis Poulenc cuando escribió la música para convertir el libreto en una ópera de cámara. Juntos, la música y el texto crean un abismo emocional excepcional, un viaje a los rincones más oscuros de nuestras emociones. Paco Azorín ha creado un espacio que reproduce un delicioso apartamento parisino en el que el terror se esconde entre las líneas del papel pintado de la pared. Al fondo, como si en la terraza de este pisito estuviese situada, la orquesta pone la música a la situación dramática dirigida con precisión por Ernest Martínez-Izquierdo. Pero Azorín realiza una tarea aún más importante, dirigir a María Bayo como a la gran actriz que es, no solo está apoyada milimétricamente en lo concerniente al canto de la función si no que vemos a una mujer desesperada y acorralada en una jaula de oro. Pocas veces se ve un trabajo operístico en el que la interpretación esta a la altura de las grandes actrices de nuestra escena. Todavía quedan dos funciones, no se la pierdan, es una delicia escénica…Y sobre Paris llueve sin parar.
Adolfo Simón
www.teatroscanal.com/espectaculo/la-voix–humaine-opera-maria-bayo/
PEDRO YAGÜE nos habla de su larga trayectoria como iluminador escénico.
¿Cómo surge tu participación en el proyecto del Laboratorio del CDN?…
Me llama Aitana Galán en representación del CDN para proponerme el proyecto. Tres textos diferentes del mismo autor, con tres directores diferentes, y tres propuestas diferentes… Me interesa desde el primer momento.
¿Qué balance haces de tu trayectoria como iluminador?…
El balance es muy positivo. LLevo casi veinte años vinculado al mundo del teatro, al mundo de la iluminación teatral. Mis inicios se remontan al Teatro Universitario de Murcia. El balance profesional ha sido muy bueno. Desde mis comienzos, cuando llego a Madrid, como técnico de luces en compañías privadas, pasando por mi estancia en el Teatro de la Abadía durante ocho años y ahora trabajando como diseñador de iluminación para diferentes directores. Es totalmente satisfactorio.
¿Cuáles han sido los proyectos para los que has realizado un diseño de iluminación en el último año?…
«Julio César» con dirección de Paco Azorín. He trabajado en la CNTC, realizando «El Lindo Don Diego» con dirección de Carles Alfaro. «Esperando a Godot» para el CDN con dirección de Alfredo Sanzol. «Días sin gloria» con dirección de Fefa Noya para el CDG. «No se elige ser un héroe» con dirección de Roberto Cerdá, producción de Mutis a Escena. Con la compañía Nao d´ Amores «Penal de Ocaña» con dirección de Ana Zamora. «Ejecución hipotecaría» de K Producciones, dirigido por ADolfo Fernández… Entre otros proyectos.
¿Cuando te llega la propuesta de un proyecto te dejan margen de creación o te piden lo que necesitan?…
Si. Es una combinación entre lo que te piden y lo que tu puedes aportar al proyecto. Considero que un proyecto teatral surge de una combinación de disciplinas artísticas que están coordinadas por el director. En lo que concierne a la iluminación intento aportar todo aquello que pueda ayudar al espectáculo en su conjunto.
¿A partir de qué creas los diseños de iluminación?…
Son muchos los factores que inciden para la creación de un diseño.
Comienzo el trabajo por una primera lectura del texto, una aproximación, llamémosle, limpia de intenciones, un dejarse impregnar por lo que el texto nos dice. De esta lectura se van a desprender las primeras impresiones generales, a la búsqueda de una perspectiva necesaria para más tarde, a posteriori, adentrarme en un análisis más profundo y pormenorizado.
El texto, de primeras, suele darnos un espacio y tiempo determinados que, en su interpretación, el director podrá modificar en mayor o menor medida. Será también el director el que establezca, sobre todo en el transcurso de las primeras reuniones de equipo, las pautas a seguir para mostrar lo que él defina como lo esencial del montaje. Partiendo de esta base, el devenir del proceso creativo se irá trazando en posteriores reuniones y, fundamentalmente, durante los ensayos, que para mi son esenciales para el trabajo de creación, y consistentes en lo que su propio nombre indica: ensayar, probar para desechar, y así poder encontrar los elementos artísticos que puedan confluir en la puesta en escena final. Los utilizo fundamentalmente, para hacer el guión o la dramaturgia de la luz que más tarde plasmaré en la puesta en escena, es decir, realizo bocetos de guión, una especie de story board, que durante el montaje iré perfilando hasta el mismo día de el estreno. En esta parte del proceso, el papel de la dirección artística es crucial para llegar al final del camino con una estructuración de imágenes e ideas subyacentes que estén al servicio de esa esencia del trabajo que mencionamos.
También la documentación, es decir, recabar la información que considero necesaria para el proyecto, supone uno de los puntos más importantes y divertidos a la hora de desarrollar el trabajo.
