Ping pang qiu de Angélica Liddell en el Festival de Otoño a Primavera
Occidente es un perro juguetón que atiende a la lectura de un fragmento de filosofía si se le da una golosina a cambio, un amante caprichoso y torpe. Este es uno de los primeros momentos de la última propuesta escénica de Angélica Liddell, con él se podría resumir la impotencia que siente la creadora ante este mundo que se devora a si mismo en un bucle vertiginoso y salvaje. Y para huir de este horror vacui se plantea imposibles que le permiten evadir su cabeza y su corazón. Y se enamora de China porque es un imposible y esa piel inagotable la fascina pero como en todo gran amor, descubre que el amante tiene un cuchillo debajo de la cama para cortar la yugular de la pasión, para tronchar las alas de la emoción, para amordazar la libertad de pensar y soñar. Y esta idea la deja desolada, frágil… Nunca ví tan frágil a Angélica, ella que siempre es un toro desbocado en escena…Ping pang qiu es un poema íntimo a dos voces, la suya y la de el resto de elementos vivos o no, que la acompañan en escena.
Adolfo Simón
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