«La Sylphide» de la CND en el Teatro de la Zarzuela
El ballet romántico ‘La Sylphide’ llega al Teatro de la Zarzuela un año después de su estreno en Madrid, siendo la primera producción de la Compañía Nacional de Danza (CND) bajo la dirección artística de su nueva directora, Muriel Romero.
La Compañía Nacional de Danza de España cierra el año con una interpretación de La Sylphide, obra clave del repertorio romántico, en el emblemático Teatro de la Zarzuela. La representación, bajo la dirección artística de Muriel Romero , logró un delicado equilibrio entre tradición y frescura, mostrando el compromiso de la compañía con la excelencia técnica y la renovación del ballet clásico.
Desde el inicio, el espectáculo capturó la atmósfera etérea y mágica que define a esta obra. El telón se abrió a un diseño escenográfico que, sin desbordar en opulencia, recreaba fielmente la Escocia bucólica y misteriosa que envuelve la trama. El trabajo del equipo de iluminación fue particularmente destacable, utilizando sutiles transiciones cromáticas que acentuaron tanto los momentos oníricos como los más oscuros del drama.
Interpretaciones destacadas
La interpretación de James, el soñador y atormentado protagonista, estuvo a cargo de Yanier Gómez, quien destacó por su impecable técnica y profunda emotividad. Gómez encarnó a la perfección el conflicto interno de su personaje, logrando transmitir al público la mezcla de fascinación y desesperación que lo consume. Su ballon en los saltos y su control en los adages fueron sencillamente impresionantes, aportando una calidad aérea que encarnaba el anhelo de lo inalcanzable.
Por su parte, Giada Rossi como la sílfide fue un verdadero deleite visual. Su fragilidad aparente y gracia infinita hicieron que su interpretación rozara lo sublime. Cada movimiento parecía no solo técnicamente impecable, sino cargado de una poesía que daba vida al carácter etéreo de la criatura. Su química con Yanier fue palpable, añadiendo capas de intensidad a los momentos más íntimos de la obra.
Mención especial merece la bruja Madge, interpretada por una poderosa Irene Urueña, quien logró infundir al personaje una presencia escénica arrolladora. Su Madge no solo resultó amenazante, sino también fascinantemente humana, dando profundidad al antagonismo de la historia.
El cuerpo de baile y la dirección
El cuerpo de baile de la Compañía Nacional de Danza mostró una gran cohesión y técnica precisa, especialmente en las danzas grupales del primer acto y las escenas de las sílfides en el segundo. Su sincronización y fluidez contribuyeron a crear una atmósfera inmersiva que transportó al público a un reino de ensueño.
La dirección de Joaquín De Luz y posteriormente de Muriel Romero, la nueva directora, se sintió respetuosa con la tradición, pero con pequeños toques de modernidad que refrescaron la obra sin desvirtuarla. De Luz demostró una comprensión profunda de la narrativa y del lenguaje coreográfico romántico, otorgando a La Sylphide un ritmo equilibrado y un desarrollo emocional coherente.
Música y acompañamiento
La Orquesta de la Comunidad de Madrid, dirigida por Daniel Capps, ofreció una interpretación vibrante y matizada de la partitura. La orquesta supo resaltar los contrastes emocionales de la obra, desde la alegría bucólica del primer acto hasta la melancolía trágica del desenlace, contribuyendo significativamente a la atmósfera general de la representación.
La Compañía Nacional de Danza reafirma con esta Sylphide su lugar como una de las principales compañías de ballet clásico de Europa. La combinación de un elenco sobresaliente, una dirección artística inteligente y un compromiso palpable con el arte hizo de esta representación una experiencia inolvidable para el público madrileño. En un año marcado por desafíos globales y una creciente necesidad de conexión emocional a través del arte, esta Sylphide se alza como un testimonio del poder transformador del ballet.


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