La Joven Compañía viaja al origen del teatro
La Joven Compañía está creando un precedente del que surgirán, con el tiempo, muy interesantes efectos resultantes de todo lo que se está sembrando ahora. Resulta curioso que, de manera muy humilde, se ha ido construyendo un proyecto tan serio y necesario como este. No solo porque es una plataforma que permite el acceso a la profesionalidad a todo el sector joven de las artes escénicas si no, también, porque lo está haciendo con un rigor y generosidad envidiable. Cuando llevamos décadas intentando crear espacios oficiales que, con el dinero de todos se construyan puentes y tejidos culturales, sin conseguir, a día de hoy, mucho más que el relevo de gestores creativos que han desembarcado en los espacios para realizar su obra magna, olvidando que su tarea es, sobre todo, construir una realidad que aglutine los profesionales y les proteja en la complicada y frágil tarea de la creación. Pero bueno, ese es otro debate sobre el que habría que pedir responsabilidad algún día y que, los gestores en activo hoy, todavía están a tiempo de mirar con lupa el trabajo que se está desarrollando en La joven compañía. Sus primeros trabajos fueron una búsqueda de lenguaje común, de elenco creador y gestor del que han surgido trabajos muy interesantes. Ahora, han dado un giro o una pausa a ese posible repertorio poético y han viajado a los orígenes del teatro: Proyecto Homero. Y ahí, con la misma pasión de equipo, han sumado a dos autores: Alberto Conejero y Guillem Clua a los que han encomendado la tarea de adaptar a hoy La Odisea y La Ilíada. Las comparaciones son odiosas y en este caso más y valorando la idea de buscar un espacio común para las dos propuestas y un equipo artístico que transita también por las dos piezas. Ambos trabajos son muy valiosos y el patio de butacas lo valora como pude comprobar en una sesión doble para Institutos. No obstante, hay algo en La Ilíada que le da contundencia escénica, tal vez tiene que ver con ese lenguaje corporal paralelo que va construyendo un sub-texto escénico de gran poder. La Odisea nos sumerge en un viaje que sobrevuela más por encima de las olas del mar.…en la otra, nos sumergen en las entrañas de una tormenta marina.
Adolfo Simón

La Odisea de El Brujo en el Teatro del Canal
El brujo chamán surje de entre las velas detenidas del barco en el que ha hecho el trayecto a La Odisea, como lo hizo el intérprete al Monasterio de Silos, para viajar más allá de la realidad. El público, que siempre abarrota las salas donde este personal actor se presenta, ya sabe qué va a ocurrir en el escenario o no…Los espectáculos de El Brujo parten de una premisa para transitar por la realidad y la fantasía…el pasado y el presente…Y ese es el viaje emocional y sensorial que los espectadores esperan y desean. En La Odisea, además, todo el que no ha leído ese maravilloso relato, podrá recorrerlo de la mano de El Brujo…Asistirá a los paisajes y hazañas a través de las palabras. Un nuevo reto para Rafael Álvarez que resuelve magnificamente.
Adolfo Simón


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