Genios olvidados
A veces es necesario recuperar personajes del pasado, la memoria es tan efímera…Aunque sea a través de la ficción, convirtiéndoles en personajes dentro de una trama real o imaginaria. Hay dos piezas escénicas en Madrid que realizan este cometido…En La noche de las Tríbadas de Per Olov Enquist dirigida por José Carlos Plaza en Nave 73, se expone a la figura del dramaturgo August Strindberg a un psicoanálisis dramático frente al espectador, mostrando los rincones más oscuros de su personalidad. En Un genio olvidado, en la Escalera de Jacob-Latina nos encontramos con un momento imaginado de la vida de Charles Howard Hinton que, gracias a la interpretación de Germán Torres, nos hace creer, por un momento, que estamos frente al personaje real. Dos piezas ambientadas en su época con teatralidad vitalista.
Adolfo Simón
«Olivia y Eugenio» en el Teatro Bellas Artes

Volver a ver a Concha Velasco sobre las tablas es todo un placer. No ha perdido ni un ápice de su vitalidad aunque haya pasado últimamente por los avatares que la vida nos pone por delante. Y de eso mismo trata esta obra. Parece hecha a propósito para la Velasco. Una mujer madura, con un hijo con síndrome de Down que se enfrenta a una de las mayores complicaciones de la vida… una enfermedad difícil que le pone un complicado reto a superar y que se enfrenta a una toma de decisiones vitales. Los grandes actores son así, arriesgados, y se toman las dos tazas de ese caldo que no quieren, y se meten en un personaje que les puede remover las tripas porque ya saben lo que es eso en la vida real, y se ponen de nuevo el mundo por montera tan ricamente y lo mismo les da afrontar un papel de heroína a lo Hécuba que una galerista como Olivia. Y aquí no solo es Concha quien tiene el reto de representar un papel que ya ha vivido en la vida real… también dos actores con síndrome de Down como Rodrigo Raimondi y Hugo Aritmendiz han tenido que superar muchas barreras y prejuicios por tener un cromosoma más…y han conseguido saltarlas todas y llegar a su meta.
Herbert Morote escribió una obra con un personaje con síndrome de Down y el quería que ese personaje lo interpretase alguien así. Un papel largo, que pone en escena por primera vez a estas personas durante toda la obra, nada de secundarios, protagonistas y con texto. El reto también era complicado pero José Carlos Plaza ha conseguido superarlo con creces. Todo muy cuidado y muy mimado, recosido con la aguja de Caprile y retocado con la escenografía de Franciscoo Leal supone una obra redonda en la que afloran sentimientos por los muchos temas que tocan y por la calidad del discurso escrito y oral.
Una obra que es una apuesta y una reflexión sobre muchos temas actuales y… una pequeña lección para aprender ternura, humor, nobleza y compromiso de incluso aquellos de los que creemos que no podemos aprender nada.
Luis Mª García Grande
Francisco Vidal nos habla de su larga trayectoria como actor y director
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…
Empecé en el Teatro Universitario a los 17 años. Gané un premio de interpretación y se marcó mi destino. A los 18 comencé a trabajar con Miguel Narros y William Layton como profesores. Y a los 24 estrenamos “El proceso por lasombra de un burro” de Durretmatt, dirigida por José Carlos Plaza. En 1991 abordé también la dirección con “La isla” de Athol Fuggard. Fué motivado por un bache como actor y ya llevo más de 30 obras. Me apasionan las dos cosas por igual. Pero cuando soy actor me olvido por completo que soy director y me mantengo muy disciplinado.
¿Qué balance harías sobre tu larga trayectoria como actor, director y pedagogo?…
Ha sido un camino largo y bueno. He tenido la suerte de trabajar mucho y casi siempre en cosas interesantes. He estado siempre aprendiendo y oyendo a muchos a los que admiro. Y poniendo en duda muchas cosas para cambiarlas o reafirmarme. Y en el camino estoy, sigo haciéndolo. Tratando tambien de transmitir mis experiencias…y mis dudas a las generaciones más jóvenes.
¿Qué diferencia hay para tí del teatro que se hacía en tus principios al que se hace hoy en día?
Había mucho trabajo. El público estaba preocupado por la cultura. Por la última obra, por el último libro, la última película. Pero a los jóvenes les costaba mucho entrar en la rueda profesional. Sin embargo hoy se encuentran mejor preparados, son más responsables y buscan la excelencia. En cuanto a directores teníamos a José Luis Alonso, Miguel Narros, Adolfo Marsillach… Y productores con ánimo de riesgo. Estábamos al día de las obras más importantes internacionalmente. Y había muchos autores españoles que estrenaban. Lo peor era la censura, pero se intentaba pasar por encima. Hoy los autores estrenan poco, salvo alguna figura, salvo en las salas alternativas, y el riesgo está limitado a ellas que alimentan los deseos de un teatro distinto.
¿Cómo surgen las ideas y los proyectos en los que teembarcas? ¿Qué te anima a participar en ellos?…
Pueden surgir por muchas razones. Sobre todo por mi creencia de la obra, poque despierte mi emoción o mi humor, o las dos cosas unidas, porque el estilo que más me gusta es la tragicomedia. Porque sea actual, o despierten cosas actuales, pues el teatro como museo no me atrae. Sigo con el equipo posible y la posible financiación. Muy complejo.
