La monja Alférez de Domingo Miras en el Teatro María Guerrero
La vigencia del personaje de la Monja Alférez es innegable puesto que nos hace reflexionar sobre cuestiones de sexualidad y género que siguen teniendo hoy en día una función cultural importante. La Catalina de Miras se identifica con los hombres y también con una serie de valores que a partir del siglo XVIII han sido considerados como masculinos (valor, fuerza, violencia, rígidos códigos del honor). Al actuar como hombre, Catalina no se rebela abiertamente contra las estructuras sociales, políticas o religiosas de la época, ni denuncia las injusticias de un sistema social que trata a las mujeres como inferiores. Es más, usa «su monstruosidad» como estrategia para subir en la escala social y para conseguir prebendas, que de otra forma le hubiera resultado difícil alcanzar. Este cúmulo de peripecias escrito por Domingo Miras nos habla de comportamientos del pasado que también son signos de identidad de gente de hoy en día. Por tanto, no era necesario que la puesta en escena transcurriera en una recreación milimétrica de la época en que vivió el personaje. Y sobre todo, no debieran aligerarse momentos dramáticos con chispazos cómicos y sigo preguntándome por qué todo ocurre en una especie de circo y por qué el personaje protagonista pasa de un actor a actriz cada cierto tiempo si nada que lo indique en el texto.
Simón Ribes


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