«Traición» dirigida por Israel Elejalde vuelve al teatro después de casi estrenarse antes de la pandemia. Las más bajas pasiones nos afectan a todos, independientemente de la clase social a la que pertenezcamos, y Pinter nos quiere demostrar cómo con una historia, que comienza en el momento final y va marcha atrás, la traición se ha ido pergeñando creando una obra maestra por su dramaturgia y tiempo . Elejalde, con buen ojo, ha elegido un texto atrayente y se ha inspirado en los años 70 ingleses, ambientándolo con música bien elegida y sustituyendo la figura del camarero por una pianista observadora que introduce un nuevo juego dramático en la obra. La escenografía y vestuario potencian ciertos efectos dramáticos al jugar con el blanco y negro, el gris y el color a medida que la acción cambia y refleja así estados de ánimo, sugiriendo espacios pero no delimitándolos, en parte porque se quiere indeterminar a través del espacio el pensamiento humano, sus caminos y vericuetos para lograr lo fines egoístas que mueven nuestras más bajos deseos.
Destacados actores, directores y escritores de teatro español comparten con el público su experiencia y su particular manera de vivir el oficio.
El primer encuentro, moderado por Juan Cruz, tendrá lugar el martes 20 de octubre a las 19:00 hs.
José Luis Gómez e Israel Elejalde inauguran el ciclo El puente de La Abadía
Más info en: http://www.teatroabadia.com
¿Cómo surge el proyecto de La fiebre…?
El proyecto nace como una necesidad de Israel Elejalde de abordar un texto comprometido y que aportase algo en el contexto general de la crisis, y que además le supusiera un nuevo desafio actoral, como es abordar un monólogo.
Háblanos del montaje…
Basicamente hemos puesto el foco en darle voz y verosimilitud al texto original de Wallace Shawn, traduciendolo directamente y adaptandolo a las circustancias actuales, buscando sobretodo la organicidad del actor, la posibilidad de encarnar el material como propio, y devolverselo al espectador en forma de pregunta. Huyendo de todo dogmatismo, compartiendo con el público nuestras propias dudas y contradicciones.
¿Hubo ocasión durante el proceso para que el actor aportase ideas en la puesta en escena?…¿Cómo ha sido el trabajo con él?…
Israel y yo ya habiamos trabajado juntos en varios espectáculos, yo ya había dirigido tres monólogos anteriormente, me propuso ayudarle con la dirección y la puesta en escena, y desde el primer momento hemos trabajado juntos en todos los aspectos del montaje. Ha sido un trabajo eminentemente colaborativo.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para crear esta propuesta?…
Los referentes son siempre muy variados… Hemos buscado un retrato, pero con diferentes ángulos, miradas, temperaturas… creo que al final el espectáculo me recuerda, con el debido respeto, a los retratos de Francis Bacon…
¿Por qué haces teatro?…
Es una pregunta cada vez mas grande a la que cada vez sé responder peor… Ultimamente creo que hay algo de lucha desde la resistencia por la reivindicación de lo esencialmente humano, desde la utilidad de lo fugaz, de lo efímero, de lo inutil del trabajo artesanal y primitivo de contarnos la vida unos a otros.
¿Qué balances haces de tus trabajos como director de escena?… Háblanos de los más recientes…
Son ya bastantes puestas en escena, todas muy queridas, algunas sufridas, muchas disfrutadas… en todo caso queda el agradecimiento a los compañeros de viaje en cada nueva aventura, el placer y el privilegio de poder compartirnos… y tambien el esfuerzo inmenso que supone en un pais como éste intentar hacer de tu pasión una profesión.
Recientemente he podido hacer un trabajo de creación en laboratorio para el BE Festival de Birmingham que ha sido una experiencia brutal y muy enriquecedora, casi como empezar de cero, y he dirigido las dos ultimas ediciones del Don Juan en Alcalá, que me han descubierto las inmensas posibilidades de hacer teatro al aire libre para miles de personas.
¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que vivimos?…
La que de alguna manera siempre ha tenido, ser un espejo con miradas y visiones diferentes, y a ser posible incómodas, sobre la condición humana.
¿Cómo crees que está afectando la subida del I.V.A. y los recortes al teatro en España?…
La crisis está siendo devastadora en todos los aspectos, sin paliativos y sin excusas. Lo único que podemos decir es que, a la fuerza, es una escuela de nuevas posibilidades. Hay que repetir con Lorca que un pais que no cuida de su teatro está muerto o al menos, moribundo.
¿Qué obra de teatro has visto últimamente? ¿Qué te pareció?… He podido ver el primer trabajo de la compañía valenciana El pont flotant, «Como piedras», un trabajo iniciatico, lúdico y profundo, de una de las compañías de creación que mas admiro, y que siempre me recuerdan por qué merece la pena seguir creyendo en la fuerza transformadora del teatro.
¿Proyectos?…
Ahora mismo estoy inmerso en la puesta en escena de un texto no dramático, entre artístico, político y filosófico, un anónimo del s.XVII que se llama Dialogo de las comedias, para la edición 2015 de Clásicos en Alcalá.
¿Cómo ves la situación teatral en nuestro país?…¿Se pueden hacer propuestas combativas hoy en día?…
La situación es de enorme precariedad general, de supervivencia, en gran medida insostenible en el tiempo. Especialmente si hablamos de creación, de teatro de riesgo y rigor artístico. No se puede dejar todo en manos del valor comercial. Hay esperanza porque hay público, pero es imprescindible una reformulación del modelo profesional. Es preocupante que hacer teatro con vocación de servicio público sea una especie de hobby o una condena a la precariedad.
No solo se puede, sino que de alguna manera es un imperativo moral hacer teatro combativo, entendiendo lo combativo como la pelea por sacar a la luz las zonas más oscuras y comprometidas de nuestras vidas y sociedades occidentales. La mirada crítica es imprescindible para contribuir a una ciudadanía crítica. Y desde el teatro ese es un trabajo lúdico, placentero, compartido. Solidario y esperanzador.