¿Cómo surgió tu participación en Napoles millonaria?…
Siempre he sido un gran admirador de Eduardo de Filippo.Cuando cayó en mis manos la obra me impactó y me divirtió, y desgraciadamente, era muy actual. Había un problema, once actores. Pero no podemos dejar de conocer obras importantes por la extensión de su reparto. Lo más dificil fué conseguir su estilo. Y el trabajo con los actores fué muy gratificante.
¿En qué proyectos has participado en el último año?…
He participado en TV. Pero en teatro ningún otro.
¿Qué proyectos tienes entre manos?…
He acabado de montar una obra sobre la memoria histórica:
“El valle de los cautivos”. Otra vez con el Teatro del Laberinto, que irá a principios de temporada. Es de un autor nuevo, Pedro Martín Cedillo. Magnífico y con mucha magia. Va a sorprender. También preparo “El zoo de Cristal” de Tennesee Williams para el productor Eduardo Galán y “En manos del enemigo” de José Luis Alonso de Santos para Enrique Salaberría. Tambien me interesa una obra de Noel Coward, “La vida manda”.
¿Qué obra te hubiera gustado hacer y no pudíste?…
Hay muchas: Rey Lear, Los bandidos, los últimos Arniches; aunque hice “El Sr. Badanas” y miles más. Mi ideal sería que me tocase la lotería y producir 10 obras al año, 5 de las grandes obras internacionales y 5 de autores contemporaneos españoles. Pero me temo que me voy a quedar con las ganas.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. A los proyectos del teatro? Sobre todo a que hay que ir sobre seguro. No caben riesgos. Si el teatro es un negocio limitado, a no ser que tengas un enorme éxito, ahora no hay casi salida.
¿Qué montaje que hayas visto ultimamente te ha interesado? ¿Por qué?…
“Ahora empiezan las vacaciones” de Strindberg, en La casa de la portera. Por la versión de Paco Bezerra, llena de inteligencia; por su dirección y sus actores. “El duelo” de Chejov, por una compañía procedente de Rusia, por su manejo de la teatralidad y el espacio…Dirección y actores. Y ayer mismo “Dionisio Ridruejo” por la complejidad de la obra de Ignacio Amestoy, que nos habla de una manera adulta, por la dirección de Juan Carlos Perez de la Fuente, su escenografía y expresividad teatralidad y mucho, mucho por los actores. El director de Strindberg es Luis Luque. No nombro a los actores porque son muchos y muy buenos. Todos estan magnificos y se puede ver por Internet.
¿Alguna sugerencia para seguircreando y haciendo teatro en tiempos de crisis?…
Hay que seguir haciendo teatro donde sea y como sea. El público se lo merece y nos necesita. Y nosotros no sabemos vivir sin él.
INMA CUEVAS nos habla de su intenso trabajo en los últimos proyectos escénicos.
¿Qué es el teatro para ti?…
Donde crezco, donde me refugio, donde respiro. La libertad. A donde acudo para hacerme mayor, para volver a ser niña, donde juego, donde sueño.
¿Por qué haces teatro?…
Porque un día decidí que allí, encima de un escenario podía ser.
¿Qué balance haces de tu trayectoria como actriz?…
Más que positivo, soy muy afortunada.
El esfuerzo se ve recompensado.
¿Cómo surge tu participación en los proyectos en que estás implicada ahora?…
De muy diversas maneras.
Juan Mairena, director y autor de Cerda se puso en contacto conmigo para ofrecerme un personaje en su obra. Lo leí, me apasionó su lírica y su sentido del humor. Entendí cada palabra y el porqué de cada coma. Delirante y valiente.
Pablo Muñoz -Chápuli, director de No son maneras de tratar a una dama, me conocía de haber trabajado en una producción anterior, Anda que no te quiero, parece que mi locura y mi comicidad le atrajo para colaborar en este gran musical del Off Broadway, lo único que le faltaba era saber si daba la nota, y ahí la he estado dando con fortuna.
True West es el más personal de todos. Mis compañeros de Los últimos días de Judas Iscariote , Alberto Berzal ,Luis Rallo e Israel Frías llevaban mucho tiempo soñando con poner en pie este texto de Sam Shepard. Quisieron contar conmigo y ahí estuvímos los lunes de Marzo, en el Hall del Teatro Lara bajo una impecable dirección de José Carlos Plaza.
MBIG llegó de la mano de José Martret. Imagino que entre los pasillos de La casa de la portera e iluminada por los cirios de Sor Cicilia, Martret vio la luz para enfundarme en una deliciosa Camelia a la que la debo tantas satisfacciones…
¿Cómo fue el proceso de creación en cada una de las propuestas?…
Cada proyecto nace de un lugar distinto, con compañeros que aportan desde perspectivas diferentes, pero siempre los abordo desde la ilusión, el compromiso y el rigor.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para crear tus personajes?…
Todos ellos están llenos de matices partiendo primero del propio texto.. porque ahí están muchas de las respuestas y luego añadiendoles color con todas las referencias posibles, desde lo que te dice el director de primera partida y leyendo sobre el autor, un perfume, una obra pictórica, una banda sonora particular, alguna serie de tv, viajando y descubriendo con tu imaginación lugares donde nunca has estado. Improvisando entre cajas. Dejandote llevar por lo que te proponen otros. Cuantas más referencias tengas más rico es el personaje.
Camelia de MBIG siempre despierta a la mañana cantando a Frank Sinatra, por ejemplo.
