Daniel Abreu(Premio Nacional de Danza): Pretender que todo tenga un resultado “salvavidas” es pedirle a un árbol que dé flores bajo una gran nevada.
¿Cómo llegas a la danza contemporánea?¿Cómo fue surgiendo tu personal lenguaje en el escenario?…
Llego de manera casual. Cuando estaba en el instituto una amiga me propuso acompañarla a bailar en las fiestas del pueblo, era como un juego, ella hacía playbacks y yo la acompañaba moviéndome. Era divertido. De ahí a hoy ha sido un viaje no planeado, no ha sido fácil pero había una especie de destino a la hora de tomar la decisión de seguir. No creo que lo mío sea pasión, pero sí que la vida me ha llevado a hacer esto. Cuando he intentado ir por otro camino acababa volcado en esta profesión. Así que el lenguaje que yo bailo surge de todo esto. De alguien con pocas condiciones físicas de libro para la danza y con una inquietud inconsciente y constante. Recuerdo que un día en un ensayo de Provisional Danza me movía por el suelo y de pronto sentí que bailaba. Ahí empezó algo de mi forma. Luego las horas y el poco descanso han dado el resultado. No sé hacerlo de otra manera, por más que quiera. Este lenguaje personal es lo que no puedo decir con palabras.
¿Qué balance haces de tu trayectoria?…
Ha sido muy intensa. No he parado en estos años, así que a pesar de poder ver mi viaje y estar feliz por ello, también la miro algo cansado. Nunca imaginé tener un repertorio así y haber estado acompañado de un equipo con tanto talento. Estoy feliz y agotado. Para hacer un balance más neutral necesito parar un poco. Al fin y al cabo he estado presente, mi compañía ha cosechado éxitos, y yo he sido reconocido teniendo público y espacios para trabajar, a lo que se han sumado premios, claro. Cuando era un adolescente esto no estaba en mis planes, estaba en posibles sueños y hoy puedo decir que el esfuerzo y los resultados fueron reales.
¿Qué evolución ha hecho tu Compañía a lo largo de este tiempo?
La experiencia da mucho en todos los sentidos. Ahora la burocracia pesa, al igual que la experiencia (en lo bueno y en malo). A nivel creativo son muchos trabajos a las espaldas, con lo cual la exigencia se ha hecho más grande, y los lugares a los que mirar requieren más energía. También soy un poco más mayor. Eso no implica tener las ideas más claras, estar en esta profesión significa volar un poco y tener la sangre fría para perderse. A pesar de que tengo las puertas abiertas en muchos sitios, otros lugares se resisten, y siento que no es por una cuestión de gusto o factura, es más por una cuestión de rigidez cultural en este país. Si has salido en la tele significa que hagas lo que hagas puedes estar en cualquier teatro, pero si el recorrido es más a paso lento, hay que pasar muchos exámenes, y por desgracia, muchos exámenes en este país no son exámenes a la obra en sí, sino a la imagen. Sigo disfrutando de la escena alternativa y poco a poco se abren otros espacios. Veremos por donde va.
A nivel artístico me he vuelto más profundo. Ahora cuento más desde adentro, entro más y eso no siempre es fácil ni para mi ni para el espectador, pero soy mucho más honesto.
¿Es importante tener colaboradores habituales en el equipo artístico y técnico?… ¿En qué medida participan del proceso de creación?…Yo no tengo un equipo muy amplio y cuento con pocas colaboraciones. Me gusta escuchar a quien me rodea y entre todos vamos a habitar un espacio creativo que nos toma a nosotros, pero suelo tener la voz cantante. Me gustaría colaborar con más gente pero no pasa. No es fácil para mi encontrar colaboradores que entiendan la obra desde lo que es y no desde lo que uno quiere imponer o le gustaría hacer, así hago yo con ella. Muchas veces no la entiendo ni quiero, y por lo tanto a veces me niego a explicarla. Eso hace difícil colaborar. Yo soy el primero que soy capaz de sacrificar horas de trabajo porque no es lo que se respira en el global. Tiro material a la basura como nadie. Y todos nos entristecemos por algunas escenas maravillosas desechadas pero no tenían espacio. Luego todos entendemos que salvar el cuerpo a veces requiere la poda.
