«Pluto» en La Latina
Magüi Mira está haciendo cosas muy interesantes como directora en los últimos tiempos y ahora nos propone, de nuevo en La Latina, después de haber pasado por Mérida, una versión musical de la obra clásica de Aristófanes.
Clásica y tan clásica porque aborda problemas contemporáneos y fue escrita hace 2.500 años. ¿Cómo es posible? Abordar una utopía -el reparto igualitario de la riqueza- consiste en eso, en que la utopía sigue existiendo con el paso de los años y seguirá siendo algo imposible de alcanzar. El montaje destaca por el coro clásico formado por los propios personajes y transformado por Mira en bambalinas movibles mediante el simple gesto de quitarse la máscara.
El reparto de actores es un lujo para estos tiempos que corren y se agradece ver ciertas caras sobre las tablas hartos de verlas hacer papeles en series de televisión y encasillados en determinados personajes. El coro de personajes acompaña al omnipresente y fabuloso Javier Gurruchaga, que lo mismo puede encarnar un papel dramático como el de Pluto, con expresión contenida y controlando sus aspavientos que hacer de su reverso: La Pobreza, un personaje hilarante y exagerado pero que suelta verdades como puños del que merece la pena disfrutar. Además, Gurruchaga ha intervenido en la creación musical junto a Marco Rasa, incorporando canciones que acompañan al texto, y que aportan agilidad y dinamismo al contenido, a veces demasiado denso y se cuenta con el acertado vestuario de Lorenzo Caprile que reinterpreta el estilo clásico adaptándolo a nuestros días.
En definitiva, esta obra nos hacer replantearnos el concepto del reparto justo de la riqueza, la pérdida del respeto a los dogmas sociales, el enfrentamiento a la corrupción y al poder desmedido de ciertas personas, la pobreza y pérdida de derechos…todo esto a través del humor y la fiesta…porque aunque no tengamos dinero siempre nos quedará un plato de lentejas y mucha LIBERTAD.
Luis Mª García Grande
Juan Fernández nos habla sobre su larga trayectoria en la el mundo de la interpretación
¿Qué es el teatro para ti?…¿Por qué haces teatro?…
El teatro es la gran escuela donde se aprende día a día y donde uno realmente crece como actor, el teatro es la gran fuente donde un actor debe beber para llegar a realizarse completamente. Hago teatro, porque es el único género que me hace tener los pies en el suelo, aprendes a ser humilde y a trabajar con generosidad, algo absolutamente necesario para la buena formación de un actor.
¿Qué balance haces de tu trayectoria como actor?…
La verdad es que no me puedo quejar, llevo treinta años en esta profesión y he tenido la suerte de trabajar con grandes directores tanto de teatro, como de cine o de TV, de los que he aprendido mucho. He compartido reparto con los grandes actores y actrices de este país y con actores y actrices no tan conocidos, pero todos, absolutamente todos, me han aportado algo que me ha hecho crecer un poco más. De todas formas espero que aún me queden muchas cosas por hacer y que dentro de unos años hagamos un balance más global.
Háblanos de los últimos trabajos en los que has participado…
Mis últimos trabajos realizados son dos, uno en teatro y otro en televisión. En teatro «Madame Bovary» espectáculo dirigido Magüi Mira, en el que compartía reparto con Ana Torrent, Armando del Rio y Fernando Ramayo. Yo interpretaba a Carlos Bovary. Este trabajo me trajo muchas satisfacciones a nivel profesional, porque después de mucho tiempo, pude mostrar otro registro muy diferente al que se me pedía en todos los trabajos anteriores. Fue un gran éxito de crítica y público.
Y el de televisión es una serie para TVE titulada «Víctor Ros», que espero se emita en el segundo semestre del año. Esta serie, ambientada en el siglo XIX, está basada en las novelas de Jerónimo Tristante, cuyo protagonista es Víctor Ros, un inspector de policía. Yo interpreto al comisario.
¿Cómo surge el proyecto de El nombre de la rosa?…Háblanos de tu personaje…
Un buen día me llamó José Antonio Vitoria, productor del espectáculo para ofrecerme la sustitución de Karra Elejalde, tardé dos o tres días en contestar, porque he de reconocer que me asusté un poco, pero al final dije que sí.