¿Cómo preparas los personajes?…¿Cuál es tu método?…
Después de un camino andado seleccionas lo mejor de cada casa, lo que de verdad crees que concuerda con tu forma de trabajar y de jugar con un texto, con un personaje, con tu compañero, con el público.
El rigor, la intuición y el trabajo constante. Ese es mi método. Saber lo que uno dice, a quién y por qué. Preparar el cuerpo y seguir descubriendo.
¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que vivimos?…
Cualquiera que nos remueva en la butaca, cualquiera que al salir sigamos pensando que estamos vivos.
¿Cómo crees que está afectando la subida del I.V.A. y los recortes en las ayudas al teatro?…
Por un lado parece que al haber poco presupuesto todo vale encima de un escenario y además se están recortando mucho los sueldos. Ya no se puede vivir de hacer un espectáculo, haces varios a la vez, o te buscas un trabajo alternativo como es el caso de muchos de nosotros… y por otro están surgiendo grandes propuestas teatrales que hacen que valga la pena seguir luchando a pesar de los obstáculos que nos ponen.
¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?…
Eso mismo, seguir creando. Los actores siempre estuvimos en crisis. Perseverancia y pensar que se puede.
¿Qué obra de teatro has visto últimamente?¿Qué te pareció?…
La visita escrita y dirigida por Antonio Muñoz de Mesa con Rosa Mariscal e Ivan Villanueva. Gran texto, grandes personajes. Delicada, poderosa, exquisita y al estómago.
¿Que ha significado el premio de la Unión de actores?…
He recibido todo el cariño y más por parte de mis compañeros actores. Después de todo un año trabajando duro este reconocimiento me alienta a seguir caminando. Muy agradecida.
¿Proyectos?…
Sigo con MBIG hasta el 13 de Abril y en Mayo estrenaré un proyecto muy personal y necesario en la sala Kubik Fabrik.
Muy pronto os iré contando.
Hécuba de Euripides en el Teatro Español
Hay muchos personajes femeninos interesantes en la historia de la literatura dramática. Hay muchas madres conmovedoras por cómo viven su condición de generadoras de vida, la lista sería interminable. Pero pocos personajes femeninos hay como Hécuba, por eso es un gran clásico. Que una madre esté en el tiempo del otoño de su vida y con todo perdido y aún así, sea capaz de reaccionar como el animal protector que todos llevamos dentro, no es tan fácil de encontrar en las páginas escritas por los autores de teatro. Hécuba es un mito porque supone el abismo para un personaje al tener que decidir entre la vida y la muerte, entre el perdón o la venganza. Y como inmensa tragedia que es, contiene todos los elementos precisos para que el espectador esté pegado a su butaca durante toda la representación. La puesta en escena de José Carlos Plaza ayuda a que esa mítica historia se acerque a nuestro tiempo, algo que también consigue Juan Mayorga con su versión. El elenco es muy acertado y dentro de él, está la actriz que, a lo largo de su carrera ha transitado por todos los estilos de teatro y de todos ha salido airosa sin perder su personalidad, ella es: Doña Concha Velasco.
Adolfo Simón
CARLOS ÁLVAREZ-NÓVOA nos habla de su larga trayectoria en el teatro.
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro? ¿Realizaste otras facetas además de la actuación?…
Procedo del TEU (Teatro Español Universitario) de la Universidad de Oviedo, donde empecé en el año 1958 como actor y después lo dirigí, alternando mi trabajo como actor con el de director. Desde esa fecha, hasta la actualidad, no hay un sólo año de vida en que no haya hecho o participado en algún montaje; después del TEU, en el teatro independiente (en los años sesenta, por ejemplo, estuve en Goliardos), y después en el profesional. Mi dedicación fundamental, de lo que vivo actualmente, ha sido siempre como actor, pero también como director, como autor (entre otros tengo el premio Tirso de Molina) y como estudioso (he publicado varios libros de investigación teatral y fui muchos años profesor del Instituto del Teatro de Sevilla).
¿Qué es el teatro para ti? ¿Por qué haces teatro?…
El teatro, el cine, la televisión, es mi forma de vida. Podría dedicarme a otras cosas, pero, ¿por qué hago teatro? Pues porque creo que con ello se hace una importante labor social, porque disfruto haciéndolo, porque, como persona, es con la profesión con la que me siento más realizado… ¡yo qué sé e1 porque ha sido mi elección y he luchado y lucho para mantener la ilusión que me produce entrar en cada montaje en una vida nueva, distinta…
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria?…
Sin que suene a pretencioso, estoy satisfecho, porque siempre he hecho mi trabajo con toda mi ilusión y mi pasión, procurando honestamente dar lo mejor de mí mismo (y lo peor en los personajes malos). Durante toda mi vida me he dedicado a ello. Durante 55 años, que son los que llevo, en teatro he trabajado, como director o como actor, en 84 montajes; en cine -que empecé tardíamente con “Solas”-, en 26 largometrajes y en 66 cortos (es mi ONG particular); y he participado en más de veinte series de televisión. Y aparte de premios siempre he sentido a mi alrededor que mi trabajo era considerado, al menos, por su honestidad.
¿Qué diferencia hay para ti del teatro que se hacía en tus principios al que se hace hoy en día?…
Hay una diferencia grande. Por una parte, antes, estábamos menos preparados, el escenario era la única escuela y aprendías de tus errores. Pero por otra, el teatro que muchos hacíamos, sobre todo en la época de la dictadura, era, aparte de nuestra pasión, nuestro gran compromiso, nuestra arma para luchar por la libertad. Y creíamos en ello. Y a lo mejor, hasta sirvió para algo.
¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?…
La que ha tenido siempre: ser un espejo de la realidad para que el espectador se enfrente con sus propias preocupaciones, contradicciones y problemas y tome partido. Y, por supuesto, entretener y divertir. El teatro debe hacer pensar, pero nunca aburrir.
¿En qué proyectos has participado durante el último año? Háblanos de ellos…
En teatro, antes de “Una vida robada”, hice “La noche de Max Estrella”, un apasionante montaje de Francisco Ortuño coproducido por Centro Andaluz de Teatro y por el Centro Dramático Galego. Nada más ni nada menos que “Luces de bohemia” con un solo personaje en escena, Max Estrella, y con el texto íntegro de Valle-Inclán, en las voces de todos los demás. En cine se han estrenado este año dos películas, “Las cartas de Málex”, de Carlos Reyes y “El amor ya no es lo que era”, de Gabi Ochoa y está a punto de estrenarse “El mal del arriero”, de José Camello. Y en televisión he grabado para las series “Gran Reserva”, “Con el culo al aire” y “El Príncipe”. Y cuatro cortos “Soledad” (Fran Moreno), “Dios” (Carlos Val), “42” (Joaquín Villalonga) y “Adiós, adiós” (María Toscana). No me puedo quejar.
¿Cómo surgió tu participación en Una vida robada?…
Grabando con Petra Martínez en “Gran Reserva” me habló de la obra, ella estaba muy cerca del proyecto, y me pasó el texto, me encantó. Petra me propuso y me eligieron. Tanto Juanjo Seoane, el productor, como Julián Fuentes, el director, querían trabajar conmigo y yo con ellos.
¿Cómo ha sido el trabajo con el director? ¿Y con el resto del equipo?…
Julián Fuentes es un director lúcido, profundo e intuitivo al mismo tiempo. Me interesó mucho su propuesta y me entregué a ella al cien por cien. Aparte de su espléndido trabajo con los actores, consiguió crear un ambiente de entusiasmo y colaboración que favorecieron en el proceso de ensayos mucho al montaje. En la última fase del proceso intervino también el autor, Antonio Muñoz de Mesa, quien de acuerdo con el director, aportó al montaje ajustes muy interesantes. Y en el escenario tengo la fortuna de compartir mi trabajo con esa maravillosa mujer que es Asunción Balaguer, tan llena de vida, de ilusión, de optimismo y de alegría; me admira su sentido de lo teatral, su naturalidad y cómo vuelca en su trabajo toda la bondad de su persona. También me he encontrado muy a gusto con Liberto Rabal con quien tengo menos presencia directa en escena, pero muy intensa y muy potente. Mi personaje, con quien se relaciona fundamentalmente, es con el que interpreta Ruth Gabriel. Hacía muchos años que tenía ganas de trabajar con ella y he tenido la suerte de hacerlo. Desde el primer momento nos entendimos maravillosamente. En escena. Ruth es una actriz que, además de su personalidad, su formación y su profesionalidad, trabaja siempre con la verdad, se arriesga para ofrecer sus sentimientos y es extraordinariamente generosa. Creo que hoy es una de las mejores actrices que tenemos en España.
¿Qué proyectos tienes entre manos?…
Aparte de “Una vida robada” que durará toda la temporada, y posiblemente continúe la próxima, en cine, en junio, rodaré en La Capadocia, en Turquía, con Paula Ortiz (“De tu ventana a la mía”) una maravillosa versión suya sobre “Bodas de sangre” que con el título “La novia” protagonizará Inma Cuesta. Y en televisión participaré en un par de series que aún no se han comenzado a emitir (“El Príncipe” y “El chiringuito”)
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Están causando daños irreparables. La situación no es sostenible. Y se produzca o no el deseado cambio de ministro, lo que tiene que cambiar es la actitud del Gobierno hacia el teatro
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado? ¿Por qué?…
De lo que he visto en la última temporada, lo que más me interesó, por su puesta en escena, la “Hécuba” de José Carlos Plaza; y por las interpretaciones de los compañeros, me quedaría con la Carmela, de Inma Cuesta, y con los monólogos de Alberto San Juan (“Autorretrato de un joven capitalista) y de Sergi López (“Non solum”).
Programa doble en el Teatro de la Zarzuela
Amores y desamores, chulería, pasión y celos son los ingredientes básicos del primer programa doble de la temporada. Un programa doble poco habitual pues la propuesta consiste en reunir en la misma noche a Bretón y a Falla, recuperando de este último uno de sus primeros trabajos para la escena. Dialogan de este modo un título prácticamente desconocido como Los amores de la Inés, con otro que es, probablemente, el más famoso del género, La verbena de la Paloma. Con ambas piezas, José Carlos Plaza ha tenido la oportunidad de mostrar unos personajes populares que pueblan calles, plazas y tabernas madrileñas mientras resultan zarandeados por sus propias pasiones amorosas. Con una escenografía basada en la pintura de Amalia Avia se construye un espacio doble con elementos comunes que sirve para transitar, a veces con personajes coincidentes por las dos historias de amor popular. El montaje tiene la peculiaridad de combinar rasgos castizos con otros menos tópicos. Todas las funciones se agotaron con mucha antelación, está claro que sigue vivo un público deseoso de nuestro género chico.