Sí que tengo en mente que renovarme tras estos años requiere otras formas, cambiar la dieta del proceso creativo. Y será la fórmula, colaborar más.
Impartes cursos habitualmente…¿Cómo enfocas el trabajo en ellos…?¿Cuáles son los objetivos?…
Lo defino en una frase “bailar desde lo que cada uno es, buscando lo que cada uno puede”.
Lo que pasa es que yo soy un amante de la técnica. Me gusta ver a cuerpos formados y que sepan trabajar desde la forma, desde la energía, desde lo conceptual… y luego transformarlo. No es fácil y eso requiere mucha formación; cabezas pensantes, pero sobretodo y por encima de eso, cuerpos actuantes y en forma. Para mi el entrenamiento físico es una parte fundamental, prefiero que sea el cuerpo el que entienda y el que exprese; y eso requiere movimiento, cansancio, repetición… muchas variables que un cuerpo y una cabeza controladora no pueden admitir. Si no usas tu cuerpo explotando sus recursos al máximo hay algo que no funciona. Bailar es mover todo el cuerpo y eso despertará sensaciones que darán lugar a emociones… sin eso no hay danza, hay movimiento. El corazón debe estar presente como motor físico y poético, y es él quien va a ordenar las direcciones que mi musculatura va a tomar. La sensación la pongo yo, y la emoción la pondrá el que mira. Entender eso y saber manejarlo es el objetivo.
¿Qué ha supuesto la concesión del Premio Nacional?…
De momento alegría, y muchas entrevistas que algunas me han servido para recorrer lo que he hecho y otras para enfadarme por las malas interpretaciones y las frases fuera de contexto. Pero bueno, así somos y así leemos, se prefiere el morbo a la verdad. Dejando esto de lado, no sé si un Premio Nacional viene acompañado de seguridad pero siento que algo de eso habrá. Me ha permitido sentir la confianza. Lo recibo con mucha emoción, también con susto, pero eso me lo tendré que arreglar con el psicólogo. La frase que más he escuchado es que es un premio merecido y eso me emociona. Yo estoy dentro de la bola y no veo lo que se ve desde fuera. Ha sido una pequeña pausa para salir, ver donde estoy y seguir. No me cambia a mi, cambia la forma en que debo ver mi trabajo y presentarlo. Natalia Medina me decía que debo cambiar el chip de cómo me presento y lo decía con razón, recogí de una preciosa charla con ella, que el premio pesa, y eso cuesta, así que debo exigir otras cosas.
¿Cómo ves el panorama de la danza contemporánea en nuestro país?¿Qué colectivos te interesan?…
Ando muy despistado de lo que de verdad pasa. En los últimos meses a penas paso por Madrid, y me pierdo bastante. Lo que sé es de oídas. Cualquier valoración que pueda hacer sería errónea. Tengo curiosidad por ver en directo algunos nombres nuevos para mi. Aunque me da miedo desde hace años ver como se lanza a nuevos creadores sin plataformas a las que arroparse. Todo bailarín para sobrevivir debe crear, pero me pregunto si todos estamos preparados para eso. No sé si las instituciones saben qué están haciendo, cómo van a sostener todo lo que se lanza. Y pregunto si se lanza talento, sostenibilidad y plataformas, o si se está lanzando novedad. A mi me hubiera gustado ser explotado como bailarín y no pude. Ahora me toca apechugar con tareas que no me gustan nada.
¿Qué temas o propuestas te seducen a la hora de poner en pie un proyecto?…
Estoy muy abierto a todo, pero a todo lo que venga desde la fisicalidad, muchas veces compleja. Tengo que reconocer que yo tengo un lenguaje, que aunque siempre quiero modificar no puedo. Siempre trabajo desde la intuición y luego veo que es lo que hay. Al comienzo de mi carrera hablaba de la imagen, luego pasé por el amor, por la lucha, por la rendición, por lo religioso… y el público siempre ha visto animalidad. Cuando un cuerpo se mueve en todas las direcciones representa toda la vida del planeta. Yo considero que la poca vida que queda está en los animales, la imagen del hombre cada vez se parece más a una foto. Todo bien puesto, todo ordenado y empaquetado, la imagen de Narciso nos ha absorbido a la gran mayoría. Así que en el escenario intento salir de eso, para ver a cuerpos que expresan y ocupan todo. ¿Animales?, bueno, si es lo que el público ve, yo feliz con ello. El caso es que me interesa bailar. Todo lo que la arropa me aburre. A mi un par de minutos de entrega me bastan.
