En Aventura! se vuelcan los fantasmas y la angustia que le produce a Sanzol la realidad que estamos viviendo. Nos introducimos en el mundo empresarial creando un reflejo de nuestra sociedad tal y como si estuviéramos en un laboratorio de ensayos y reflexionamos sobre esta crisis que nos está atenazando a todos ensayando con seis ratas lo que podría suceder ante una hipotética situación de miedo. Sanzol disecciona personalidades, analiza comportamientos, destripa situaciones insostenibles y nos lo muestra de una manera aséptica. Tan aséptica como un laboratorio o… una vulgar oficina con esa luz fría que produce el molesto fluorescente que nos propone Alejandro Andújar. Todo con humor, oiga, como si no pasase nada, como si fuese un experimento más. Pero de repente se abre la brecha con un giro dramático inesperado…
Hipótesis: Imaginen que su negocio no va mal…pero viene un señor y les ofrece dinero por él. ¿Cómo reaccionarían? ¿Venderían, negociarían, sucumbirían? El miedo puede hacernos reaccionar de muchas maneras y acabar haciendo lo que menos esperábamos… ¿Piensan que es ficción?
Seguramente ustedes han entrado en algún bar de esos «de toda la vida» y de repente se encuentran con un camarero chino que les ofrece una tapa de aceitunas y su cañita. ¿Fotocopia u original?
La sala Roja de los teatros del Canal presenta estos días una magnífica antología de la zarzuela, La verbena de la Paloma, La chulapona, La Gran Vía, Luisa Fernanda, El último romántico, Don Manolito, La Calesera, El barberillo de Lavapiés, El tambor de granaderos, Los claveles, El año pasado por agua, María Manuela, La del manojo de rosas, Doña Mariquita de mi corazón y Doña Francisquita de los maestros Bretón, Moreno Torroba, Chapí, Chueca y Vives. Bajo la dirección musical de Manuel Coves y la dirección escénica de Jaume Martorell, perfectos los movimientos de tantos artistas en el escenario, una escenografía de Ricardo Sánchez Cuerda, moderna y con mil trucos para adaptarse a las distintas obras; una impecable iluminación de Juan Gómez Cornejo que envuelve los diferentes ambientes y un vestuario hermosísimo y variado de Pedro Moreno y Alejandro Andújar que nos mete en diferentes épocas, con cancanes y carambas y mantillas y todo lo que puedan imaginar. Para mover los corazones y hacernos sentir lo nuestro sin aspavientos, ni alaracas, la zarzuela es española y nos identifica y nos conmueve. Los cantantes magníficos, a destacar a una extraordinaria Marisa Martins, a quien he visto en óperas importantes y que no sólo canta como los ángeles sino que se comporta como una auténtica actriz y mantiene sus personajes vivos en escena. Maravillosa Anna Tobella y con toques de galán un impresionante César San Martin, el resto magníficos, el cuerpo de baile brillante y los coros de poner la piel de gallina. El público aplaudió a rabiar y el ánimo se llenó de optimismo y alegría que no viene nada mal en estos tiempos, No se la pierdan me lo agradecerán.
Ángel Savín
Fefa Noia dirige Cuerdas de Bárbara Colio en esta preciosa sala que es El Sol de York con una acertadísima escenografía de Silvia de Marta y vestuario de Alejandro Andújar y Ana López con los que se definen muy bien los caracteres de los personajes. De este modo seguimos a tres hermanos en un viaje de recuerdos, anhelos y reproches; huérfanos en busca de un padre artista que los abandonó. El amor siempre está presente a pesar de las diferencias, a lo insalvable de las relaciones familiares y palabras que no se dicen, conduciéndonos a la búsqueda de un equilibrio que cuesta alcanzar; lo que parece no es, lo que se da por hecho no es cierto…un drama salpicado de muchas risas…confieso haber reído y haber sentido aparecer las lágrimas en mis ojos. Tres actores estupendos, un gran David Luque cuya presencia y contención transmite emociones a raudales, Alejandro Saá que juega al descaro y a hacerse notar por ser el hermano invisible y una sorpresa muy agradable ver por primera vez a Óscar de la Fuente que derrocha espontaneidad y naturalidad, emocionándonos en silencio en la escena final que no desvelo para que la vean, vale la pena. Una función grande en una sala de las llamadas alternativas.
Ángel Savín
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