Adolfo Simón
José Pedro Carrión nos habla sobre su larga trayectoria en el teatro.
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…¿Realizaste otras facetas además de la actuación?…
A los siete años las Variedades llegaron a mi pueblo, a los doce salí voluntario para payaso, a los diecisiete hacía teatro leído, luego, con veintiuno, entré en la Resad y allí conocí en vivo y en directo a D. Manuel Dicenta y a William Layton… Salí de estampida tras él hacia el Pequeño Teatro de Magallanes 1. Y en ese teatruco eche los dientes…
¿Qué es el teatro para ti?…¿Por qué haces teatro?…
Una vocación. Creo que de servicio a los otros. Y lo hago, porque soy obediente a la voz que suena dentro…
¿Tu labor en el teatro lo has compatibilizado con otros trabajos?…
Vendí libros, hice la mili, cobré autobuses y me hice animador cultural… Me gusta mucho trabajar la madera en mi casa y los focos en el escenario… También sería cocinero…
¿Qué balance harías sobre tu larga trayectoria?…
Espero que la trayectoria de privilegio que he vivido me sirva para seguir buscando el camino hacia un sueño reparador.
¿Qué diferencia hay para ti del teatro que se hacía en tus principios al que se hace hoy en día?…
Por aquellas circunstancias nefastas, el teatro estaba más cerca de la sociedad. Ahora, que vamos directos a peor, además está en un momento de desprestigio, de conformismo, de autocomplacencia, que hace que a la mayor parte de las personas le sea indiferente.
¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?…
Cuando desarrollas el oficio de actor es cuando puedes darte cuenta del enorme capital humano que se pone en juego: el cuerpo, la respiración, la imaginación, la mente, el corazón, la voz, el silencio, la escucha del otro, las palabras escritas, que describen al hombre, la colaboración, la amistad, el coraje, la voluntad, la poesía… Y me extiendo con intención, aún habiendo más y más, porque es muy lamentable que en los teatros que se han hecho, o rehabilitado, los niños, los adolescentes, los mayores no lo practiquen. Y en su mayoría estén vacíos o infrautilizados. Quien en realidad hace el teatro son las personas que en el silencio y la oscuridad de la sala empiezan un sueño con nosotros, que cuando es buen teatro es transformador, también para el actor, y muy nutritivo para el espíritu y un gran antídoto contra la mediocridad.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?…Háblanos de ellos…
Con Valery Tellechea. Además de hacer Júbilo, por ejemplo en el Corral de Almagro en Julio, hemos dado cuerpo a Marguerite Duras en La Douleur, con versión de Juan Caño y un equipazo de colaboradores, Mariano Díaz, Juan Gómez Cornejo, Elisa Sanz, Enrique Vara… Y he vuelto a trabajar con José Carlos Plaza, que me enseñó tanto sobre este oficio, y al lado de mi admirada ha Concha Velasco y con Juan Gea, con el que he compartido tantas noches en el escenario. Y soy un hombre contento, viendo que los parlamentos de Eurípides han provocado en las personas una unanimidad y un calor en el aplauso, que a mi parecer convertían Mérida en un autentico Parlamento. Quizá también era la expresión de su rabia… Seguimos la gira…
¿Qué proyectos tienes entre manos?…¿Cómo surgió “Júbilo Terminal”?…
Seguir con VIVERO, donde trabajo el arte de “largar”, que mis queridos mayores dominaban. Cerraron Garaje Lumière. Allí trabajábamos, y , al aniquilarlo injustamente, me han dado en el talón. Quiero soñar espectáculos ricos en imaginación, que quepan en una maleta. Así nació Júbilo… Por la inspiración de Joaquim Benite, un buen amigo y gran hombre del teatro Portugués.
¿Hay algún proyecto que nunca pudiste realizar y te gustaría?…
Después de veintiséis años anhelando hacer Cyrano, antes de conseguirlo, soy muy precavido. Pero Einstein me tienta cada día, viendo tanta estupidez entre los hombres.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Como a cualquier ciudadano los impuestos nos abrasan. En el teatro es una forma de Inquisición. ¡Todos a la hoguera! La diferencia es que ahora estamos considerados como “mamandurrios” según la propaganda que lanzan los malos farsantes en nuestra contra. Pero mi queja se dirige hacia mi propio colectivo, por no reaccionar ni ahora, ni cuando hemos sido beneficiados por lo Público, ignorando un problema común para nosotros y para la sociedad en general: la reclamación del Teatro en la Educación de nuestros jóvenes. Se acaba el público acostumbrado a acudir a las salas. Una butaca ha costado hace poco mucho más de lo que hemos acostumbrado a la gente a pagar por ella. Ahora les parece caro. Y sin ayudas sólo nos queda la Taquilla. Sin gente en las salas ese IVA es criminal. Pero confío en que toda esta provocación tendrá su reacción apropiada.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
A mi el teatro me gusta, hasta cuando es malo. Echo de menos no ir todos los días… Lo último fueron unos ingleses, que, siendo buenísimos, también tienen su techo creativo…
¿Alguna sugerencia para seguir creando y haciendo teatro en tiempos de crisis?…
Crisis es la forma del teatro, y su sentido más profundo, para mi. Por eso siempre está terminal sin llegar a morir. Si todo va bien, quieres dormir. Mientras haya sueños habrá teatro… Quiero despertar mi astucia, mi picardía, para encontrar la manera de interesar. Siempre nos queda la plaza pública… “La crisis trae progresos” “La creatividad nace de la angustia” “Sin crisis no hay desafíos, ni méritos…” “Callar en la crisis es fomentar el conformismo” “La verdadera crisis es la incompetencia…” EINSTEIN dixit. ¡Qué fuerte!.