En sentido, suelo trabajar mucho con imágenes, sobre todo pintura, fotografías, y también con videos y películas que puedan estar relacionadas de alguna manera con el tema que trate el texto.
¿Qué iluminadores tienes como referencias?¿Por qué?…
Uno de mis primeros referentes cuando empece fue Robert Wilson, quizás por ese universo tan particular que crea en sus montajes, y que en un primer momento llama poderosamente la atención. Visualmente, siempre me han llamado la atención figuras como Vittorio Storaro, Gordon Williand, Gregg Tols, importantes directores de fotografía. Y en España, son referentes para mi trabajo maestros como Juan Gómez Cornejo o Francisco Leal. También lo fue el desaparecido Josep Solbes. Son las primeras fuentes en las que bebí.
¿Hay una carencia de formación a nivel iluminación en la profesión teatral de nuestro país?…
Creo que cada vez está mejor, se lucha para ello. Pero sí, es evidente que estamos muy lejos de disponer una formación adecuada y profesional en el sector del diseño de iluminación teatral.
¿Cuál ha sido tu formación en esta materia?…
Mi formación es y ha sido totalmente autodidacta. Como decía más arriba empece en el Teatro universitario de Murcia (estudiando Filología hispánica), y mis conocimientos los he adquirido a través de mi interés por aprender y por la práctica de mi trabajo, por la experiencia adquirida a lo largo de los años.
¿Qué iluminación has visto últimamente que te haya interesado?…
El último espectáculo de teatro que he visto ha sido «El viaje a ninguna parte», con iluminación de Juan Gómez Cornejo. Me gustó mucho su trabajo.
¿Están bien dotadas técnicamente las salas actualmente?…
Depende. Hay de todo. Pasas del todo a la nada. No existe un equilibrio, lo que implica que los montajes teatrales sufran fuertes adaptaciones para poder moverse.
¿Se nota la crisis actual en la demanda de iluminación?…
Si se nota, como creo que en todo. Seguimos trabajando pero las condiciones económicas y de infraestructura de montaje se han rebajado de manera considerable.
¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempo de crisis?…
Creo que lo importante en nuestro trabajo, tanto en tiempos de crisis como en cualquier otro, es no perder nuestra ilusión y amor por este oficio que considero una profesión tan digna como otra cualquiera, y a la que hay que dedicar todo nuestro esfuerzo.
¿Qué proyectos tienes entre manos?.
Ahora mismo estoy trabajando en el CDN en el Ciclo de José Ricardo Morales, y también en una ópera (coproducción del Teatro del Liceo y el Teatro del Canal), «La voz humana» con María Bayo y dirigida por Paco Azorín. También hay un proyecto para el Festival de Mérida. Para después del verano, una «Carmen» para el Teatro de la Zarzuela dirigida por Ana Zamora y un «Don Juan…» dirigido por Blanca Portillo.
El caballero de Olmedo dirigida por Lluís Pascual en la Compañía Nacional de Teatro Clásico
El genio de Lope de Vega nos legó una de las más hermosas tragedias de nuestro siglo de oro y ahora Lluis Pascual lleva a escena la versión de Francisco Rico dirigiendo a la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico-La Kompanya con la que nos presenta “El Caballero de Olmedo” de forma magistral, una puesta en escena sugerente y atractiva, con una escenografía de Paco Azorín sencilla y aparentemente simple; sillas que van conformando las distintas zonas de la escena, augurando un triste velatorio y una pantalla que muestra el devenir de los días. Los versos deliciosos se desgranan en la voz de tantos personajes; qué placer oír el verso como debe ser, como se llenan el cuerpo y el alma con su cadencia y su armonía, como todo se entiende y todo parece natural. Un elenco encabezado por la siempre brillante Carmen Machi, que está como en su casa y unos actores jóvenes que, si bien deben seguir creciendo por poner un pero, se ganan al público por su entrega y bien hacer, destacar a Pol López, ágil y simpático donde los haya, Javier Beltrán, un apasionado don Alonso, Laura Aubert, hermosa y enamorada y unos músicos Pepe Motos y Antonio Sánchez que enmarcan perfectamente con su música la propia música del texto de Lope, Una representación magnífica, con risas y emociones que me llenaron los ojos de lágrimas. El público abarrotando la sala aplaudió a rabiar y el cartel de no hay localidades para el resto de funciones… y en el oído el quejío de una voz que canta la gala de medina, la flor de Olmedo.