¿Hay un proceso o plan de trabajo que sigues habitualmente cuando empiezas un nuevo trabajo?…Háblanos de ello…
Sí, y es el no saber qué voy a hacer ni cómo. Llego al estudio vacío y dejo que sucedan las cosas. Mi trabajo es observar y ver por dónde camina todo. Miro a los bailarines saco “mis interpretaciones”, y hacemos que los cuerpos se muevan, para luego recoger estados. De ahí a la obra yo me pierdo en cómo lo hago. No sé cómo llegan las cosas, ni me interesa. Está claro que cuando llega la palabra mágica de lo que hay detrás todo se hace más fácil. Sería como el emergente, esto que dicen los psicólogos para referirse al estado general de un grupo en un momento concreto. Mis obras parten de ahí, del emergente que yo veo, que por supuesto no tiene nada que ver con la realidad.
Pero la creación es muy curiosa, yo pongo un título y reuno a gente… al final el título lo contiene todo. La primera palabra vale más que todo el discurso.
Háblanos de los proyectos que presentas en CUARTA PARED…
El lunes comienzo un taller creativo, la idea es imaginar que la gente forma parte de una compañía que dirijo y trabajar con ellos así. Siempre trabajo de forma individual, y luego voy organizando. Así será, un taller que se llama “Cada Persona”, y que tendrá una muestra el día 18. Antes que eso el día 17 propuse a todos los intérpretes que han pasado por mi compañía juntarnos y ver qué fue aquello que hicimos. No hay guión, solo la intención de contar cómo fue y bailarlo… Y el fin de semana repito programa. Por un lado Silencio, la última producción que bailé en Cuarta Pared y con lo que sigo dando vueltas, y para cerrar Perro; reconozco que esta última no es una decisión mía, pero ahí volvemos. Es un trabajo que para mi ya se queda muy atrás pero es verdad que cada vez que lo bailo renace arrollador. Fue un chantaje a mi negativa de presentar mi última obra, Tierra. Con los años y el nivel de exigencia sé que no puedo estar en todo como me gustaría. Una obra recién estrenada aún debe madurar, y presentarse con la solidez para la que ha sido creada.
¿Cómo está afectando los recortes y el aumento del I.V.A. en vuestra compañía?…
Empiezo diciendo que no me gusta hablar de estos temas. Está claro que cuesta más trabajo todo y también aburre todo. Lo que más me molesta es oír el discurso acerca del poco dinero que hay, cuando en el programa de un festival sabes que va a estar un artista que tiene un caché alto y no lo va a bajar, al tiempo que se pide una reducción de mi coste. Me molesta el lloriqueo y el que traten a uno como idiota. A estas alturas uno sabe dónde quiere estar y cómo. Todos somos conscientes de los recortes y de las formas de inversión. Está claro que las compañías sin marca serán las perjudicadas. Yo desconozco mucho de lo que hay detrás y estoy seguro que todos queremos hacerlo bien. Pero a veces me siento escuchando discursos vacíos que responden a justificaciones de la culpa por no ser justos con todos.
Los políticos no consumen cultura, al menos no la que hacemos nosotros, entonces cómo es que son ellos los que la gestionan… Pero sumo como autocrítica, los estudiantes de danza tampoco van a ver danza…
El IVA y los recortes están matando algo a lo que las personas tampoco estamos dando de comer.
¿Se pueden plantear propuestas arriesgadas hoy?…
Supongo que la pregunta tiene un matiz económico o de rentabilidad, porque todos tenemos nuestro público. El caso es a dónde quieres llegar con lo que haces. Depende de lo que esperes de ello. Arriesgado puede ser contar desde un lugar poco convencional, llenar un auditorio de 1000 personas o una sala alternativa de 80 butacas, o en el peor de los casos hacer una exposición que no deja de ser terapia con público. Yo creo que si uno tiene claro qué es lo que está haciendo puede lanzarse sin más. En mi caso yo no pretendo hacer propuestas arriesgadas, no me sale otra cosa, y soy consciente de que no todo lo que hago llega o no se entiende, pero si existe por algo será.