Manuel Canseco nos habla de su extensa carrera teatral
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…
Como muchos otros de mi generación comencé con el gusanillo del teatro durante mi tiempo de estudiante en la universidad. El TEU de aeronáuticos y luego el TEU del Distrito Universitario de Madrid fueron mis primeros puntos de enganche. Con este último se puso en marcha mi primera versión de los clásicos: “La Celestina”, que no llegó a ver la luz. Luego me inscribí en el TEM, que entonces estaba en la calle Barquillo. Allí me dieron clases: Maruja López, Ítalo Ricardi, William Layton y Miguel Narros, entre otros. Coincidimos en las clases profesionales Jose Carlos Plaza, Juan Francisco Margallo, Paca Ojea, etc.
Más tarde apareció la oportunidad de ser ayudante de dirección con José Luis Alonso Mañes y eso marcó definitivamente mi carrera. Fue una etapa maravillosa en el Teatro Nacional María Guerrero que duró más de siete años.
¿Realizaste otras facetas además de la dirección?…
Me dediqué desde el primer momento a la dirección, aunque participara como actor en diferentes ocasiones e incluso como extra en diferentes películas.
¿Tu labor en el teatro lo has compatibilizado con otros trabajos?…
Tan sólo al principio, luego, desde que salí del María Guerrero me dediqué exclusivamente a las Artes Escénicas como director y productor, con un dilatado periodo de paso por TVE en las labores de dirección y realización, que dejé para dedicarme únicamente al teatro.
¿Qué balance harías sobre tu larga trayectoria?…
Cuando miro hacia atrás, que lo hago pocas veces, suelo estar satisfecho de la labor realizada. Fueron tiempos difíciles, en los que creamos la primera compañía privada dedicada exclusivamente a los clásicos y en los que la falta de medios originaba tu principal censura artística. Algunos de aquellos montajes, hoy posiblemente caídos en el olvido al que tan proclive es nuestra profesión, tuvieron una gran repercusión y marcaron una línea de la que estoy satisfecho: La Paz, celebración grotesca sobre Aristófanes, de Francisco Nieva; El Cerco de Numancia, de Cervantes; La Orestiada, Medea, Troyanas, Casa con dos puertas mala es de guardar, Miau…
¿Qué diferencia hay para ti del teatro que se hacía en tus principios al que se hace hoy en día?…
Una diferencia abismal en cuanto a la forma de producción. Entonces el productor o las compañías privadas eran el sostén del teatro que se veía en el país, nombres propios que de año en año producían y giraban. Los teatros estaban también en manos privadas, habían de ser rentables y eso hacía que si tenías un buen producto te mejoraran fechas para la siguiente temporada. Esa forma de producción ya queda reducida a unos cuantos productores o empresas y gran parte de los empeños teatrales surgen de iniciativas grupales o esfuerzos cooperativos. Pero seguramente la mayor diferencia estribe en la falta de continuidad de esas compañías o grupos, la escasez de representaciones que obtienen la mayoría de los proyectos. Hoy nos conformamos, en el mejor de los casos, con los bolos de fin de semana. Recuerdo haber tenido que preparar maletas para dos meses porque no pasábamos por casa en ese tiempo. Ello también influía en la preparación de los actores. Los jóvenes que entraban en esas compañías tenían la oportunidad de observar día tras día a primeras figuras y de tener la posibilidad de dar el salto a papeles mayores dentro del elenco. El teatro era también escuela de práctica. Eso, desgraciadamente, se nota hoy día. En cuanto a la importancia de los montajes que se hacían creo andamos más o menos, pues si entonces había directores y empresarios con gran ambición artística también éramos sufrientes de los más burdos vodeviles. Hoy es de alabar, sin duda, el esfuerzo de esos pequeños teatros que han dado en proliferar acogiendo compañías jóvenes de gran talento.
¿Cómo surgen las ideas de los proyectos que pones en marcha personalmente?…¿Cuántos proyectos te han llegado como propuestas de otros productores?…
Uno se enamora de un texto que cae en tus manos y que te pide a gritos que lo pongas en pie, que le des vida a tu manera y te empeñas, a veces en el sentido económico de la palabra, hasta que lo sacas adelante. Creo que es una cuestión de amor… de amor y de necesidad de comunicación.
Me han llegado proyectos de otros productores, siempre privados, que eran como un gran descanso pues te permitían olvidar por un tiempo al hombre orquesta que era en mis propias producciones (productor, director, diseñador, iluminador, etc) para concentrarte sólo en el montaje escénico, en la dirección. Emilio Romero, Enrique Cornejo, Pedro Osinaga y Laura Cepeda han sido algunos de ellos. Al margen de mis direcciones en el Centro Dramático de Extremadura.