Israel Elejalde se ha atrevido a meterse en este monólogo-catársis escrito por Wallace Shawn a pesar de que la obra ya tiente más de veinte años y que ahora estamos en un contexto muy diferente a cuando se escribió. De la mano del director Carlos Aladro, Elejalde interpreta soberbiamente un texto difícil, que requiere fuerza interpretativa y lucidez para tener al público completamente entregado durante más de una hora y para estimular los pensamientos que va provocando con una velocidad de vértigo. Un texto que ha tenido que actualizar a nuestros días en algunos aspectos para hacerlo más atractivo y con una escenografía algo hipster que nos va mostrando los esquemas mentales del intérprete a través de la proyección de una pizarra dinámica y que ayuda a remover más nuestros pensamientos. Aún así, las preguntas que se hacía Shawn siguen vigentes y siguen inquietándonos. Preguntas sobre la pobreza, sobre el modo en que vivimos y el modo en que viven los demás, asimilaciones que nos impresionan y hacen convulsionar nuestros pensamientos y que nos demuestran que un buen texto contemporáneo puede sobrevivir al paso del tiempo si se ejecuta con rigurosidad y ganas. Todavía se pueden pasar por Cuarta Pared para disfrutar con esta fiebre.
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…
Empecé en Vitoria con 16 años en la escuela de la Cooperativa Denok, una compañía de teatro de allí, hasta que di el salto a Madrid a la RESAD.
¿Qué es el teatro para ti?…¿Por qué haces teatro?…
El teatro es mi forma de vida y mi pasión. La primera vez que vi una función de teatro profesional debía tener 14 o 15 años y sentí que yo quería dedicarme a eso, así que se puede decir que fue vocacional. Tras 20 años de carrera como actor, junto a Miguel del Arco constituimos Kamikaze Producciones y «La función por hacer» cambió mi vida. Me pasé al otro lado, la producción.
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria?…
Pues no puedo estar más contento. Viví una magnífica época como actor trabajando con grandes directores y grandes compañías. Y ahora desde Kamikaze estamos levantando proyectos que me apasionan y además con muy buena respuesta del público. No puedo pedir más.
¿En qué ha cambiado el teatro de tus inicios a hoy?…
Creo que ha cambiado mucho. En cuanto a la interpretación creo que se ha dado un vuelco enorme, ahora hay una búsqueda de la verdad escénica que a mí me interesa más. En cuanto a la producción ahora hay mucha más diversidad. Nuevos autores y nuevos directores tienen más opciones de presentar sus trabajos en lugares poco habituales y el público responde a esas nuevas propuestas.
¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?…
El teatro debe ser el espejo de la sociedad que vivimos para que los espectadores nos sintamos afectados por lo que vemos y podamos reflexionar. El teatro tiene que emocionar, hacer llorar, hacer reír…
¿En qué proyectos has participado durante el último año?…Háblanos de ellos y de tu función…
2014 fue todo el año para «Misántropo», gira, temporadas en Madrid y Barcelona, además de una gira americana de un mes con «La función por hacer». En estas 2 funciones, además de la producción, soy el ayudante de dirección. También en ese año llevamos a cabo los talleres y la organización de Teatro de la Ciudad que han desembocado ahora en 2015 con los estrenos de Antígona, Medea y Edipo Rey .
¿Cómo surgió tu participación como productor de Antígona en el Teatro de la Ciudad…?…Háblanos de esta experiencia…
Miguel del Arco, Andrés Lima y Alfredo Sanzol comenzaron a pensar en unir sus fuerzas en un proyecto y para ello nos liaron a sus productores Joseba Gil, Gonzalo Salazar y yo para sacarlo adelante. Ha sido una experiencia muy emocionante en la que se ha conseguido que tres equipos creativos trabajen juntos y lleguen a buen puerto. Una experiencia extenuante pero que visto el resultado, tanto artístico como de funcionamiento interno, sé que va a ser una experiencia única que no sé si volveré a vivir. Todo gracias al esfuerzo de más de 60 personas que han confiado y han querido participar con nosotros y que hemos podido llevar a cabo gracias al apoyo de José Luis Gómez y todo el personal de Teatro de la Abadía.
¿Te ayuda en la producción el haber sido actor?…
Muchísimo. Porque haber estado en el otro lado hace que sepa en muchos momentos lo que está pasando por la cabeza de un actor y prevenir algunas cosas. Creo que en esta profesión, que es un trabajo de grupo, a todos nos vendría muy bien estar alguna vez en el puesto de los otros para saber cómo se viven las cosas en cada departamento.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
A compañías pequeñas como la nuestra nos está haciendo polvo. Las giras apenas existen. Ahora mismo se contrata los sábados de cada mes con lo que yéndote bien tienes 4 bolos al mes. Y pensar en ir a taquilla sin actores famosos es un riesgo que una compañía como la nuestra no puede asumir. Amortizar la inversión de un espectáculo es cada vez más complicado y si no hay amortización no hay nuevo espectáculo.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
Aunque la vi hace ya casi un año en la Sala Cuarta Pared, diría que es «Yo de mayor quiero ser Fermín Jiménez» de la compañía valenciana Pont Flotant. Un espectáculo aparentemente sencillo, lleno de poesía y buen humor que nos enfrenta a qué es lo que realmente queremos hacer con nuestras vidas.
¿Proyectos?…
Muchos. Este año junto a Jordi Buxó, de Buxman Producciones, vamos a coproducir 2 espectáculos: «La clausura del amor», escrita y dirigida por Pascal Rambert, con Bárbara Lennie e Israel Elejalde y «La isla púrpura», escrita y dirigida por José Padilla. Y con Kamikaze empezaremos a finales de año a ensayar un nuevo espectáculo que se estrenará en 2016 del que pronto podremos hablar.
¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?…
Pues no parar. A pesar de todas las dificultades que nos encontramos creo que es el momento de unir esfuerzos con otras productoras o con otros directores para demostrar que tenemos cosas que contar.
