Revista digital de Artes escénicas -Año 9º-

Delicia de Triana Lorite en La casa de la Portera

Cuando entré en la sala verde de La casa de la portera tuve una visión, una regresión en el tiempo, de golpe me encontré frente a Lola Gaos que probaba delicias culinarias. Y de golpe, la visión se duplicó y vi entrar a la sala a Laly Soldevilla para una cena ceremonial con la Gaos. Madre mía!…¿Estaba viajando al pasado y me encontraba frente a estas insignes actrices de la historia de nuestro teatro en un ritual privado entre las dos?…¿Qué estaba pasando?, desgraciadamente, no creo que mucha gente que lea estas líneas recuerde quién fue Lola Gaos y Laly Soldevilla; así de cruel es lo efímero de esta profesión. En realidad, estaba en medio del ceremonial de visiones de la protagonista de Delicia, la última locura que se instala entre estas paredes. De nuevo, la protagonista es una portera que podría haber sido la que habitó ese lugar. Y de nuevo, asistimos a un teatro en el que se dan la mano el esperpento y el realismo, funcionando perfectamente. Hay una energía en ese espacio que facilita la creatividad y la locura, siempre en la dosis apropiada para que el espectador disfrute. Alberto Velasco presenta de nuevo un trabajo en este peculiar teatro, en esta ocasión dirige la pieza, dando juego y delirio a la parte del texto donde hay más pesadilla y dramatismo, cuando la realidad se instala de la mano de las citas bíblicas, el texto decae pero Velasco mantiene el pulso para que siga captando nuestro interés.
Adolfo Simóndelicia

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