¿Ha sido importante tener unos colaboradores habituales en los equipos artísticos y técnicos?…
Nunca pude tener un equipo fijo de trabajo hasta que estuvimos en el teatro Galileo, pero siempre procuré trabajar con un reducido número de actores a los que a fuerza de coincidir ibas conociendo y por tanto formando un amplio equipo. Es verdad que lo echas de menos porque te facilitan las cosas y saben lo que quieres, pero también es verdad que la variedad enriquece. Ahora ya me rodeo de la gente con la que me entiendo bien.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?…
Jubilado ya de la práctica activa me dediqué a escribir. Estrené una versión, por encargo, de la novela de Calvo Poyatos, El manuscrito de Calderón, y estoy embarcado en una pieza original sobre María Estuardo e Isabel de Inglaterra. Pero como la práctica escénica no se puede dejar, me lió mi querido amigo Antonio Serrano para que pusiéramos en pie una dramatización suya sobre el Libro de Buen Amor y, en unión de dos maravillosos actores y dos músicos no menos maravillosos nos embarcamos en esa aventura que ha resultado una joya escénica que está teniendo un gran éxito bajo el nombre de Coplas de Buen Amor.
Háblanos de la experiencia de Fuenteovejuna…
Apenas acabado el trabajo de las Coplas me propuso la alcaldesa de Fuente Obejuna que hiciera el montaje de la Fuenteovejuna de Lope de Vega con gente del pueblo, un montaje que se hace periódicamente con diferentes directores; me ilusionó la idea y he dedicado a ello estos tres últimos meses.
Ha sido una experiencia humana y artística maravillosa y, seguramente, el trabajo más difícil de toda mi carrera, no tanto por no ser profesionales los actores (que algunos de ellos no los cambiaría si tuviera que hacerlo en Madrid) como por las dificultades que planteaba hacerlo en el mismo lugar donde se produjeron los hechos y en una enorme plaza en la que había que ubicar escenarios múltiples y dar continuidad y espectacularidad al importantísimo texto de Lope. La grandiosidad del espectáculo ha colmado con creces las expectativas, y las modificaciones aportadas para conseguir esa plasmación de la herencia que consideran como suya los vecinos dieron un magnífico resultado. Allí quedan un montón de amigos.
¿Qué proyectos tienes entre manos?…
Si las cosas no se tuercen tal como están los tiempos, una coproducción con el CDN y el Festival de Mérida para remontar un espectáculo emblemático en mi carrera: La Paz, en homenaje a Francisco Nieva y también, desgraciadamente, a Julia Trujillo, que acaba de abandonarnos y tuvo un gran éxito junto a Carlos Lemos con esa obra.
¿Hay algún proyecto que nunca pudiste realizar y te gustaría?…
Siempre los hay, pero de forma especial dos: Electra Jonda, un texto de Juan Guerrero Zamora que está conformado no solo por la palabra sino también por el cante y el baile, es decir, un espectáculo total y para el que estamos buscando patrocinio o financiación, y un texto clásico, La gallega Mari Hernández, de Tirso de Molina, amén de un musical sobre el Tenorio en el que trabajé durante años. Son empeños caros y arriesgados…
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Muy negativamente. La cultura no ha de ser por necesidad económicamente rentable; ha de serlo socialmente. En una sociedad en la que la preparación cultural se va debilitando y el teatro no ha calado en los hábitos de ocio de los ciudadanos como en otros países, cualquier traba de tipo económico que nos afecte sólo puede empeorar la situación. Es difícil entender que el precio de la butaca se grave mucho más que una localidad de un evento deportivo de masas. Cuando esto sucede algo va mal en los políticos y dice mucho por su falta de interés hacia la cultura.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado? ¿Por qué?…
No es uno solo, y muchas veces en teatros pequeños, pero tal vez el que recuerdo ahora con más gusto es Follies, el último montaje de Mario Gas en el Teatro Español, por ver ese plantel de actores desenvolverse con soltura en escena cantando y bailando, y como lo consiguió Mario de manera tan “natural”.
¿Alguna sugerencia para seguir creando y haciendo teatro en tiempos de crisis?…
Si alguien la tiene, por favor, que nos la diga…
ALBERTO IGLESIAS nos habla de su experiencia en el teatro
¿Qué es el teatro para ti?…¿Por qué haces teatro?…
El teatro es mi oficio, mi pasión, mi vocación y mi vida. Es el lugar donde maduro, evoluciono, me hago persona y me divierto. Hago teatro (y cine y tele) porque actuar me permite ser muchos y esos muchos me ayudan a comprender el mundo y a mí mismo pero, sobre todo, porque me permite contar historias y disfrutar el arte y la poesía y la comunicación y el ritual que supone subirse a un escenario frente a un público.
¿Qué balance haces de tu trayectoria como actor?…
Un balance muy positivo. Llevo veinte años viviendo de un oficio difícil e inestable. ¿Qué más se puede pedir? Me siento muy afortunado. He participado en espectáculos muy hermosos que han contado con el aplauso del público y me han permitido conocer a compañeros (autores, directores, actores, productores, técnicos…) de gran talento y que rebosan amor por las tablas.
¿Cómo surge el proyecto Serena Apocalipsis?…Háblanos de la obra?
