Revista digital de Artes escénicas -Año 12º-

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Entrevista a Blanca Li

 

 

¿Cómo surge el proyecto de ROBOT?…

image_383_image_frTodo empieza del cotidiano, no hay un momento concreto en el que digo ¡Ay! voy a hacer este espectáculo, sino que, poco a poco, me voy dando cuenta de que las máquinas están invadiendo mi vida y están cada vez más presentes y esto me va creando una reflexión sobre un cambio que está ocurriendo y un día me entran las ganas y pienso que podría ser interesante trabajar sobre este cambio, la adaptación del hombre a la máquina… Hojeas la prensa y ves los robots, te metes en Internet e investigas un poco en nuevas tecnologías, y cosas que se utilizan ahora en la relación contemporánea: música, cine, … en la robótica hay un mundo increíble de posibilidades para crear y en Japón están muy obsesionados por encontrar un robot de compañía para, de alguna manera, ocuparse de una población que es cada vez más vieja y que necesita asistencia… hay un mercado a la vista. En Francia también existe una de las mayores empresas de robótica desarrolladas: acaban de sacar un nuevo robot que se llama Romeo, que es el hermano mayor de Nao, el que yo uso en el espectáculo, y cada vez se acerca más al robot de compañía.

Así  que me fui a Japón para interesarme por todo ésto, inspirarme, ver exposiciones, encontrarme con gente que investigaba, ver los artistas que usaban máquinas y tecnología y ahí descubrí a Maywa Denki que es uno de los artistas que ha creado máquinas autónomas que en realidad son instrumentos que tocan solos, y me encantó el trabajo que hacía, me pareció muy bonito y poético y a la vez supermoderno y ultradesarrollado tecnológicamente. Correspondía con la idea que yo tenía del proyecto en el que los artistas y las máquinas compartían el espacio escénico.

¿Cómo ha sido el proceso dramaturgico en la puesta en escena?

En realidad, para mí, es como una metáfora del mundo contemporáneo y una reflexión sobre el presente y el posible  futuro de la evolución de la relación del hombre y la máquina, que es obvia y que ha cogido una velocidad increíble: en los próximos años van a pasar todavía muchas cosas como las impresoras en 3D, que imprimen comida, los coches que viajan solos, … Hay un futuro muy cercano en que las cosas van a cambiar de manera radical y a mi me apetecía hablar de todo ésto, pero a través de sensaciones y con la idea de la evolución del hombre y de la adaptación del hombre a la máquina, que eso es lo que me sorprende: la velocidad a la que va surgiendo y a la que nosotros nos adaptamos, a los tres días ya manejamos el teléfono y sabes cómo funciona… las máquinas las crea el hombre, pero para que éste se adapte rápidamente. Y también reflexiono sobre la aparición del hombre-máquina: obviamente, con el primer implante de corazón y con otros órganos que se van a ir haciendo, el hombre tendrá piezas de recambio… Con todo este tipo de sensaciones es con lo que quiero experimentar.

Dentro del propio espectáculo se expresa esta evolución: al principio están los cuerpos y es una danza depurada, no hay nada, y poco a poco las máquinas van invadiendo el espacio escénico hasta que las máquinas están ahí como pepito por su casa y los bailarines se van acostumbrando a ellas, que es lo que pasa en la vida real… no nos damos cuenta pero ahí están.

¿Hay algún referente técnico del que has partido para esta coreografía?

Las máquinas de Maywa Denki serán las máquinas que toquen la música en directo, autómatas que son mis músicos. Al volver a París me encontré con los fabricantes de Nao, el robot humanoide que no llega al metro de altura y que está bastante desarrollado. Fui a ver a los fabricantes, ya que la parte del movimiento les interesa mucho y todavía tienen que investigar mucho hasta que el robot pueda moverse mejor. Decidí que haría el espectáculo con los autómatas musicales, las partes de video que suelo utilizar para mis espectáculos y los robots humanoides que me acababan de presentar. Ahí empezó la aventura y primer paso del espectáculo.

¿Cómo ha sido el proceso de creación?…¿Qué te ha inspirado?…

Ha sido largo, han sido casi tres años desde que tuve la idea hasta que he acabado el espectáculo. Siempre me ha gustado utilizar la tecnología, pero sabía que es algo lento y pesado y que tiene otro ritmo diferente al del bailarín en un estudio. Entonces, empecé mucho antes con las máquinas que con los bailarines. Sé el ritmo de los bailarines pero no sabía el de las máquinas y tenía miedo de que las máquinas me superaran y comencé con un programador que venía conmigo al estudio. Yo tenía que entender cómo funcionaba la programación de un robot y cómo podía darle una coreografía. Te das cuenta de que es muy lento, manipular mucho, es un trabajo de animación: le pones la mano en un sitio, lo grabas, subes un poco la mano, lo grabas…pero la pierna ya la has tenido que mover antes y grabarlo y tener mucho cuidado para que no pierda el equilibrio entre un movimiento y otro… es bastante complicado, lento y al principio frustrante porque llevaba cinco horas y no había conseguido que diesen un paso… Primero me tuve que adaptar a ese trabajo y saber cómo funcionan para poder saber lo que iba a hacer.