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?… Mi padre era amigo del director y los integrantes de una compañía de teatro de Algeciras, «Teatro Algarabía», y en algunas ocasiones les acompañábamos en sus bolos fuera de la ciudad. Allí respiré por primera vez el teatro, casi desde dentro. A los 14 años leí casi por casualidad «La construcción del personaje», de Stanislavsky, y tomé la secreta decisión de convertirme en actor algún día. El año siguiente me apunté al aula de teatro del Instituto, de la mano del pintor algecireño Pepe Barroso y, al mismo tiempo, me enrolé en una compañía de teatro que dirigían el actual defensor del pueblo andaluz, Pepe Chamizo, y Carlos Galiana. La compañía se llamaba «Teatro Mejorana» y durante los veranos hacíamos gira por los pueblos de la provincia de Cádiz. Tenía claro que quería ser actor, pero al acabar COU estudié dos años de Derecho en Granada; aquellos dos años eché tanto de menos el teatro que terminé por abandonar la carrera para venir a Madrid a estudiar Arte Dramático en la RESAD a los 20 años.
¿Realizaste otras facetas además de la actuación?… Aparte del montaje y desmontaje técnico cada vez que íbamos a actuar con la compañía de Teatro Mejorana, no. Durante los años de estudio en la RESAD escribí una pieza que montó un compañero con su compañía de teatro en Alcalá de Henares en un par de ocasiones; se trataba de una versión actual y divertida sobre el Don Juan de Tirso de Molina y llevaba por título «Fantasía en do menor sobre Don Juan Tenorio»; empezó como un ejercicio de clase y acabó representándose el 1 de Noviembre en Alcalá de Henares.
-¿Qué es el teatro para ti?…Es un ejercicio de comunión con el público, que tiene su propia liturgia y que busca la transformación a uno y otro lado del escenario.
¿Por qué haces teatro?… Ahí se encuentra mi origen como actor. El teatro es el único medio que te permite volar como actor, sin interrupciones, con continuidad dramática, sentir esa magia del salto al vacío y ese poder de transformación en uno y en los demás al mismo tiempo.
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria?… Es difícil hacer un balance, porque no soy objetivo. Quizá le corresponda a otros hacerlo, no a mí. Desde luego trato de escoger proyectos que me supongan un reto, un aprendizaje y que tengan algo estimulante. Aún me queda mucho por aprender y mucho por dar, por supuesto. Digamos que estoy en el camino.
¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?… El teatro debería ser un lugar para la transformación, para la reflexión, para poner un espejo a la sociedad e invitarla a conocerse, a conocer en más profundidad al ser humano; esto se puede conseguir a través de la comedia más banal o a través de un texto profundo y complejo. Lo importante es que algo quede en quien ha visto la función, que se produzca una transformación ( que puede ser sencillamente emocional: pasar un buen rato no deja de ser una transformación emocional ).
¿En qué proyectos has participado durante el último año?… Háblanos de ello: Arranqué el 2014 con los últimos bolos de «Oddi», una obra de Sergi Pompermayer con la que estuvimos el año anterior en el Teatro del Arte. A comienzos del verano, estrené «Sótano», un texto de Benet i Jornet dirigido por Israel Elejalde, en La Pensión de las Pulgas, donde compartía protagonismo con Juan Codina, En Septiembre volvimos un par de semanas con la función en el mismo espacio. Y acabo de estrenar «Fausto» , de Goethe, dirigida por Tomaz Pandur en el CDN. He rodado dos películas ( «Sicarius» y «Unamuno en Fuerteventura», con José Luis Gómez ) y he participado en las series «El ministerio del tiempo» y «El fin de la comedia».
¿Cómo surgió tu participación en el montaje de Fausto?… Háblanos de este trabajo… Hice una prueba en verano para Tomaz Pandur. Durante la prueba me hizo leer un texto y, como sabía que tocaba el piano, me hizo interpretar una pieza en un teclado. A los pocos días me llamó para decirme que le había gustado la prueba y que me quería en su montaje. El proceso de trabajo con Pandur es muy creativo y te pide que estés siempre en ese estado de creatividad y riesgo; le encanta la inmediatez con la que los actores son capaces de incorporar sus propuestas, por lo que uno debe estar siempre en un estado de predisposición para el juego y el riesgo. Desde un principio entendí su propuesta y el modo de trabajar que proponía. Pandur tiene una imaginación desbordante y te pide que juegues con él, sin cuestionamientos de ninguna clase: en ese ejercicio es donde uno encuentra a veces cosas sorprendentes que se salen de la racionalidad (que tantas veces nos limita como artistas). Al mismo tiempo, todas sus propuestas tienen un fundamento detrás y nada es gratuito. Yo interpreto al Mefisto, que en esta ocasión es el padre de una familia que representa el mal, invade el espacio ( mental ) de Fausto y le seduce de muy distintas maneras: desde el humor, la humildad, la torpeza, el glamour, la tentación.. Esta familia mefistofélica hace todo un despliegue de medios y no duda en usar a sus propios hijos para darle a Fausto lo que quiere a cambio de su alma.
¿Cómo creas tus personajes?… ¿Tienes un método?…
No tengo una, sino muchas maneras de abordar un trabajo. Cada nuevo reto me exige una aproximación distinta al personaje. Por supuesto tienes que saber no sólo quién es y cómo es tu personaje, sino cuáles son sus deseos, su arco dramático, su función dentro de la obra…a partir de ahí te aproximas a él de distintas maneras. A veces me lleno de estímulos que tengan que ver con el personaje, el tema o la obra ( lecturas, referentes cinematográficos, música, artículos, cuadros, referentes personales.. ) y dejo que toda esa información se pose en algún lugar para que el subconsciente haga un trabajo de selección natural. Hay trabajos que requieren buscar profundamente dentro de uno y otros que te permiten jugar más livianamente y encontrar desde ese juego el brillo. No creo que todos los personajes y estilos exijan o permitan incluso el mismo tipo de aproximación…hay veces que me siento perdido, otras en las que doy con la clave en un golpe de intuición, y otras en las que el estudio y el trabajo hacen que aparezca poco a poco el personaje.. Como decía un profesor que tuve: el trabajo que ve el público es como la punta de un iceberg: para que se vea un 10 por ciento, tiene que haber por debajo un 90 por ciento que sustenta ese diez por ciento visible.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del IVA al teatro?… Muy negativamente, como era de esperar, y como es evidente. Nos han puesto palos en la ruedas y muchas compañías y muchos teatros han tenido que cerrar. Gravar la cultura de este modo es una canallada hacia nuestro sector y hacia el público en general y parece evidente que hay una intencionalidad política en ello.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente te ha interesado y por qué?… En el último mes no he tenido mucha ocasión de ir al teatro, al estar inmerso primero en los ensayos y ahora en las representaciones de Fausto. Destacaré tres de los que he visto hace poco: «El largo viaje del día hacia la noche», de O´Neill, que es uno de mis textos favoritos, «Lluvia constante», con unos espléndidos Sergio Peris Mencheta y Roberto Álamo y «A vueltas con la vida», de Juan Luis Iborra, con Beatriz Carvajal, que se estrenará el 19 de Diciembre en el Fernán Gómez y que trata en una clave agridulce del poder revolucionario y regenerador que tiene la lectura en una empleada doméstica que encuentra su propia voz a través de los libros que descubre en las casas que limpia.