¿Qué le dirías a un joven que empiece hoy en la danza?…
En cada clase no te olvides de tu cuerpo y sus posibilidades. Uno puede estar por encima de determinadas circunstancias, y aunque la imagen está muy relacionada con la danza, pensar sólo en ella no nos va a hacer mejores. Mirar dentro sería la clave, mirar cada hueso, cada músculo, cada órgano… y pedir a cada uno que realice su función, respetar la función del cuerpo y agradecer por ello. Para mi falta formación e información de quién somos y quién podemos llegar a ser. Veo a muchos que se lanzan con talento y poca formación. Y otros que se forman mucho y no arriesgan. La conciencia es el trabajo más duro, pero también es el que mejor resultados dará. Estar en esta profesión es una decisión y no es fácil.
¿Qué le pedirías a las Instituciones Culturales para la danza?…
Lo primero que me sale decir es que en general se habla mucho para no decir nada, así que se mueve también mucho para no contar demasiado. Las instituciones culturales están dirigidas por personas que lo hacen lo mejor que pueden, pero también se les critica mucho y supongo que con razón, no nos podemos equivocar tantos a la vez. A veces por falta de criterio, de profesionalidad o de muchas cosas que desconozco. Parece que la institución cultural es un ente feroz que decide si vales o no en cuestión de criterios personales o económicos, y no artísticos. Una pega que yo tengo aquí y ahora, es que cuando llamo a un gestor cultural, la gran mayoría de las veces está reunido, o tiene la programación cerrada y da igual lo que se insista, no importa el trabajo, sino la imagen que la institución o sus colegas tengan de los trabajos, no el real. Este tipo de respuestas que en algunos casos serán reales, genera desconfianza y poca credibilidad, al menos eso me pasa a mi. Y se da mucho. De 100 llamadas sólo se habla con dos personas. Entiendo el juego y el desborde, pero eso no justifica las formas. Ser honestos y entender que la institución cultural existe porque hay cultura sería el primer paso. Luego habría que diferenciar entre arte, cultura y entretenimiento. Y parece que la institución, hablando en general ha hecho distinción en dos apartados, entretenimiento y economía (que no estaba en mi lista). Pretender que todo tenga un resultado “salvavidas” es pedirle a un árbol que dé flores bajo una gran nevada.
¿Qué referentes en la danza internacional tienes?…
Pina Bausch siempre me inspiró, nunca falla o mejor dicho, nunca falló. Luego me gusta seguir la gran mayoría de los trabajos europeos. Anouk Van Dijk, siendo menos conocida me gusta mucho. Y por lo general trabajos concretos no artistas. Las grandes marcas de Bélgica no me llegan tanto, supongo que hay una explotación del factor sorpresa que como el chiste que se repite ya no hace gracia. Pero reconozco el talento y la fábrica de trabajos tan comprometida. Me quedo con el estudio. Ver a la gente de cerca me seduce más, y cuando veo lo que pasa fuera hay mucho que me toca en la cercanía y otro tanto que me aburre con su discurso intelectual.
¿Qué espectáculo de danza has visto últimamente que te haya interesado?…¿Por qué?…
Como acabo de decir, me quedo con la cercanía de los ensayos en movimiento. Ver de cerca a gente como Janet Novas, Laura Marrero, Carmen Werner o los bailarines que trabajan en mi compañía me despierta el alma. Cada vez necesito ver a la gente más de cerca. Los espectáculos no me conmueven. Prefiero cinco minutos de honestidad con el cuerpo que los grandes despliegues económicos.
Con todo esto no me puedo sacar de la cabeza algunos cuadros de la última obra de Angélica Lidell, aún siendo teatro, hubo momentos de pelos de punta; tuve la suerte de ver el estreno en Zagreb junto con otros trabajos de danza, y gana ella y su elenco en el sufrir del músculo.
Un espectáculo no deja de ser un viaje, y lo que pasa en los viajes se mueve entre el agrado y el desagrado, y más después de viajar tanto.
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