«Re Cordis» en el Teatro de las Culturas

Los recuerdos pueden ser lo único que nos queda para reconocernos y saber quiénes somos. Lo que se recuerda se siente, vuelve a pasar por nuestro corazón. Alberto Amarilla juega con esta palabra, que tiene mucho que ver con nuestro corazón y mezcla de una manera poderosa el juego teatral utilizando técnicas clásicas y contemporáneas para crear una pequeña joya en la que las personas que pasan por la vida del personaje aparecen a través de su palabra, gesto y actos. El sentimiento convertido en acto teatral.
Luis Mª García Grande
Lúcido de Rafael Spregelburd dirigido por Amelia Ochandiano en el Centro Dramático Nacional
Hay montajes teatrales que se salvan gracias a un buen texto, una buena dirección…una escenografía que complete poéticamente la propuesta…pero sobre todo, lo que es esencial para que un barco teatral llegue a buen puerto es…un buen y apropiado reparto. Lúcido es un material dramatúrgico muy potente porque juega a crear efectos reflejo sobre los personajes que el espectador ha de seguir con una atención activa, descubriendo así qué es real y qué soñamos. Amelia Ochandiano ha dirigido con maestría y sutileza esa obra en ese espacio escénico que se pliega y repliega para mostrarnos mundos paralelos…Y sobre todo, saca el máximo de jugo actoral a un reparto exquisito…Alberto Amarilla, Tomás del Estal, Itziar Miranda e Isabel Ordaz, en un momento de madurez y sabiduría escénica como ya veníamos intuyendo desde su trabajo en Días Felices.
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