Revista digital de Artes escénicas -Año 12º-

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Nico Grijalba en verano…

nicogrijalba¿Qué balance artístico haces de este año?…
Un año muy importante. Aprendiendo, adentrándome más en el teatro. He podido estrenar mi primera obra («Pareidolia»), en La Casa de la Portera, con un equipo maravilloso y muy trabajador. Posiblemente sea la obra que yo le debía a Madrid, después de dedicarle muchos artículos y hasta una tesis -aún en construcción-. Pareidolia se forjó gracias al trabajo de Adolfo Simón, director, y unos actores en gracia, aprendiendo mucho, Ángel Savín, Roberto Martínez e Ignacio Sánchez. También David Utrilla en el atrezzo, creando el mundo-cosmos de estas dos locas que propuse en el texto.
Me gustaría que «Pareidolia» se repusiera, es una especie de homenaje al terror, y al amor, de una época. Son dos viejas locas madrileñas, con esencia de churro, que resisten en un Madrid nuevo, indómito y perplejo.
A otro nivel, también he vuelto a la interpretación. Todo el mes de junio me lo pasé interpretando al Subinspector Alcácer en «¿Quién mató a mi cuñado», de Jesús Checa, en Microteatro por Dinero. Una micro-obra de corte popular, medio comedia negra, que me ha vuelto a recordar que hacer reír es algo casi proteico, te pone las pilas.
Un buen balance.

¿Cómo estás pasando el verano?…
Dedicándomelo a mí, y a los míos, a mi pareja en especial, a mis amigos… Realmente mis vacaciones comienzan en agosto. Espero que podamos escaparnos a algún lugar lejos de lo habitual. A lo habitual, a la rutina, hay que decirla un hasta luego intenso y cortante.
Todo el cine que no he visto, todos los libros que no he leído… ahora caerán.

¿Has visto algún espectáculo interesante?…
Ya sé que hablamos de teatro, pero dejadme que recomiende una película. La vi ayer. Se llama «Laurence Anyways», del joven Xavier Dolan. Intensidad melodramática con tintes ochenteros y una pareja «rara» -así la denominarían muchos- que lo único que quieren es amarse pero no pueden…

¿Qué libro estás leyendo?…
Acabo de terminar «Manu», de Manuel Jabois. Un pequeño relato, supongo que con gran carga autobiográfica, de lo que supone ser padre. No hay mucha pretensión en el libro, más que disfrutar de una excelente prosa, rápida como el periodismo… Al mismo tiempo estoy releyendo a Baroja, y en nada me pongo con un ensayo sobre las mujeres de los dictadores. Leo sin parar, sería bueno parar y no atragantarme con tanta letra.

¿Proyectos para el otoño?…
En teatro, ando metido en un proyecto en el que tres personas estamos escribiendo cada uno sobre tres de las mujeres más fuertes -en todos los sentidos- de la sociedad española. No puedo decir mucho más, creo…
Y luego tengo un título muy sugerente, con una imagen muy potente, que quiero poner en marcha. Sentarme y escribir, no queda otra. Se llamará, posiblemente, «Uñas».

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Pareidolia en La casa de la portera

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La vida se pasa en dos días y cambia en un instante. Si a las dos hermanas churreras que nos reciben en La Casa de la Portera les hubieran dicho que Lavapiés cambiaría tanto en pocos años y ya no olería a churro sino a chop-suey, hubieran dicho: “no, no, no, no” muy decididamente y habrían seguido amasando su masa madre para hacer los mejores churros de Madrid, esos que les enseño a amasar su difunta madre. Dos hermanas, Gerónima y Alameda, que tienen miedo del mundo exterior cambiante pero que viven encantadas en su vetusta casa, antes la churrería, y que han decidido contribuir a la perdida cultura madrileña enseñando cómo se amasa un churro, con la ayudita de una subvención, claro está. Devotas y practicantes, muy practicantes, a su manera, no dejan de rezar para que este mundo en crisis encuentre su recto camino, a su manera, pero lo importante es la devoción.
Pero ¡ay!, algo está sucediendo en su casa que las tiene intranquilas: ¡Pareidolias! ¿No saben ustedes lo que es una Pareidolia? ¿Qué tienen que ver las mechas californianas y la laca Nelly en todo esto? ¿Es este el único secreto de belleza de Gerónima y Alameda o tienen más? Me temo que tendrán ustedes que visitarlas para descubrirlo.
Ángel Savín y Roberto Martínez, de la mano de su director Adolfo Simón, han sabido sacarle tanto partido al texto de Nico Grijalba, que no podemos pasar la hora que dura la obra sin sentir toda clase de sensaciones: desde la risa más desternillante al dolor, terror, asombro y emoción más extremos. Lo importante de la obra no es la historia en sí, sino todo lo que la rodea: la personalidad de dos viejas hermanas churreras puede dar para desvaríos y tomos enteros a lo Pérez Galdós, pero no se equivoquen porque aquí el realismo y naturalismo aparentes están completamente desvirtuados… De eso se trata, de recrearse en las pequeñas cosas que cada uno llevamos por dentro, en nuestras pequeñas «actuaciones» y girar la tuerca hasta que se pase de rosca…
Cuando se exprime tanto un guión para encontrar cada gesto y cada actuación y cuando se pone todo el corazón y la experiencia en una actuación suele salir una pequeña perla digna de lucir en los escenarios más grandes, pero que se ve mejor en la caja de bombones de La Portera. Una apuesta que se adapta perfectamente al maravilloso e inquietante espacio de La Casa, con una caracterización y escenografía de David Utrilla tan original como esperpéntica, y que nos deparará un montón de sorpresas.
¿Todavía están pensando en las mechas? ¿En la laca?¡Corran, llamen y reserven porque sólo les quedan tres oportunidades para verla!.
Luis Mª García pareidolia-3