El testamento de María de Colm Tóibín con Blanca Portillo en el CDN
No hay mejor sensación que aquella que nos hace sentir que el peligro acecha desde el escenario. Y no hablo de esos espectáculos en los que temes que te empujen o sacudan físicamente, hablo de esas propuestas en las que sabes que has acudido a un lugar donde se va a abrir la puerta del rito sagrado, donde las meigas acudirán y el duende se abrazará a tu pecho. El testamento de María es un texto hermoso y desmitificador sobre la figura de la madre de Jesús. Una mirada emocionante y profunda de lo que tal vez vivió aquella mujer en un momento que cambió la religiosidad en el mundo. Está contado como si fuese una narración que se recuerda, un recorrido por los pasajes de los momentos cruciales de Jesús de Nazaret. La puesta en escena es sobria y llena de elementos para que una gran actriz como es La Portillo, se sumerja en un juego lúdico y comprometido. Ella llega al escenario caminando en la penumbra y ahí uno siente, desde el patio de butacas, que el teatro abrirá las puertas del imaginario de todos los allí convocados. Ella es una maga y una médium que transita por todos los momentos y personajes de la narración como si estuviesen escritos en su piel y en su cerebro. Blanca Portillo no está sola en escena, está rodeada de los fantasmas convocados para que entre en trance y nos traslade a aquel tiempo. Pocas veces hay peligro en el patio de butacas y muy pocas hay teatro en mayúsculas en la escena, en esta ocasión hay de ambos.
Adolfo Simón

Deja un comentario