¿Proyectos?… Suenan cosas pero aún no se pueden decir en voz alta.
¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?… Desprenderse del miedo y darle rienda suelta a nuestras voces más profundas, a pesar del qué dirán, del éxito, del fracaso o de la falta de dinero. Un creador no necesita excusas para crear: Lo hace a pesar de todo, contra viento y marea. Así ha sido siempre.
¿Cómo surge el proyecto de Una extraña comedia?…Háblanos del texto y del montaje…
Surge del aburrimiento, del reto y de la necesidad. Hasta la fecha sólo había conseguido realizar cortometrajes, tanto en el guión como en la dirección. Esta es la primera obra de teatro que levanto (que no que escribo). Siempre me ha gustado la comedia absurda, surrealista, negra y dadaísta y me propuse el reto de hacer una comedia macabra y disparatada, que no tuviera ni pies ni cabeza, que no estuviera regida por normas ni pautas canónicas, sin censuras de ningún tipo. Simplemente me puse ante el teclado y dejé que saliera mi humor más enfermo y depravado, escribiendo lo que a mí me divertía y rezando porque hubiera gente tan enajenada como yo que pudiera disfrutarlo. Quería dar una vuelta de tuerca más al sinsentido, al absurdo. Además me propuse hacer una miscelánea de géneros que me encantan: la comedia, el misterio, lo siniestro y el goticismo. También llevaba mucho tiempo centrándome en la escritura de un guión de largometraje y quería descansar mi cabeza, liberarla, llevar a cabo un acto catártico, un pequeño exorcismo y de éste nació «Una extraña comedia». Tanto el texto como el montaje están realizados desde la perspectiva del «por qué no», del «porque sí», «porque me apetece». No ha habido ataduras ni autocensuras de ningún tipo. La verdad es que he tenido muchísima suerte de que En la casa de la portera hayan confiado en mí a la primera, de que les haya gustado y de que conectaran y comprendieran tan bien como lo han hecho tanto el texto como mis intenciones.
Creo que con respecto a «la necesidad» qué me llevó hacer la obra no hace falta que explique mucho: «comer».
¿Hubo ocasión durante el proceso para que los actores aportasen ideas en el texto o en la puesta en escena?…¿Cómo ha sido el trabajo con ellos?…
¡Por supuesto! He tenido una enorme suerte al poder contar con dos actores tan extraordinarios como Marta Eguilior y Tato Loché. Los actores siempre deben ser sagrados en cualquier proyecto, pero en uno de este tipo deben ser, directamente, dioses. Sin actores, y concretamente, sin estos dos actores, «Una extraña comedia» jamás hubiera existido. Un texto tan complejo y esquizofrénico requería de unas muy buenas interpretaciones. Durante el proceso de ensayos les di carta blanca para que aportaran y jugaran, para que se enfrentaran a la obra como lo harían dos niños enfermos jugando, como lo harían dos teleñecos psicópatas. Fueron tremendamente disciplinados y rigurosos y, la gran suerte para mí, es que comprendieron el código desde el principio. Un código muy personal y en el que se sumergieron sin ningún problema, casi como si la hubieran escrito ellos. Nos compenetramos de maravilla y eso ha ayudado muchísimo a poner en pie la obra.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para crear esta obra?…
¡Buf! Tengo una enorme cantidad de referentes mezclados en mi cabeza. Ya no sólo mezclados, si no remezclados y revueltos, por eso me salen este tipo de historias. Es evidente que mi fuente máxima de inspiración ha sido el teatro del absurdo, podría citar desde Jardiel Poncela a Ionesco. También he bebido directamente de la novela y el relato gótico, autores como Edgar Alllan Poe o Lovecraft están muy presentes en la obra, eso sí, en clave de comedia, riéndome de ellos con la enorme admiración y respeto que les tengo. Pero es innegable que también me han influido mundos más pops, más cercanos, como películas, series o dibujos animados y, cómo no, mi venerado Lewis Carroll en la forma y en el fondo, maestro del Nonsense. A nivel estético (y también en su forma expresiva) me inspiré, básicamente, en las ilustraciones del dibujante «macabro» Edward Gorey, un auténtico genio.
¿Por qué haces teatro?…
Me apasiona contar historias. Tengo la pulsión, la necesidad de relatar y sobre todo de mostrar mi enfermo cerebro al resto del mundo (tal vez con la esperanza de encontrar a otros compañeros de viaje que estén tan mal de la cabeza como yo y sentirme un poco menos extraño). Y para llevarlo a cabo me gusta cualquier plataforma, desde el cine a la narrativa, pero el teatro es la madre de todas ellas. La cercanía del narrador (el actor) con el público, la espontaneidad, la autenticidad de estar viviendo durante un tiempo unos hechos aparentemente reales delante de ti, con elementos y personajes tangibles, con sentimientos y situaciones que casi puedes acariciar hacen del teatro el medio idóneo para llegar al receptor de una forma más directa, más impactante, más salvaje.
¿Qué balances haces de tus trabajos como director-autor de teatro?…
Como ya he comentado este es el primer proyecto de teatro que consigo poner en pie. Hasta la fecha sólo he escrito y dirigido cortometrajes, cosa que me apasiona. Mi corta y reciente experiencia escribiendo y dirigiendo teatro ha sido muy, muy satisfactoria y tengo más que claro que voy a repetir todas las veces que me dejen.
¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que vivimos?…
A parte de las consabidas y básicas: culturizar, educar, sensibilizar, enseñar, entretener… Creo que el teatro debe de despertar conciencias, debe de convulsionar al espectador, no dejarlo jamás indiferente ante lo que vea y más en una época tan compleja y agitada como la que vivimos. El teatro debe ser un espejo de la sociedad y de la humanidad misma. Un lugar donde ver lo guapos o feos que podemos llegar a ser. Toda expresión artística tiene que hacernos pensar y retorcernos las entrañas ya sea para bien o para mal, ya sea de felicidad o de dolor.
¿Cómo crees que está afectando la subida del I.V.A. y los recortes al teatro en España?…
Es evidente que muy negativamente. Es un homicidio en plena regla, frío, calculado, cometido con alevosía, premeditación y nocturnidad. En este país hay gente que tiene alergia a la cultura (el saber, el conocimiento) y al arte (la sensibilidad, el sentimiento) y van a hacer todo lo que esté en sus manos para destruirlos. Porque la cultura y la educación son «armas» muy potentes para el pueblo y a algunos les da mucho miedo que tengamos esas «armas».
¿Qué obra de teatro has visto últimamente?¿Qué te pareció?…
Hace poco pude disfrutar en La pensión de las pulgas del montaje de «Sótano» escrita por Josep María Benet i Jornet, dirigida por Israel Elejalde e interpretada por Víctor Clavijo y Juan Codina. Me encantó el texto, el montaje y las soberbias interpretaciones de esos dos enormes actores.
¿Proyectos?…
Ahora mismo, como autor y director, estoy muy centrado en levantar mi primer largometraje, una auténtica locura de género de terror que espero poder ejecutar cuanto antes. Como actor acabo de rodar bajo las órdenes de Jesús Ponce la Tvmovie para Canal Sur «Diamantino» y en teatro hemos estado representando hasta hace poco en el off del Lara «¡Es lunes!» de Almudena Ramírez-Pantanella junto a la maravillosa actriz Sara Martín y que con un poquito de suerte podremos volver a representar.
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro? ¿Realizaste otras facetas además de la actuación?…
Comencé a trabajar en segundo de la escuela de Arte Dramático en una empresa que realizó varios montajes sobre la igualdad y la prevención de violencia de género. La unión del tema y del público al que iba dirigido (niños para prevenir o adultos que habían sufrido algún problema) hizo que fuese una experiencia muy intensa. Allí, principalmente actuaba, pero también me encargaba de escribir y de dirigir alguna pieza. Creo que, aunque no quieras dedicarte a ello, escribir o dirigir te ayuda a tener otra dimensión o perspectiva sobre el oficio de actor. Y no es necesario un gran teatro o una enorme infraestructura para investigar otras facetas del teatro, sólo las ganas y la curiosidad.
¿Qué es el teatro para ti? ¿Por qué haces teatro?…
Hago teatro porque es el arte con el que más disfruto y la vocación que siento más cercana. Me interesa contar una historia en equipo y que ese hecho tenga como resultado compartir una experiencia junto al público. Creo que es una de las artes más potentes para poner un espejo ante la sociedad y cuestionar qué estamos haciendo como ciudadanos. Y hago teatro para dar valor a la palabra y olvidarnos de lo contaminados que están los conceptos hoy en día… para que, si haces “La gaviota” y la madre llama el hijo “inútil” realmente sepas qué valor tiene esa palabra. Amo el teatro y ocupa mi vida, pero sí que es cierto que me encuentro a compañeros que dicen que, si no hicieran teatro, no podrían hacer otra cosa y no es mi caso. Como dice Ignacio del Moral, en boca de su personaje “P” (al definir como poeta al redactor del prospecto de un medicamento): “la diferencia está en hacer las cosas rutinariamente o en buscar tu realización personal… en todos los géneros puede haber arte”.
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria?…
Lo que puedo decir es que estoy muy contento de cómo me han ido las cosas y de la gente que me he encontrado, que estoy empezando y que espero sentirme así siempre. Recuerdo cuando hace años (pocos) me preguntaron en un gimnasio, al rellenar una ficha, que a qué me dedicaba… me costó decir “actor”, y contesté “hago cosas en el teatro”. Ya estaba trabajando profesionalmente pero sentía que la palabra me quedaba grande. Sencillamente, estoy contento de sentirme una pieza del entramado profesional del arte escénico, algo en lo que me ha llevado mucho tiempo convencerme.
¿Qué función crees que ha de tener el teatro para la sociedad de hoy?…
El teatro tiene una función mucho más social y edificante de lo que creemos. Y no lo digo en general: acercarte al teatro como espectador o profesional te permite, sin duda, estar más dispuesto antes valores como la solidaridad o la tolerancia. Sin embargo, tengo la sensación de que no se aprovecha porque, en este país, sólo forma parte del ocio y no de la cultura. Creo que el principal motivo es la educación que posee España, donde el teatro es opcional y accesorio en las escuelas e institutos… pero no el único: los profesionales podemos hacer algo más ya que, en discurso, decimos que hacemos teatro para modificar a la gente y luego preferimos llegar antes al director de moda que al panadero de la esquina.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?…Háblanos de ellos…
Este año he tenido la suerte de estrenar tres montajes con los que estoy muy contento: ‘Improvisa, tío!!’, de Improclan, en el Teatro Alfil; ‘Los cuatro de Düsseldorf’, de Jose Padilla, en El sol de York y ‘Carne viva’, de Denise Despeyorux, en ‘La pensión de las pulgas’. ‘Improvisa, tío!!’ es un espectáculo de improvisación en el que el público es protagonista y tiene poder sobre lo que ocurre en escena; ‘Los cuatro de Düsseldorf’ es una ácida comedia que surgió fruto de la residencia artística que unió a Padilla y a esa sala, ejemplo de dignidad, que fue ‘El sol de York’… y ‘Carne viva’, un loco experimento: tres historias que ocurren de forma simultánea en las habitaciones de ‘La pensión de pulgas’.