Mi personaje es Guillermo de Baskerville, un franciscano que ha sido presidente de la Inquisición y que es destituido por estar en desacuerdo con los métodos utilizados por la misma para juzgar y condenar. Su discurso está más cerca de lo científico que de lo espiritual, es inteligente, gran observador, y eso le dota de una gran capacidad de deducción, posee un gran sentido del humor. Gran amante de la lectura, su necesidad de saber y su curiosidad es infinita. Yo lo describo como un yonqui del conocimiento.
¿Cómo fue el proceso de creación?…
Mi proceso de creación fue un poco caótico, ya que dispuse de muy poco tiempo, yo entré haciendo una sustitución y solo tuve dos semanas para estudiar el texto y cuatro ensayos con mis compañeros, las primeras funciones, puedo decir que el personaje estaba un poco ausente, era yo, tratando de sacar un espectáculo adelante.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para crear tu personaje?…
Al disponer de tan poco tiempo, lo primero que hice fue ver la película, pero después recurrí a la novela, ahí están todos los datos necesarios para construir el personaje.
¿Cómo preparas los personajes?…¿Cuál es tu método?…
Para preparar un personaje, yo desmenuzo el texto, porque ahí están todas las claves, el trabajo de mesa es fundamental. También depende mucho de la lectura que el director le quiera dar al espectáculo, qué quiere contar con él, porque un personaje se puede interpretar de muchas maneras diferentes. Y no tengo un método concreto, lo que procuro es no ir a resultados, sino trabajar para el compañero.
¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que vivimos?…
Desde los griegos, siempre ha tenido la función de ser un fiel espejo de la sociedad donde se ven reflejados sus defectos, virtudes, problemas, miserias, penas, alegrías, etc. El teatro, que quede claro no es entretenimiento, es “CULTURA”, y la cultura ennoblece y engrandece y hace libre a los pueblos.
¿Cómo crees que está afectando la subida del I.V.A. y los recortes en las ayudas al teatro?…
Está siendo muy duro. Con la subida del IVA la afluencia de público ha bajado notablemente, los números no salen, por la tanto también hay una bajada importante en la producción. En muchas localidades han dejado de programar, por lo que las giras se han resentido mucho. Espero y deseo que toda esta situación tenga un fin próximo.
¿Alguna sugerencia para seguir creando en tiempos de crisis?…
Creo que en estos tiempos que corren, la única forma de seguir creando (y haciendo un símil con lo que hacían nuestras abuelas en los tiempos de hambruna) es recurrir a la imaginación.
¿Qué obra de teatro has visto últimamente?¿Qué te pareció?…
La última obra que he visto es “La anarquista” (David Mamet) interpretada por Magüi Mira y Ana Wagener. Me pareció un texto estupendo y un recital de interpretación realizado por dos grandes actrices.
¿Proyectos?…
Mi proyecto es seguir con “El nombre de la rosa” hasta el 2015, después, como diría Guillermo de Baskerville, Dios proveerá.
La Anarquista de David Mamet en el Teatro Español
Seguirán avanzando las tecnologías, todo lo llegaremos a vivir virtualmente, pero en algún lugar del Universo, quedará un espacio para aquella experiencia única llamada teatro, los que la vivimos, hablaremos de ello como algo que solo se podía experimentar en unas salas cerradas donde un actor se ponía delante de un espectador, sin nada artificial que les separase, para repetir de nuevo ese rito de inteligencia frente a sentido, emoción contra sensibilidad…Cuando aparece el teatro en estado puro, uno se olvida del mundo de afuera…y se vive algo que perdura en el tiempo en nuestra memoria. La Anarquista es el último texto escrito por David Mamet, una obra dura e inteligente, irónica y turbulenta…un juguete perfecto para que dos magníficas actrices como son Magüi Mira y Ana Wagener salten al vacío y se entreguen hasta confundir la realidad con la ficción, ese maravilloso oficio del cómico…Y para que un director como José Pascual se vuelva invisible ante una materia tan fascinante. Cuando el TEATRO se cruza en nuestro camino, no hay que dejar pasar ese tren.
Adolfo Simón






















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