«El Señor Ye ama los dragones» en Matadero Madrid
«El Señor Ye ama los Dragones» nos sumerge en una ciudad lúgubre, apestada y que se equipara a una gran colmena, una colmena humana donde conviven las abejas obreras, los zánganos y las abejas reinas. A través de un pequeño cuento sobre un hombre que quería adorar a los dragones, pero no era cierto, ya que por lo que realmente se sentía atraído era por el ser mitológico y no el real, se nos plantea una dramaturgia perfecta, concisa y con la duración necesaria para meternos de lleno en el fenómeno de la inmigración china en las grandes ciudades y el despropósito que ha causado en las clases «acomodadas» representadas por las señoronas de un barrio bien de la ciudad.
Merecen especial mención Gloria Muñoz y Lola Casamayor en su compromiso con la interpretación de sus personajes. Gloria Muñoz, metida en la piel de la abeja reina sigue a la perfección su papel, embuchada en ese abrigazo de señora arreglada, con su cardado que se retoca deliberadamente y cada vez que exige el libreto (porque lo exige literalmente) y Lola Casamayor encarna la vecina que ya ha visto de todo y a la que le da lo mismo ocho que ochenta mientras no le quiten su dulce diario y su televisión a todo volumen. Ellas recrean este thriller cañí como si hubiesen vivido toda la vida en esos pisazos decorados con el gusto más refinado de los sesenta, con su refinado gusto por el encaje. Además, la exigencia de el libreto de incorporar a actrices chinas, ya que el autor partía de la investigación en el teatro entre dos culturas y lenguas diferentes, aporta una nota original en el reparto, incorporando a dos estupendas actrices chinas como son Huichi Chiu y Chen Lu
Muchas veces un «cuento chino» nos ayuda a abrir los ojos y bajar a la tierra para darnos de bruces con la realidad porque detrás de las pequeñas historias hay grandes consejos. Paco Bezerra es especialista en escoger temas sociales actuales y maquillarlos de esperpento valleinclanesco, barnizarlos con toques cañís y rebozarlos con salsa agridulce para que salga una obra luminosa, atrayente e interesante para cualquier persona, como dice él desde un punky hasta una señora del barrio de Salamanca.
Luis Luque le ha dado un acabado final exquisito que coloca a cada personaje en el plano intelectual que merece y además lo enmarca en la escenografía, también plenamente acertada que nos sugiere una mezcla de muralla china a través de unas escaleras que asemejan la muralla por donde transitan los cuatro personajes de panal en panal. Además infunde a cada personaje una extraña mezcla entre la forma de interpretación china y la occidental.
En definitiva, una galleta de la suerte rellena con palabras de sabiduría en forma obra para todo el mundo: actores, directores y público.
Luis Mª García Grande

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