¿Cómo surgió tu participación en la obra Carne Viva? Háblanos de este trabajo…
Surgió gracias a Denise Despeyroux. Ella me había visto trabajar y un buen día, estando yo en Sevilla, me llamó y me dijo que quería contar conmigo para una historia que se iba a desarrollar en ‘La pensión de las pulgas’ y que iba a usar los tres espacios de manera simultánea. Me invitó a una idea, a un riesgo, y me convenció. La idea era tan interesante como difícil pero todos pusimos de nuestra parte y estoy muy contento con el resultado, con cómo nos hemos entendido y con todo lo que nos hemos reído. Ya no creo en que todos los procesos deban de ser maravillosos, creo en la idea de que nos aceptemos con nuestras diferencias porque, así, es como se forman los equipos más sinceros.
¿Cómo creas tus personajes? ¿Tienes un método?…
Me gusta que el primer paso sea dejar libre la intuición. Leer, releer, pensar sobre el personaje y dejarlo vivir en tu mente mientras haces otras cosas. El texto, su análisis y su vuelta a él como base de todo. Después la forma, el “cómo”, lo marca el director y ahí me gusta estar absolutamente dúctil y permeable. Creo que uno de los grandes problemas del actor es tomar su visión del personaje como única y no dejarse dirigir.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Destrozándolo. El teatro hoy en día vive un auge artístico debido a la escasez de recursos pero un ahogo por parte de las instituciones públicas. ¿Cómo pueden decir que el aumento del IVA es para recaudar más y, tras comprobar que la recaudación neta disminuyó un 33% en los cuatro primeros meses (y sigue así) no replanteárselo? Y no es sólo el IVA; es que su subida ha traído “soluciones” que espero que mejoren y no se convierten en problema: el SURGE o el programa PLATEA son dos iniciativas sobre cuyo planteamiento habría que reflexionar. Espero que, a la hora de tomar este tipo de decisiones, en el equipo haya expertos en artes escénicas y no sólo políticos.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
De lo último que he visto destacaría ‘Sótano’ de Benet y Jornet, dirigido por Israel Elejalde y con Juan Codina y Víctor Clavijo como protagonistas. Me pareció una función turbadora y con todas las piezas en estado de gracia.
¿Proyectos?…
Continúo con ‘Carne viva’ en ‘La pensión de las pulgas’ y con ‘Improvisa, tío!!’ en el Teatro Alfil, ambas actualmente en cartelera. Y estoy muy ilusionado con lo próximo: en unos meses comienzo a ensayar una versión libre sobre ‘La isla púrpura’ de Mijalil Bulgakov escrita y dirigida por Jose Padilla con un lujo de compañeros de reparto: Israel Elejalde, José Luis Torrijo, Montse Díez, Delia Vime y Lucía Barrado junto a un equipo creativo que no lo es menos. Daremos más detalles pronto.
Edipo intenta huir de su progenitora porque ha tenido una visión en la que se le augura que terminará engendrando el vientre de su madre, pero a veces, creemos estar huyendo de la fatalidad y sin embargo, estamos acelerando el encuentro con la misma. Benet i Jornet, aunque suene a tópico, si hubiese nacido en Inglaterra, sería un autor reconocido internacionalmente, como es de aquí, pues no se le valora lo que debería; ya es sabido por todos que España es un país que acostumbra a homenajear a sus creadores cuando han muerto o cuando tienen éxito más allá de nuestras fronteras, así de torpes somos. Pero volviendo a lo importante: el texto y la propuesta. En Sótano, de nuevo, el autor plantea una situación anecdótica a partir de la cual se van desencadenando una serie de acontecimientos que van desvelando el misterio y la complejidad de las relaciones humanas. Aquí, un hombre cree que ha encontrado el lugar donde conseguirá respuestas ante la desaparición de una persona y lo que realmente descubre es algo que ni siquiera él sabía sobre sí mismo. Eso, para los griegos era la anagnórisis, el momento en el que el personaje descubre lo que mueve su acción, a su pesar, hacia el hecho trágico. Un texto lleno de sutilezas engarzadas verbalmente, como encaje de bolillos. Un material exquisito para que los actores y el director hayan hecho un viaje hacia el misterio que se puede construir a partir de lo no escrito entre líneas. Juan Codina realiza un trabajo en el que parece que el texto fluye como si lo estuviese pensando en ese instante, Víctor Clavijo le da la réplica precisa y a los dos ha acompañado Israel Elejalde en la dirección, aportando su rica experiencia en la actuación.
Adolfo Simón
La compañía Kamikaze Producciones ofrecerá una charla donde los creadores de la compañía, Aitor Tejada y Miguel del Arco, explicarán cómo y dónde surge la idea de formar una compañía, cuáles fueron los primeros pasos, cómo se fueron involucrando los actores y formando las puestas en escena. Los actores nos contarán cómo vivieron ellos el incorporarse a Kamikaze Producciones, sus primeras experiencias, sus sensaciones, etc. Con esta charla los participantes descubrirán los entresijos de la compañía desde sus inicios a la actualidad.
Habrá un turno de preguntas sobre la actualidad del teatro y la viabilidad de formar una compañía en la actualidad.
IMPARTE: Aitor Tejada, Miguel del Arco, Israel Elejalde, Bárbara Lennie, Cristóbal Suárez, Raúl Prieto, José Luis Martínez, Miriam Montilla, Manuela Paso.
DESTINATARIOS: Estudiantes de arte dramático (dirección, interpretación) y todas las personas interesadas en el mundo teatral.
INSCRIPCIONES: Rellenar y enviar solicitud de inscripción a formación@teatroespanol.es antes de las 10 h. del día 19 de mayo de abril de 2014. Se confirmará plaza a los seleccionados.
Fecha Martes 20 de mayo de 2014
Horario De 17 a 18h. (aprox.)
Sala Teatro Español – Sala Principal
Precio Actividad gratuita
Los encuentros con el público son una ocasión especial para que los espectadores puedan intercambiar impresiones sobre la obra, en compañía del equipo artístico.
