Una «Cerda» a la italiana en el Alfil
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De nuevo podemos disfrutar de una de las obras que ha revolucionado el off del teatro madrileño desde La casa de la portera y que ahora se nos presenta en un formato a la italiana sin perder un ápice de su humor, surrealismo y de su crítica social. Carolina Herrera se incorpora al reparto para reencarnar a Cicilia, sustituyendo a Inma Cuevas y aportando su granito de arena.
El Teatro Alfil nos brinda la oportunidad de volver a sumergirnos en el loco mundo del Convento de la Orden de las Siervas del Santo Membrillo creado y dirigido por Juan Mairena, uno de los dramaturgos contemporáneos que más está dando que hablar últimamente. Una orden en la que reina la extravagancia y el absurdo para adentrarnos en un tema tan actual como el robo de niños por las órdenes religiosas.
Pero para abordar estos temas tan escabrosos no hay nada mejor que un buen maquillaje y mucha vaselina, que de eso ciertas iglesias saben mucho. Seguramente que en muchos conventos y centros de clausura se cometen más disparates que en Cerda, donde la Madre Superiora agota los botes de laca Nelly para conservar su regia hegemonía y donde los fantasmas del pasado no necesitan a Iker Jiménez para aparecer nítidos y expresar sus sentimientos, deseos e intenciones con el corazón en la mano.
La dramaturgia creada por Mairena es una montaña rusa en la que las subidas y bajadas vertiginosas del discurso te hacen transitar de la poesía y el discurso más oscuro al pop y travestismo más audaz.
Pero, ustedes se preguntarán… ¿Por qué esta obra se titula Cerda? ¿Qué hace Dolly vestida de monja? Buff, es un poco largo de explicar, acérquense al Alfil y descúbranlo.
Luis Mª García
Una «Cerda» muy especial en La casa de la Portera
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«Cerda» de Juan Mairena, regresa a La Casa de la Portera todos los martes de mayo, en función doble. Y para celebrarlo ayer se hizo un estreno de lujo con colaboraciones de amigos que querían entrar en el convento de la Orden del Santo Membrillo. Por allí pasaron Obispos con tacón, Toñi, la de «Elepé» con falso visón y otros seres propios del travestismo ilustrado. Y allí nos obsequiaron con una CERDA, de verdad, pero en forma de galleta creada por Moses Sweetmoses.
Pero no nos equivoquemos: tener actitud travesti no significa ser frívolo… en esta obra se tratan temas muy serios y de una manera bastante profunda.Y es que se puede ser travesti y denunciar hechos que nos conmocionan en nuestra vida diaria, se puede ser travesti y monja, se puede ser travesti y poeta, se puede ser travesti y surrealista y se puede ser travesti y facha… Todo cabe dentro de esta obra que nos habla de niños robados, transexualidad, amor, religión, apariciones de Madonna, podedumbre y anhelos.
Los actores están todos en estado de gracia… y no porque estén en un ficticio convento sino porque cada uno borda su papel y lo hace suyo.
Una obra que debe tener prioridad cuando vayan a hacerse la agenda de ocio de la semana. Apúntense a ser Cerdas!
Luis Mª García Grande
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