Ángel Savín
«Julio César» llega al Bellas Artes

Después de haber sido estrenado en Mérida y haber viajado por España «Julio Cesar» de Shakespeare y dirigido por Paco Azorín, se ha instalado en el teatro Bellas Artes. Afrontar este tipo de obras y darles un aire contemporáneo es una labor complicada, y Azorín se ha encargado de darle una imagen sencilla y asequible para todos los públicos, incluso los que gustan de proyecciones audiovisuales, aunque en este montaje no cumplan una función esencial. En el escenario se representa de manera sencilla el poder mediante una reunión de sillas al estilo del senado romano y un obelisco de grandes dimensiones que podría representar el poder que en aquella época tenía César después de haber conquistado las Galias, haber luchado contra Pompeyo y haber cruzado el famoso río hacia Roma mientras decía que la suerte estaba echada. Pero lo que no esperaba César es que la suerte le sorprendiera al comprobar que Bruto también le iba a dar una puñalada también, ya que lo consideraba su hijo adoptivo.
Aunque sea obvio recordarlo, la obra nos habla de temas universales como pueden ser el poder, la amistad, la nobleza y la traición y los actores que se encargan de representar a estos personajes lo comunican perfectamente.
Es un placer poder ver a Mario Gas de nuevo interpretando y asumiendo el personaje de Julio César con credibilidad y con una dicción de la que muchos actores tienen envidia. Hay que destacar la actuación de Tristán Ulloa en el papel de Bruto y de Sergio Pérez-Mencheta en el de Marco Antonio. El primero por dar al personaje una credibilidad indiscutible y porque demuestra una gran madurez interpretando y el segundo por poner toda la carne en el asador y el matiz emocional que da al conocido monólogo de la obra.
El valor de la palabra es el punto sobre el que Azorín se ha querido centrar, en su fuerza poética y evocadora. Julio César, además de político y militar era escritor, y eso muy bien lo sabemos los que hemos estudiado Latín y traducido sus batallas, y, como buen político sabía muy bien utilizar la palabra para modificar conductas, para influir en los ánimos de los demás. De manera sencilla, pero efectiva barría para su casa. Shakespeare supo recoger de los clásicos toda esa intriga que ocurría dentro del senatum y desarrollarla de manera excepcional. Azorín ha sabido recortar la obra de manera que quede lo justo para comprenderla, que sea fluída y que suponga toda una lección moral y estética para el que vaya a verla.
Luis Mª García Grande.
El Lindo Don Diego de Agustín Moreto en la Compañía Nacional de Teatro Clásico
El Teatro Pavón, sede la Compañía Nacional de Teatro Clásico, presenta estos días una versión de Joaquín Hinojosa de la comedia de figurón El Lindo Don Diego, de Agustín Moreto, dirigido por Carles Alfaro, una escenografía de Paco Azorín, espléndida, por lo moderna y barroca a la vez, espejos que descienden, transparencias y pantallas que permiten observar lo de atrás, un vestuario de María Araújo variopinto, mezcla de épocas, muy colorido y a la vez moderno, nos preparan para este divertimento del Narciso, para este enredo con final feliz, y para unos versos y figuras literarias de aliteración, anáforas y concatenaciones que hacen que el público ría con las repeticiones de Mosquito explicando a su señor si estaba y donde estaba porque allí estaba, un humor fino y los galanes, muy buena pinta el don Mendo, enamorados de las damas y don Diego de si mismo, para caer en el ridículo final. Edu Soto, pavonea con acierto su don Diego, Carlos Chamarro nos divierte con su Mosquito y un elenco que acierta en sus recitados, ya no gritados, como en otras ocasiones, y que dejan ganas de volver al Clásico, ojalá no se pierda nunca y el público sepa que tenemos clásicos para rato.
Ángel Savín
Il prigioniero y Suor Angelica en el Teatro Real de Madrid
Il prigioniero y Suor Angelica en el Teatro Real de Madrid
La última producción operística presentada en el Teatro Real es un programa doble compuesto de dos operas cortas: Il prigioniero de Luigi Dallapiccola y Suor Angelica de Giacomo Puccini. El hallazgo de esta producción es el espacio escénico creado por Paco Azorín; seguramente propuesto por Lluís Pascual que ha dirigido la puesta en escena. En medio del escenario del Teatro Real, surge de la bruma y la oscuridad un tótem piramidal de rejas, para mostrarnos la cárcel del cuerpo en la primera pieza y del espíritu en la segunda. Este monstruo de metal gira sobre su eje para exhibir el interior de ese lugar, en el que se tortura a los prisioneros para arrebatar les la identidad en Il prigioniero y para hacer visible, el debate de una mujer por enfrentarse al mundo o seguir escondida en la cárcel elegida en Suor Angelica. Aunque en la primera prima la oscuridad tenebrista a diferencia de la luz aparentemente espiritual de la segunda, en ambas, el ser humano está atrapado en la trampa de las convenciones y traiciones del mundo. Lluís Pascual ha conseguido enlazar ambas piezas como si una fuese el desencadenante de la otra…Los cantantes lo entienden perfectamente y se ponen a disposición de este discurso al que acompaña magníficamente la batuta de Ingo Metzmacher.
Adolfo Simón
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