El encuentro con el público de Misántropo contará con la presencia del equipo de Kamikaze Producciones, incluyendo al director Miguel del Arco y todos los actores. Los asistentes podrán hacer preguntas y averiguar los detalles de la puesta en escena de este texto de de Molière escrito en 1666 y adaptado de forma libre por Miguel del Arco demostrando que este clásico casa perfectamente con la sociedad actual.
Fecha: Jueves 29 de mayo
Horario: 22:00 h., tras la función.
Lugar: Teatro Español – Sala Principal
Hay muchas cosas que destacar en esta excepcional producción privada de Misántropo y digo privada porque es el resultado del esfuerzo de una nueva manera de afrontar el teatro privado aunque se presente en un teatro municipal. Sería bueno que tomasen nota el resto de productores privados, pequeños o grandes, para hacer espectáculos de buen nivel, cuidados y arriesgados. Porque este Misántropo, de versión libre sobre el original de Molière es una obra atractiva y sugerente que además, da un toque de atención a la sociedad de nuestro tiempo. Resulta curioso que Molière ya hablase en su época de lo que nos debería preocupar ahora: La deshumanización del hombre, la venta de todo aquello que nos distingue de los animales, a cualquier precio. Un gran acierto es ese espacio ideado por Eduardo Moreno que se convierte en la gran metáfora de nuestra sociedad, ese callejón infecto donde los personajes se esconden, desean, humillan, maltratan y trafican entre sí. Allí, las ratas se dan la mano con las personas, para contagiarles su inmundicia. El espacio sonoro, la iluminación, el vestuario y sobre todo, la creación audiovisual de Juan Rodón y Emilio Valenzuela, se ensamblan como capas finas para seguir el discurso que se establece en toda la puesta en escena. Y los actores… Israel Elejalde, Raúl Prieto, Cristóbal Suárez, Bárbara Lennie, José Luis Martínez, Miriam Montilla, Manuela Paso y aquí hay que hacer un aparte, ya que no es casual que este trabajo esté dirigido por profesionales que han pisado la escena y saben cómo extraer de cada actor lo mejor y lo peor de sí mismos para dar vida a ese crisol de seres que huyen del ruido para encontrarse en la penumbra de un callejón donde se mirarán en el verdadero espejo de su alma. Quién lea estas líneas que no piense que se va a encontrar un espectáculo tenebroso y sórdido, no, vayan a ver un trabajo potente como es este, vivirán una montaña rusa de emociones y de paso, podrán pensar sobre qué estamos haciendo en este mundo lleno de callejones sin salida y huérfano de Alcestes.
Adolfo Simón
Sigue su andadura con paso firme el ciclo de lecturas de clásicos, titulado: Cómicos de la Lengua. Rica experiencia creada por José Luis Gómez para celebrar el Tercer Centenario de la Real Academia Española. En esta ocasión, el Teatro Español de Madrid se ha vestido de gala para recibir a La Celestina o Tragicomedia de Calixto y Melibea de Fernando de Rojas. La lectura de pasajes de la obra leídos con dicción perfecta y excelente actuación por parte de Carmen Machi, Beatríz Argüello e Israel Elejalde ha hecho las delicias de los asistentes. En dos ocasiones, el Académico José Antonio Pascual ha comentado los orígenes y peculiaridad de esta obra que, aunque fue ideada para ser leída, se ha llevado a la escena y la pantalla en múltiples ocasiones.
Adolfo Simón
Carlos Aladro, presenta un texto de Wallace Shawn, en versión del propio Aladro e Israel Elejalde, que, a su vez, interpreta este monólogo acompañado al chelo de Alba Celma, una propuesta escénica muy interesante, un espacio marcado con cintas que definen el sitio donde se ubica una mesa, una lámpara, un micrófono de pie antiguo y precioso que usa para hablar, etc…, separando al público del escenario también con cintas de plástico, cómo las que señalizan una obra…y empieza el espectáculo… y Elejalde, con voz grave y cálida nos relata su experiencia en otro país donde descubre la pobreza, con unas preguntas quizá mil veces efectuadas y que suenan reiterativas y ahí nos topamos con un speach discursivo, constante, donde las variaciones son elevaciones del tono de voz, nos hace un relato, eso sí, correcto, de algo que él no vive, carente de emociones, no sé quizá… mi expectativa era mayor y por eso esta pequeña decepción, no obstante decir que el público, que no llenaba la sala, aplaudió con gusto al final de la representación, así que quizás sean sólo cosas mías.
Ángel Savín
¿Qué es el teatro para tí?…
El teatro es el vehículo de reflexión mas potente que conozco, es un espejo donde poder mirarnos y reconocernos. Además se realiza en comunión con el resto de personas asistentes lo cual lo dota de una singularidad, de un carácter ritual que lo hace único. En lo personal es mi manera de ganarme la vida, literalmente, no solo en lo económico, el teatro me organiza mi forma de pensar, de crecer, de adaptarme, de vivir.
¿Por qué haces teatro?…
Por todo lo que he dicho antes, pero resumiéndolo podría ser porque soy feliz encima del escenario.
¿Qué balance haces de tu trayectoria como actor?…
Creo que he tenido la suerte de trabajar con regularidad y también he tenido la suerte de encontrarme en el trayecto con grandes actores y directores que me han permitido crecer y evolucionar. Así que supongo que estoy contento, o más bien tranquilo, pero insatisfecho. Creo que es un buen estado para alguién que se dedica a esto.
¿Cómo surge el proyecto de La funcion por hacer?…
Pues surge de esa insatisfacción tranquila que he dicho antes. De la de Miguel y Aitor que sienten la necesidad de contar una historia y son capaces de sobreponerse a la indiferencia de productores y programadores, esa insatisfacción se une a la de seis actores que creen en una forma de trabajar en equipo, de relacionarse con el teatro, y finalmente todo desemboca en un mes de Agosto encerrados sin cobrar en una sala ensayando el texto, simplemente porque creíamos en él.
¿Cual es tu personaje?…
Yo interpreto al hermano mayor. Es el cabeza de familia y de alguna forma él junto a la mujer de su hermano son los desencadenantes del drama que traen los personajes. Se siente culpable y sobretodo angustiado con la idea de que su vida siempre será esa, la de un ser recordado por siempre como un adultero irresponsable. Siente la necesidad de contar la historia como él la ve, de liberarse de la culpa, de la mirada reprobatoria de los demás.