Antonio C.Guijosa me llamó para hacerme una prueba y luego me propuso formar parte del elenco. No conocía el texto, pero había leído Presas, de Ignacio del Moral y Verónica Fernández y hacía poco había asistido a la lectura del Mármol, de Marina Carr, en el CDN – dentro del ciclo de Dramaturgia Irlandesa- que con tan buena mano había dirigido Antonio así que me pareció una propuesta muy atractiva: lanzarse al vacío como uno salta en los sueños. La obra plantea un futuro posible y aterrador, un futuro en el que la supervivencia está teñida de nostalgia, violencia y miedo. Una visión pesimista del presente pero llena de luz en su forma. Un texto, el de Verónica Fernández, que nos enfrenta con nosotros mismos y nos hace reflexionar sobre nuestra situación aquí y ahora, lleno de poesía y de personajes entrañables; supervivientes…
¿Cómo fue el proceso de creación de tu trabajo?…
Ha sido un proceso rápido en que había que asumir muchos riesgos. Por un lado es un personaje de composición (un hombre mayor que yo y bastante tocado del ala) y por otro, al ir cambiando el texto a medida que el espectáculo avanzaba, he tenido que ir adecuándome a las necesidades de la dramaturgia y la dirección.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para crear tu personaje?…
No lo sé. Es muy posible, pero no soy consciente. En algún momento, hablando de fisicidad del personaje, he pensado en la comedia del arte, disciplina a la que me aproximé en Italia…pero como un eco nada más. Ni siquiera estoy del todo seguro y espero que nada de eso se vea en Gallego (mi personaje de Serena Apocalipsis).
¿Qué balances haces de tus últimos trabajos como actor en teatro?…
La experiencia, la formación y el encuentro con las formas de trabajo de otros actores me han ido permitiendo ser más libre para crear. He aprendido a estar inseguro, a no buscar el resultado y disfrutar del camino durante el proceso de ensayos. Veo personajes diferentes entre sí y eso me gusta. Hay variedad de registros y eso me llena de orgullo. Aunque igual la imagen que tengo desde dentro es errónea… En todos los casos el público tiene la última palabra.
¿Cómo preparas los personajes?…¿Cuál es tu método?…
Yo trabajo con tres herramientas: el texto, los compañeros y la intuición. Luego está el director que me guía y aporta la visión global del espectáculo. Pero yo trato de hacer mis deberes y llevar propuestas. Me gusta saber qué dice cada palabra, el por qué de cada reacción… Primero hay una labor solitaria en la que uno imagina en casa y lee entre líneas tratando de descubrir los rasgos del personaje. Luego, durante los ensayos, trato de estar disponible a lo que ocurra. El reto está en no pensar y hacer, confiando en que la técnica te cuidará de no equivocar demasiado el camino. Es apasionante.
¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que vivimos?…
Estoy con Brecht cuando habla en su Organón de Divertir. Este Divertir debe entenderse en un sentido amplio: denunciar, emocionar, empujar a la reflexión… Ésta ha sido la función del teatro siempre, en épocas de bonanza y en tiempos de crisis. Quizás ahora, más que nunca, necesitamos un teatro humanista que nos permita ver los vicios de la sociedad en que vivimos, pero siempre teniendo en cuenta que nuestra lucha se hace desde la inteligencia, el ingenio, el humor y el amor.
¿Crees que afectará mucho la subida del I.V.A. y los recortes al teatro?…
Ya están afectando, y mucho. Se está alejando al público de las salas. Estamos sufriendo un proceso de inquisición amparado en la economía. Quieren ponernos en contra del pueblo con ese discurso de vivimos del cuento… Ahora, nosotros, cuando subimos a un escenario, subimos a mentir y esas mentiras tienen un efecto sanador y reconfortante en la mayoría de los casos. El público va al teatro para que le engañen y vota para que le digan la verdad. Es muy injusto lo que nos están haciendo. Veo muchas compañías desapareciendo y otras malviviendo, reinventándose… Artistas con mucho talento a los que no se les da ninguna oportunidad… Saldremos adelante, porque siempre lo hemos hecho, pero no tratar el teatro como un bien cultural me parece un error histórico.
¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?
Anne Bogart lo explica muy bien. Trataré de resumir sus palabras: No esperes a tener las mejores condiciones, ni el tiempo, ni el dinero. Trabaja con las personas y con lo que tienes “aquí y ahora”. Y sé paciente. Yo añadiría que vivimos un tiempo para la unión. Somos artistas de la imaginación y lo estamos demostrando: se abren espacios nuevos, lugares donde se hace posible lo difícil. Todo para llegar al público. Y no venirse abajo y no dejarse vencer por el miedo. Trabajar, trabajar y trabajar…
¿Ayudan los premios para seguir peleando por mantener un lugar digno en esta profesión?…
Todo ayuda. Esta es una carrera de fondo y no está mal que alguien, de vez en cuando, te pase una botellita de agua o alguna bebida energética. En este caso, con el premio de la Unión de Actores, la ayuda es el pensamiento de que el trabajo que uno hace va por buen camino y que los compañeros lo reconocen y lo aprecian. Y eso es oro para cualquier profesional.
¿Qué obra de teatro has visto últimamente?¿Qué te pareció?…
La última que he podido disfrutar ha sido “Claudio, tío de Hamlet” dirigida por Antonio C. Guijosa con dramaturgia de Ozkar Galán. Me gustó mucho la idea, el texto y los actores. Un montaje humilde pero ambicioso al mismo tiempo, inteligente, divertido e interesante.
¿Proyectos?…
Muchos siempre. A punto de realizarse uno en el que tengo muchísima ilusión: estrenar en el teatro romano de Mérida. Será de la mano de José Carlos Plaza en un Hécuba cuya dramaturgia ha corrido a cargo de Juan Mayorga. Llevo tiempo estudiando así que igual eso no es un proyecto… Más proyecto es la dirección de mi última obra de teatro. Esperemos que el 2014 me traiga ese regalo. Hay más, pero me los callo. Sueños y proyectos van de la mano. Uno espera poder hacerlos todos y si no…paciencia.
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