Nico Grijalba nos cuenta su experiencia en «Tres-en-una»
«Tres-en-una» dirigida por Adolfo Simón y escrita por Nico Grijalba, Carlos Be y Ángel Abascal PRORROGA sus funciones en DT espacio escénico los días 7 y 8 de marzo a las 23.00 hs.
El autor de «Espe» nos habla de cómo se fraguó la obra…
RETRATOS DE UN MUNDO NUEVOLa realidad, como decía Nabokov, está demasiado sobrevalorada. Lo mismo que opina Nicolás Grande, que pinta y repinta con savia de papel couché a sus artistas. Para Nicolás no basta con la absurda realidad, siempre hay que darle un borbotón de color, un ojo morado, la coleta azul y una dama de alta alcurnia pasada por el cálido limón de una cera de color.Nicolás Grande existe, no es ficción, es el motor y el alma por el que el proyecto escénico Tres en Una echó a andar hace unos cuantos meses. [Ahora se puedes ver en el Espacio DT: tímido, dominguero, ojeroso, no dejen de ir al teatro, es un arma cargada de saliva].Pues bien, un buen día el director y dramaturgo Adolfo Simón me citó en una whiskería de mala muerte del centro de Madrid. Putas a borbotones y botones descosidos, mucho olor a fritanga, bravas y tal. Él se pidió su cocacola con mucho limón, yo, creo que pedí un whisky con agua. A lo que vamos. “Necesito que escribas un texto sobre Esperanza Aguirre”, sentenció. Mis ojos hicieron carambola. ¿Esperanza Aguirre? Tamaño personaje, la Comunidad de Madrid en la garganta. Siguió explicando: “Tres en Una versará sobre tres personajes femeninos claves de esta España nuestra. A saber: la Duquesa de Alba, la Baronesa Thyssen y nuestra querida –retintín, retintín- Esperancita”.Llegados a este punto observé si quien se estaba bebiendo el whisky era yo o era Adolfo. Él seguía con su cocacola. Todo en orden. O más bien, bienvenidos al desorden. Por si las bravas y las putas nos parecían poco, y el camarero subiendo y bajando el Sálvame, Adolfo sacó de una carpeta una docena de retratos imposibles de clasificar.Oligofrenía Mon Amour, pensé yo para mis adentros.Los retratos representaban caras semi-conocidas, escocidas, desprendían familiaridad de espanto y de cariño, el dibujante –quienquiera que fuese- prestaba mucha atención a la bisutería, a los distintos cortes de pelo, también al tallaje y a las narices. ¿Quiénes son?, me preguntó Adolfo. Son maravillas de la naturaleza, respondí yo.Me contó que los dibujos pertenecían a Nicolás Grande, un anciano nacido en 1925, que desde su retiro en una residencia castellanoleonesa no paraba, cada día, a cada hora, de dibujar y dibujar. Su método de trabajo es puramente warholiano: con el¡Hola! como inspiración, reinterpreta a todas aquellas damas que pueblan este BOE visceral. Cientos de dibujos, de retratos – hechos con pinturas plásticas- de artistas de relumbrón, ricas y famosas, labios finos de la España finisecular. Sin quererlo, o queriendo, vete a saber, las neuronas son muy presuntuosas, Nicolás Grande en su retiro de transistor y jersey de pico, le imprime a la actualidad del ¡Hola! una cierta pose picassiana y un aleluya de Matisse. Por supuesto que Tita Cervera, Doña Cayetana y Esperanza están entre sus preferidas; él conoce a las musas de este dintel algo cochambroso llamado Spain.El whisky se acabó. Adolfo ya tenía en su telaraña a otros dos ideólogos: Carlos Be se quedaría con Tita, y Ángel Abascal con Doña Cayetana, ye-yé de Alba. La menestra teatral estaba servida.Meses después se hizo carne esta exposición-teatro. El artefacto funciona, precisamente, por su carga explosiva. La gente piensa que aquellas obras de Nicolás Grande son producto de la imaginación de algún zascandil pensador, pero no: Grande, ajeno al runrún de la ciudad y al compadreo de la cultura, sigue pintando y dibujando a sus chulas favoritas. Malena Polo se desgañita por poner en pie a estas insignes representantes de su especie, borda sin la burla del imitador las fisuras de estas tres, también de Anita, Ana Botella, tres en una, no lo olviden. Relaxing Tararí Que te Vi. El sirviente (interpretado por Luis María García) sabe que aquellos retratos que cuelgan de las ominosas paredes tienen memoria.Que sí, que ya lo dijo Nabokov que también, por cierto, estudiaba a los lepidópteros, pero hoy Nicolás Grande le ha pintado un culazo a Beyoncé que ya quisieran las de Rubens…NICO GRIJALBA
Pareidolia en La casa de la portera

La vida se pasa en dos días y cambia en un instante. Si a las dos hermanas churreras que nos reciben en La Casa de la Portera les hubieran dicho que Lavapiés cambiaría tanto en pocos años y ya no olería a churro sino a chop-suey, hubieran dicho: “no, no, no, no” muy decididamente y habrían seguido amasando su masa madre para hacer los mejores churros de Madrid, esos que les enseño a amasar su difunta madre. Dos hermanas, Gerónima y Alameda, que tienen miedo del mundo exterior cambiante pero que viven encantadas en su vetusta casa, antes la churrería, y que han decidido contribuir a la perdida cultura madrileña enseñando cómo se amasa un churro, con la ayudita de una subvención, claro está. Devotas y practicantes, muy practicantes, a su manera, no dejan de rezar para que este mundo en crisis encuentre su recto camino, a su manera, pero lo importante es la devoción.
Pero ¡ay!, algo está sucediendo en su casa que las tiene intranquilas: ¡Pareidolias! ¿No saben ustedes lo que es una Pareidolia? ¿Qué tienen que ver las mechas californianas y la laca Nelly en todo esto? ¿Es este el único secreto de belleza de Gerónima y Alameda o tienen más? Me temo que tendrán ustedes que visitarlas para descubrirlo.
Ángel Savín y Roberto Martínez, de la mano de su director Adolfo Simón, han sabido sacarle tanto partido al texto de Nico Grijalba, que no podemos pasar la hora que dura la obra sin sentir toda clase de sensaciones: desde la risa más desternillante al dolor, terror, asombro y emoción más extremos. Lo importante de la obra no es la historia en sí, sino todo lo que la rodea: la personalidad de dos viejas hermanas churreras puede dar para desvaríos y tomos enteros a lo Pérez Galdós, pero no se equivoquen porque aquí el realismo y naturalismo aparentes están completamente desvirtuados… De eso se trata, de recrearse en las pequeñas cosas que cada uno llevamos por dentro, en nuestras pequeñas «actuaciones» y girar la tuerca hasta que se pase de rosca…
Cuando se exprime tanto un guión para encontrar cada gesto y cada actuación y cuando se pone todo el corazón y la experiencia en una actuación suele salir una pequeña perla digna de lucir en los escenarios más grandes, pero que se ve mejor en la caja de bombones de La Portera. Una apuesta que se adapta perfectamente al maravilloso e inquietante espacio de La Casa, con una caracterización y escenografía de David Utrilla tan original como esperpéntica, y que nos deparará un montón de sorpresas.
¿Todavía están pensando en las mechas? ¿En la laca?¡Corran, llamen y reserven porque sólo les quedan tres oportunidades para verla!.
Luis Mª García 





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