Carlos Aladro: El teatro ha de ser un espejo con miradas y visiones diferentes, y a ser posible incómodas, sobre la condición humana.
¿Cómo surge el proyecto de La fiebre…?
El proyecto nace como una necesidad de Israel Elejalde de abordar un texto comprometido y que aportase algo en el contexto general de la crisis, y que además le supusiera un nuevo desafio actoral, como es abordar un monólogo.
Háblanos del montaje…
Basicamente hemos puesto el foco en darle voz y verosimilitud al texto original de Wallace Shawn, traduciendolo directamente y adaptandolo a las circustancias actuales, buscando sobretodo la organicidad del actor, la posibilidad de encarnar el material como propio, y devolverselo al espectador en forma de pregunta. Huyendo de todo dogmatismo, compartiendo con el público nuestras propias dudas y contradicciones.
¿Hubo ocasión durante el proceso para que el actor aportase ideas en la puesta en escena?…¿Cómo ha sido el trabajo con él?…
Israel y yo ya habiamos trabajado juntos en varios espectáculos, yo ya había dirigido tres monólogos anteriormente, me propuso ayudarle con la dirección y la puesta en escena, y desde el primer momento hemos trabajado juntos en todos los aspectos del montaje. Ha sido un trabajo eminentemente colaborativo.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para crear esta propuesta?…
Los referentes son siempre muy variados… Hemos buscado un retrato, pero con diferentes ángulos, miradas, temperaturas… creo que al final el espectáculo me recuerda, con el debido respeto, a los retratos de Francis Bacon…
¿Por qué haces teatro?…
Es una pregunta cada vez mas grande a la que cada vez sé responder peor… Ultimamente creo que hay algo de lucha desde la resistencia por la reivindicación de lo esencialmente humano, desde la utilidad de lo fugaz, de lo efímero, de lo inutil del trabajo artesanal y primitivo de contarnos la vida unos a otros.
¿Qué balances haces de tus trabajos como director de escena?… Háblanos de los más recientes…
Son ya bastantes puestas en escena, todas muy queridas, algunas sufridas, muchas disfrutadas… en todo caso queda el agradecimiento a los compañeros de viaje en cada nueva aventura, el placer y el privilegio de poder compartirnos… y tambien el esfuerzo inmenso que supone en un pais como éste intentar hacer de tu pasión una profesión.
Recientemente he podido hacer un trabajo de creación en laboratorio para el BE Festival de Birmingham que ha sido una experiencia brutal y muy enriquecedora, casi como empezar de cero, y he dirigido las dos ultimas ediciones del Don Juan en Alcalá, que me han descubierto las inmensas posibilidades de hacer teatro al aire libre para miles de personas.
¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que vivimos?…
La que de alguna manera siempre ha tenido, ser un espejo con miradas y visiones diferentes, y a ser posible incómodas, sobre la condición humana.
¿Cómo crees que está afectando la subida del I.V.A. y los recortes al teatro en España?…
La crisis está siendo devastadora en todos los aspectos, sin paliativos y sin excusas. Lo único que podemos decir es que, a la fuerza, es una escuela de nuevas posibilidades. Hay que repetir con Lorca que un pais que no cuida de su teatro está muerto o al menos, moribundo.
¿Qué obra de teatro has visto últimamente? ¿Qué te pareció?… He podido ver el primer trabajo de la compañía valenciana El pont flotant, «Como piedras», un trabajo iniciatico, lúdico y profundo, de una de las compañías de creación que mas admiro, y que siempre me recuerdan por qué merece la pena seguir creyendo en la fuerza transformadora del teatro.
¿Proyectos?…
Ahora mismo estoy inmerso en la puesta en escena de un texto no dramático, entre artístico, político y filosófico, un anónimo del s.XVII que se llama Dialogo de las comedias, para la edición 2015 de Clásicos en Alcalá.
¿Cómo ves la situación teatral en nuestro país?…¿Se pueden hacer propuestas combativas hoy en día?…
La situación es de enorme precariedad general, de supervivencia, en gran medida insostenible en el tiempo. Especialmente si hablamos de creación, de teatro de riesgo y rigor artístico. No se puede dejar todo en manos del valor comercial. Hay esperanza porque hay público, pero es imprescindible una reformulación del modelo profesional. Es preocupante que hacer teatro con vocación de servicio público sea una especie de hobby o una condena a la precariedad.
No solo se puede, sino que de alguna manera es un imperativo moral hacer teatro combativo, entendiendo lo combativo como la pelea por sacar a la luz las zonas más oscuras y comprometidas de nuestras vidas y sociedades occidentales. La mirada crítica es imprescindible para contribuir a una ciudadanía crítica. Y desde el teatro ese es un trabajo lúdico, placentero, compartido. Solidario y esperanzador.
«La Fiebre» en Cuarta Pared
Israel Elejalde se ha atrevido a meterse en este monólogo-catársis escrito por Wallace Shawn a pesar de que la obra ya tiente más de veinte años y que ahora estamos en un contexto muy diferente a cuando se escribió. De la mano del director Carlos Aladro, Elejalde interpreta soberbiamente un texto difícil, que requiere fuerza interpretativa y lucidez para tener al público completamente entregado durante más de una hora y para estimular los pensamientos que va provocando con una velocidad de vértigo. Un texto que ha tenido que actualizar a nuestros días en algunos aspectos para hacerlo más atractivo y con una escenografía algo hipster que nos va mostrando los esquemas mentales del intérprete a través de la proyección de una pizarra dinámica y que ayuda a remover más nuestros pensamientos. Aún así, las preguntas que se hacía Shawn siguen vigentes y siguen inquietándonos. Preguntas sobre la pobreza, sobre el modo en que vivimos y el modo en que viven los demás, asimilaciones que nos impresionan y hacen convulsionar nuestros pensamientos y que nos demuestran que un buen texto contemporáneo puede sobrevivir al paso del tiempo si se ejecuta con rigurosidad y ganas. Todavía se pueden pasar por Cuarta Pared para disfrutar con esta fiebre.
Luis Mª García Grande.
La fiebre en Cuarta Pared
Carlos Aladro, presenta un texto de Wallace Shawn, en versión del propio Aladro e Israel Elejalde, que, a su vez, interpreta este monólogo acompañado al chelo de Alba Celma, una propuesta escénica muy interesante, un espacio marcado con cintas que definen el sitio donde se ubica una mesa, una lámpara, un micrófono de pie antiguo y precioso que usa para hablar, etc…, separando al público del escenario también con cintas de plástico, cómo las que señalizan una obra…y empieza el espectáculo… y Elejalde, con voz grave y cálida nos relata su experiencia en otro país donde descubre la pobreza, con unas preguntas quizá mil veces efectuadas y que suenan reiterativas y ahí nos topamos con un speach discursivo, constante, donde las variaciones son elevaciones del tono de voz, nos hace un relato, eso sí, correcto, de algo que él no vive, carente de emociones, no sé quizá… mi expectativa era mayor y por eso esta pequeña decepción, no obstante decir que el público, que no llenaba la sala, aplaudió con gusto al final de la representación, así que quizás sean sólo cosas mías.
Ángel Savín










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