Adrián Daumas nos habla de su trayectoria en el teatro
¿Qué es el teatro para ti?…
El teatro para mí es donde desarrollo mis aptitudes libremente. Es una herramienta de reflexión e investigación de los grandes y pequeños debates humanos. De sus contradicciones, de sus virtudes y miserias, más allá del «homo politicus».
¿Por qué haces teatro?…
Es una historia muy larga ya que arranca a los siete años de haber nacido y empezar a ejercer como «marionetista oficial en el cole». Lo demás desde mi formación como actor a la de autor y luego decantarme y profundizar en la dirección escénica son hechos que han transcurrido de manera natural sin imposiciones internas o artificiales. Lo hago porque siempre ha sido parte de mi vida de alguna manera u otra.
¿Qué balance haces de tu trayectoria teatral?…
Al haber empezado muy joven a dirigir (con veinti pocos años) y hacerlo desde el teatro físico, de instinto, de creación colectiva, para ir evolucionando a otras necesidades de contar historias de otras formas puedo decir que he tenido una evolución natural hacia el teatro de texto sin olvidar lo físico.
He tenido una trayectoria muy movida durante los años de «vino y rosas» donde dirigía dos y a veces tres montajes anuales. Ya digo que eran años especiales «los de la burbuja en todos los ámbitos». Luego, como casi todos partir del 2008 el ritmo de trabajo baja considerablemente debido a la coyuntura general, y dejo de producir y empiezo a aceptar encargos ajenos (que son más espaciados en tiempo), por lo tanto el tiempo extra que tengo lo dedico a dar clases, reciclarme profesionalmente, aprender otras actividades para las cuales nunca tenía tiempo, etc.. tiempo que me viene muy bien para tomar cierta distancia y ver las cosas desde otra perspectiva. Luego cuando surge este proyecto siento que recupero la ilusión y la pasión de volver a trabajar desde,se podría decir, recuperar cierta inocencia.
Háblanos de tus últimos trabajos…
Mis últimos trabajos han sido encargos más espaciados en el tiempo, tales como El color del agua (maxi rodriguez) o El príncipe travestido, de Marivaux. Y han sido en Canarias.
¿Cómo surge el proyecto de El huésped se divierte?…Háblanos del montaje…
Surge de la necesidad de trabajar en otro tipo de procesos creativos; con tiempo y reuniendo colaboradores afines a tal proceso, no sólo creativo sino también de producción y es ahí donde me embarco en el sistema de cooperativa poniendo como prioridad el que no existan presiones de las del tipo que se viven en un proceso convencional con fechas y presiones ajenas, o habiendo tomado decisiones anteriores con respecto al diseño del espacio u otros, sino que el mismo proceso fuese gestando sus prioridades en la creación, y no como algo impuesto a priori donde a veces quedamos encajados en decisiones que luego a la hora de ensayar podían haber sido más interesantes.
A veces olvidamos que muchas cosas que suceden en los ensayos nos hablan más de lo que en ese momento y con esa obra hacemos que lo que traemos como «ideas o conceptos» impuestos desde la teoría o la planificación. La obra ha tenido muchas vicisitudes, tres repartos diferentes y varias circunstancias ajenas que no merece la pena mencionar ya que al final la lección aprendida es tan gratificante que todo lo demás se queda en la sombra. Ya que la fórmula de la cooperativa no es apta para todo el mundo, aunque lo itenten.
¿Hubo ocasión durante el proceso para que los actores aportasen ideas en la puesta en escena?… ¿Cómo ha sido el proceso creativo?…
Esta es una obra hecha mano a mano con los actores todos aportaron al proceso creativo, no sólo de la obra sino también al trabajo de cada personaje, de cada actor. Es más, se trabajo desde la perspectiva de que los personajes no eran propiedad de los actores asignados. Existía una retroalimentación de grupo. Ya se sabe que cuatro ojos ven mejor que dos por no decir diez ojos. Yo siempre he creido y en la medida de lo posible lo he intentado aplicar con cierto trabajo de «creación colectiva», con sus pautas y su entorno. No es nada nuevo desde Brecht a Eugenio Barba, a Win vandekeybus o Pina Baush o Els Joglars, etc., con sus señas de identidad y su toque personal dejan huella. Un proceso creativo personal y de participación colectiva enriquece y tiene mejores posibilidades de enganchar al público. Lo que sucede, es que no todos los actores poseen una formación para tales procesos.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para la adaptación y la puesta en escena?…
La obra es un referente en la cultura anglosajona y se hace mucho. Consulté los montajes míticos, la película británica de los años 70 y otras fuentes que me sirvieron para decantarme por el fondo y el contenido aquí y ahora. Eliminamos los localismos y el barroquismo de salón y hemos minimizado el entorno para llevarlo a la abstracción y centrarnos en el contenido y su actualidad que es Un retrato de la amoralidad que se usa como espejo de la actualidad, donde “el todo vale” se impone en una sociedad que atraviesa una de sus peores crisis. Donde el deseo por alguien lo transforma en un objeto intercambiable o de valor «económico».
¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que vivimos?…
En una sociedad cada vez más hiperconectada a través de la tecnología y sus juguetes, es necesario ver y sentir un arte vivo sea teatro, conciertos u otras artes escénicas. Creo que el teatro tiene un futuro magnífico por delante si vemos la deshumanización a la que estamos sometidos por sus avances y contradicciones.
¿Cómo crees que está afectando la subida del I.V.A. y los recortes al teatro?…
De manera nefasta y contundente. Es acoso y derribo por parte del gobierno hacia la cultura.
¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?…
Las fórmulas consabidas ya no funcionan, hay que trabajar hombro con hombro y hacerlo desde la honestidad y la transparencia. Las buenas intenciones y la palabrería metódica o politizada no son suficientes. Hay que sudar la camiseta y hacerlo desde la creencia de que tenemos la suerte de desarrollar nuestra aptitudes en un trabajo apasionante, que no es poco. Y ser persistentes, creativos, y generosos.
¿Qué obra de teatro has visto últimamente?
Las heridas del viento con Kiti Manver y True West de Sam Shepard, dirigida por José Carlos Plaza, ambas propuestas diferentes pero muy atractivas y hechas desde la pasión y la humildad. El que todavía no las ha visto debe acercarse a verlas en el Teatro Lara, que a mi modo de entender está metido de lleno en buscar fórmulas donde la calidad y el riesgo atraigan espectadores, y lo está consiguiendo¡¡.
¿Proyectos?…
Sí, algunos, aunque me he vuelto muy selectivo, ya estoy barajando dos obras: Un «psycho thriller» inspirado en un clásico de Shakespeare, y de clara creación colectiva enfocándolo a los visual y físico; y otra obra contemporánea muy perturbadora de abusos en el seno familiar y en la niñez, localizada en una dictadura, de un autor vivo muy interesante. Pero siempre desde el sosiego en los tiempos de la preparación o el el diseño del proyecto y las expectativas. Si algo he aprehendido de estos años de pausada producción es que no necesito cumplir las expectativas de otros. Y arriesgar en los procesos creativos con los actores, irnos de viaje a paraísos peligrosos. Ya que el teatro que se hace desde la complacencia siempre es un teatro muerto.
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9 de abril de 2014 | Categorías: ENTREVISTAS | Tags: "Las heridas del Viento", Adrián Daumas, de Marivaux., El color del agua (maxi rodriguez), El huésped se divierte, El príncipe travestido, Els Joglars, Eugenio Barba, José Carlos Plaza, Kiti Manver, Pina Baush, Sam Shepard, teatro lara, True west, Win vandekeybus | Deja un comentario










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