«La fureur de ce que je pense» en el Teatro Español
Ya sabemos que una de las funciones del teatro es remover conciencias, golpear donde duele para que así se suscite una reflexión en el interior del espectador. Los textos de Nelly Arcán, escritora, entre otras de «Puta», que se suicidó en el año 2009, son la base perfecta, por su fuerza, poesía y fondo, para crear un espectáculo que, al menos, y según nuestro nivel de sensibilidad, nos deja inquietos.
La directora Marie Brassard ha sabido retratar esa negrura de Arcán en un montaje potente que toma un perfecto ritmo musical y lo va desarrollando a lo largo de la obra, cual un coro en un teatro griego. Aunque el montaje es contemporáneo, basado en una serie de cubículos en los que habitan mujeres que van desarrollando su personaje, mujeres incomunicadas que tienen algo en común, ese ritmo vital que les persigue y que las une dramatúrgicamente, su esencia es totalmente clásica, es un drama en toda regla que nos escupe palabras duras desde las bocas de estas mujeres que se rompen, explotan y diseminan ese furor interno, todo un huracán de pensamientos.
La propuesta del Teatro Español es un acierto en su programación trayéndonos montajes necesarios, de actualidad y con un discurso coherente que nos hace removernos por dentro para crecer un poco más intelectualmente.
Luis Mª García

Lo orgánico y lo tecnológico en Madrid en Danza
En el ecuador de Madrid en Danza, se han presentado dos propuestas similares por contrarias. Por un lado hemos disfrutado de la suma de lo tecnológico con el cuerpo humano en Moving in this World de Marie Brassard y Sarah Williams en Cuarta Pared, en la que, en un espacio virtual creado con proyecciones, la intérprete ejecutaba secuencias coreográficas fundiéndose con la luz y las formas proyectadas a su alrededor. Una muestra más de lo que puede llegar a ser la creación audiovisual sumada al latido corporal. Virtuosismo en estado puro. Y en Nave 73, Marina Mascarell presentó The Unreality of Time, un espectáculo compuesto de imágenes sensoriales donde casa secuencia nos remite a pasajes desérticos creados con los cuerpos de los bailarines en contacto con un suelo de tierra. Belleza inquietante a la que acompañó musicalmente el compositor neoyorquino Chris Lancaster.
Adolfo Simón



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