Por otro lado, con las máquinas musicales teníamos el mismo problema…hay que componer la música expresamente para esas máquinas, ya que no tienen todas las notas musicales, son instrumentos musicales y algunos tienen tres notas, dos sonidos… y entonces Tao Gutierrez, el compositor al que pedí toda la música, se tuvo también que ir a Tokio, pasar tiempo con las máquinas para entenderlas y cada uno intentábamos avanzar para tener, cuando llegaran los bailarines, una parte del trabajo hecho, porque sino era imposible.

Luego llegaron los bailarines, después de saber cómo funcionan las máquinas y como se programan, y en el estudio se empieza a trabajar… Primero organicé una parte de trabajo sólo con los bailarines y luego ya los juntábamos a las máquinas y a partir de ahí venían todos los problemas, muchísimos, la máquina se aceleraba, la música se cortaba, el robot se caía… todo era una superación de problemas…poco a poco y día tras día, y ante la desesperación de todo el mundo, conseguimos todos adaptarnos a ese ritmo de las máquinas y tener un poco de paciencia… a veces hasta se iba el wi-fi y había que parar, el ordenador que se bloqueaba, … los bailarines a veces se desesperaban también… no era un ensayo normal de esos que empiezas de arriba a abajo… al minuto teníamos que parar… pero día tras día superamos los problemas. El proceso duró 4 meses todos juntos y como un año desde el momento en que tengo las máquinas hasta el estreno.
¿Qué balances haces de tus últimos trabajos como creadora?…

imagesYo no hago balances… En realidad en el momento en que acabo un trabajo ya estoy pensando en el siguiente. Sobre todo vivo experiencias, cada trabajo para mi es una experiencia y es un periodo de mi vida que corresponde a un estado de ánimo, a algo que he vivido y cada trabajo corresponde a un periodo, a cómo estaba en mi vida y porqué lo hice y durante el momento en que vivo ese proceso, estoy metida en algo, me lo paso superbien y me divierto un montón y cuando ya salgo de ese proceso, que ya siento que lo he acabado, porque no es el día del estreno, sino que a veces tardo un par de meses más mientras el espectáculo gira y lo veo, lo analizo, lo cambio, lo arreglo…  y hay un día en que lo dejo en paz y me vuelve a arrancar la capacidad de crear. Pero mientras tengo un proyecto es un bloqueo que me cuesta pensar en otro proyecto…aunque a veces se me han juntado varios… Muchas veces tengo que esperar meses para que de entre las ideas que tengo una coja más fuerza.

¿Qué espectáculo de danza has visto últimamente?¿Qué te pareció?…

Lo último que he visto es el de Benjamin Milpied, el que va a ser director de la ópera de París, y era un espectáculo interesante con piezas de cuatro coreógrafos invitados, cada uno con personalidades diferentes y a la vez con cierta unidad con lenguajes comunes y a la vez completamente diferentes y me apetecía verle porque es el referente de la ópera de París y viene de estar muchos años en Los Ángeles y es una personalidad en la danza. Me gusta ver el trabajo de otros coreógrafos.

¿Conoces el estado de la danza contemporánea en España?…¿Qué referentes internacionales tienes en la danza?…

Es una catástrofe, pero no es de ahora, ha sido siempre una catástrofe. La pena es que no ha evolucionado mucho en todos estos años. Me fui de España por desesperación, no sé si me habría quedado si la danza estuviera mejor. Tenía la sensación de tener un paredón delante, de estar encerrada ante una muralla. Sentí claramente que no iba a crecer. Tenía mucha energía y ganas pero es como cuando estás encerrado…y lo sentí como una necesidad fuerte el tener que salir e irme para poder crecer y, realmente, es lo mejor que hice en mi vida, porque creces con la experiencia y la posibilidad de crear, nadie es crear, pero si tienes la posibilidad de crecer y crear como artista hay que intentarlo y eso solo te lo permite la creación, darte hostias y trabajar día a día… Para mi la creación es como un músculo, hay que ejercitarlo e ir mejorando, pero si no puedes, y es el caso aquí, porque es muy difícil crear si no tienes un contexto, ayudas… las compañías están solas y no tienen ningún tipo de ayudas y como artista es difícil crecer en esas condiciones. No es cuestión de ganar dinero en la danza… aunque seas el mejor del mundo no genera grandes beneficios, es una economía pequeña, pero por eso es importante el apoyo, que te arropen, que haya teatros que te programen, gente interesada… En Francia los teatros tienen la programación hecha con un año de antelación, tienen los teatros con su público y te hacen promoción, en España no. Incluso hay teatros que te ayudan en la producción. Tienes compañeros y no estás solo, aquí no.

¿Proyectos?…

Tengo siempre mil… el problema es decidir cual. Estoy haciendo un rodaje de una adaptación de mi espectáculo «Electro Kif» al cine y tengo otro proyecto cinematográfico, otro espectáculo con el que voy a empezar a trabajar, otra cosa en Nueva York, otra en Buenos Aires…

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