CARLOS ÁLVAREZ-NÓVOA nos habla de su larga trayectoria en el teatro.
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro? ¿Realizaste otras facetas además de la actuación?…
Procedo del TEU (Teatro Español Universitario) de la Universidad de Oviedo, donde empecé en el año 1958 como actor y después lo dirigí, alternando mi trabajo como actor con el de director. Desde esa fecha, hasta la actualidad, no hay un sólo año de vida en que no haya hecho o participado en algún montaje; después del TEU, en el teatro independiente (en los años sesenta, por ejemplo, estuve en Goliardos), y después en el profesional. Mi dedicación fundamental, de lo que vivo actualmente, ha sido siempre como actor, pero también como director, como autor (entre otros tengo el premio Tirso de Molina) y como estudioso (he publicado varios libros de investigación teatral y fui muchos años profesor del Instituto del Teatro de Sevilla).
¿Qué es el teatro para ti? ¿Por qué haces teatro?…
El teatro, el cine, la televisión, es mi forma de vida. Podría dedicarme a otras cosas, pero, ¿por qué hago teatro? Pues porque creo que con ello se hace una importante labor social, porque disfruto haciéndolo, porque, como persona, es con la profesión con la que me siento más realizado… ¡yo qué sé e1 porque ha sido mi elección y he luchado y lucho para mantener la ilusión que me produce entrar en cada montaje en una vida nueva, distinta…
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria?…
Sin que suene a pretencioso, estoy satisfecho, porque siempre he hecho mi trabajo con toda mi ilusión y mi pasión, procurando honestamente dar lo mejor de mí mismo (y lo peor en los personajes malos). Durante toda mi vida me he dedicado a ello. Durante 55 años, que son los que llevo, en teatro he trabajado, como director o como actor, en 84 montajes; en cine -que empecé tardíamente con “Solas”-, en 26 largometrajes y en 66 cortos (es mi ONG particular); y he participado en más de veinte series de televisión. Y aparte de premios siempre he sentido a mi alrededor que mi trabajo era considerado, al menos, por su honestidad.
¿Qué diferencia hay para ti del teatro que se hacía en tus principios al que se hace hoy en día?…
Hay una diferencia grande. Por una parte, antes, estábamos menos preparados, el escenario era la única escuela y aprendías de tus errores. Pero por otra, el teatro que muchos hacíamos, sobre todo en la época de la dictadura, era, aparte de nuestra pasión, nuestro gran compromiso, nuestra arma para luchar por la libertad. Y creíamos en ello. Y a lo mejor, hasta sirvió para algo.
¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?…
La que ha tenido siempre: ser un espejo de la realidad para que el espectador se enfrente con sus propias preocupaciones, contradicciones y problemas y tome partido. Y, por supuesto, entretener y divertir. El teatro debe hacer pensar, pero nunca aburrir.
¿En qué proyectos has participado durante el último año? Háblanos de ellos…
En teatro, antes de “Una vida robada”, hice “La noche de Max Estrella”, un apasionante montaje de Francisco Ortuño coproducido por Centro Andaluz de Teatro y por el Centro Dramático Galego. Nada más ni nada menos que “Luces de bohemia” con un solo personaje en escena, Max Estrella, y con el texto íntegro de Valle-Inclán, en las voces de todos los demás. En cine se han estrenado este año dos películas, “Las cartas de Málex”, de Carlos Reyes y “El amor ya no es lo que era”, de Gabi Ochoa y está a punto de estrenarse “El mal del arriero”, de José Camello. Y en televisión he grabado para las series “Gran Reserva”, “Con el culo al aire” y “El Príncipe”. Y cuatro cortos “Soledad” (Fran Moreno), “Dios” (Carlos Val), “42” (Joaquín Villalonga) y “Adiós, adiós” (María Toscana). No me puedo quejar.
¿Cómo surgió tu participación en Una vida robada?…
Grabando con Petra Martínez en “Gran Reserva” me habló de la obra, ella estaba muy cerca del proyecto, y me pasó el texto, me encantó. Petra me propuso y me eligieron. Tanto Juanjo Seoane, el productor, como Julián Fuentes, el director, querían trabajar conmigo y yo con ellos.
¿Cómo ha sido el trabajo con el director? ¿Y con el resto del equipo?…
Julián Fuentes es un director lúcido, profundo e intuitivo al mismo tiempo. Me interesó mucho su propuesta y me entregué a ella al cien por cien. Aparte de su espléndido trabajo con los actores, consiguió crear un ambiente de entusiasmo y colaboración que favorecieron en el proceso de ensayos mucho al montaje. En la última fase del proceso intervino también el autor, Antonio Muñoz de Mesa, quien de acuerdo con el director, aportó al montaje ajustes muy interesantes. Y en el escenario tengo la fortuna de compartir mi trabajo con esa maravillosa mujer que es Asunción Balaguer, tan llena de vida, de ilusión, de optimismo y de alegría; me admira su sentido de lo teatral, su naturalidad y cómo vuelca en su trabajo toda la bondad de su persona. También me he encontrado muy a gusto con Liberto Rabal con quien tengo menos presencia directa en escena, pero muy intensa y muy potente. Mi personaje, con quien se relaciona fundamentalmente, es con el que interpreta Ruth Gabriel. Hacía muchos años que tenía ganas de trabajar con ella y he tenido la suerte de hacerlo. Desde el primer momento nos entendimos maravillosamente. En escena. Ruth es una actriz que, además de su personalidad, su formación y su profesionalidad, trabaja siempre con la verdad, se arriesga para ofrecer sus sentimientos y es extraordinariamente generosa. Creo que hoy es una de las mejores actrices que tenemos en España.
¿Qué proyectos tienes entre manos?…
Aparte de “Una vida robada” que durará toda la temporada, y posiblemente continúe la próxima, en cine, en junio, rodaré en La Capadocia, en Turquía, con Paula Ortiz (“De tu ventana a la mía”) una maravillosa versión suya sobre “Bodas de sangre” que con el título “La novia” protagonizará Inma Cuesta. Y en televisión participaré en un par de series que aún no se han comenzado a emitir (“El Príncipe” y “El chiringuito”)
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Están causando daños irreparables. La situación no es sostenible. Y se produzca o no el deseado cambio de ministro, lo que tiene que cambiar es la actitud del Gobierno hacia el teatro
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado? ¿Por qué?…
De lo que he visto en la última temporada, lo que más me interesó, por su puesta en escena, la “Hécuba” de José Carlos Plaza; y por las interpretaciones de los compañeros, me quedaría con la Carmela, de Inma Cuesta, y con los monólogos de Alberto San Juan (“Autorretrato de un joven capitalista) y de Sergi López (“Non solum”).
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