¿Hubo ocasión de aportar ideas para la puesta en escena?…
Sí, claro que las hubo. Miguel es un director con las cosas muy claras pero también muy abierto a dejarse llevar por la intuición de los actores. No voy a decir que es una relación horizontal, porque no lo es, pero sabiendo que la última decisión siempre le corresponde a Miguel, en el proceso siempre intervenimos todos. Por ejemplo, el texto siempre está vivo y abierto a sugerencias de los actores.
¿Cómo ha sido el proceso creativo?…
Pues me gustaría decirte que hicimos un trabajo de meses de investigación y que probamos millones de cosas pero la verdad es que no puedo. Ha sido el proceso creativo más mágico y sencillo de toda mi carrera. Nos juntamos tres semanas a ensayar con el texto aprendido al dedillo, eso sí, y recuerdo que a los diez días con la mitad de la obra montada, nos miramos y dijimos:»¿nos hemos vuelto majaras, o esto es bueno de verdad?». Y parece ser que lo era.
Después hemos seguido trabajando sin parar, la función nunca está cerrada, Miguel ha visto más de ochenta funciones y eso significa una hora de notas al día siguiente, seguimos cambiando cosas y hablando entre nosotros para que cada día esté realmente viva.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para crear el personaje?…
Pues en lo técnico tenía claro que quería hablar como K.Branagh en Hamlet, con esa pericia, esa claridad, esa precisión; el personaje maneja texto de un dificultad endiablada y a toda velocidad así que requería de ese manejo. Y en un terreno más onírico, siempre me venía la imagen de Gassman, no sé por qué.
¿Qué balance haces de tus últimos trabajos como actor?…
Estoy especialmente orgulloso de mi trabajo en «La fiebre» un monólogo que yo mismo produje para el Fringe del año pasado y que volveré a hacer en la Cuarta pared en Julio. Era la primera vez que hacia un monólogo( y probablemente la última) y fue una sensación brutal, mezcla de placer y terror, pero que me dio la oportunidad de poner en práctica muchas cosas que me rondaban por la cabeza. Esta experiencia me permitió encarar el Pepe Rey de Doña Perfecta desde un lugar que no había hecho hasta ahora. Ernesto Caballero me dio mucha libertad para jugar con el texto, mucha confianza, para hacerlo mío, respetando a Galdós por supuesto, pero pude incluso recurrir a la novela para proponer cambios, para que el texto reflejara el Pepe que yo veía, un Pepe muy cercano a mí. En Maridos y Mujeres me lo pasé muy bien, hacia años que no hacía una comedia, y ha sido muy reconfortante, ahí me dejo llevar, el reparto es tan bueno que sólo tienes que dejarte llevar.
¿Cómo preparas los personajes?…
Pues depende, cada personaje requiere de una preparación. Hace unos años sí que hacía un trabajo concreto y concienzudo, ahora me dejo llevar por la intuición aunque el trabajo con el texto para mí es fundamental, qué dicen y cómo lo dicen es siempre la primera piedra sobre la que construyo.
¿Cual es tu método?…
No tengo un método. Sinceramente no creo que lo haya. Como he dicho antes cada personaje y cada obra tienen una realidad diferente, no es lo mismo hacer un Calderón y afrontar el trabajo de hablar en verso que hacer un personaje de Chejov. Son materiales diferentes y requieren sensibilidades y maneras de trabajo diferentes. Igual que no es lo mismo trabajar con Miguel del Arco que con Alex Rigola o Jose Luis Gómez. Cada uno quiere y demanda una cosa diferente de tí.
¿Qué función debe tener el teatro en la sociedad de hoy en dia?…
Pues la que ha tenido siempre. Como he dicho antes es un lugar de encuentro, de reflexión, un lugar en dónde los hombres como individuos sociales deciden encontrarse para reconocerse, para avanzar. Un lugar para hacer preguntas, para promover un espíritu crítico, para que la sociedad avance. El teatro es casi tan antiguo como la necesidad de los individuos de reunirse en grupos para ser mejores y más fuertes, y aunque nuestro gobernantes parecen desconocerlo, es más antiguo que el fútbol y más necesario, pero a los gobernantes siempre les gustó más los gladiadores, son menos molestos. Supongo que por eso nos castigan a las artes escénicas con el 21% de iva y al futbol no.
¿Crees que afectará la subida del iva y los recortes al teatro?…
Está afectando ya, pero no solo en lo económico, está afectando también en los valores con los que crece una sociedad. El mensaje es muy claro: La cultura no es necesaria, es solo un entretenimiento, se puede vivir sin cultura. El gobierno se mira en Alemania para tomar cualquier decisión pero no lo hace en esto. A nadie se le ocurre que la cultura es la base fundamental de la identidad de un pais, y que atacarla de esta manera tendrá consecuencias en el futuro. De todas formas es algo típico de este país, este desprecio es demasiado antiguo y así nos va. A veces me cuesta aceptar que mi país es tan cateto y me acuerdo de Cernuda que decía: «soy español a la manera de los que no pueden ser otra cosa».
¿Alguna sugerencia para hacer teatro en tiempos de crisis?…
Afortunadamente no creo que tenga que dar muchas sugerencias. El teatro está más vivo que nunca. Se abren nuevas salas en Madrid, sin parar. Hemos descubierto que se puede hacer muchos tipos de teatro y que no necesitamos grandes locales y grandes presupuestos con escenografías, sólo ganas, muchas ganas de contar algo, de hacer algo con la gente que tu quieres.
¿Que obra has visto últimamente que te haya gustado?…
Pues la última función que me gustó ha sido «Kafka enamorado», un trabajo de actores en estado de gracia, un trabajo sutil, lleno de sensibilidad. Y también me provocó reflexiones «El café» de Fassbinder, un ejemplo de un grupo de actores empeñados en sacar un proyecto adelante. Chapeau!
¿Proyectos?…
En Julio vuelvo con «La fiebre» a la Cuarta Pared, a partir del 19 de Julio, y en Septiembre comienzo ensayos de «Misántropo», el nuevo proyecto de Kamikaze con el equipo original.
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