Borja Rodríguez: En el mundo globalizado de los acontecimentos virales virtuales, el Teatro es la experiencia, el acontecimiento, lo que sucede, lo auténtico.
¿Cómo surge el proyecto de La hermosa Jarifa?…
El núcleo somos un grupo de profesionales que llevábamos tiempo coincidiendo esporadicamente en espectáculos y que teníamos muchas ganas de juntarnos a contar lo que a nosotros nos apetecía, pues nos entendemos perfectamente, a veces, sin necesidad de abrir la boca. Queríamos hacer un clásico diferente, que contara cosas potentes y que nos ofreciera otros ojos para la puesta en escena. Yo tenía en mente la Historia del Abencerraje desde muy joven, y fuimos a por ello.
Háblanos del montaje…
Desde el principio tratamos de apelar a la imaginación del espectador, con una voz antigua, muy hermosa, como la de los cuentos arcaicos ilustrados con miniaturas preciosas, para meterlo rápidamente en una emboscada por los campos de olivos de Andalucía, en tierra de frontera con la luna presente. Esto te atrapa. A los cinco minutos sucede una lucha a espada de uno contra cinco que pone los pelos de punta, y pronto descubrimos que los motores que provocan esa lucha no permiten a los contrincantes terminar de arrancarse el corazón allí mismo -que es lo que realmente desean-. Entonces vamos descubriendo qué es realmente lo que ocurre allí; viajamos a la Granada de los Abencerrajes, a la tierra de Al Ándalus, a la vida en frontera, y a una historia de entendimiento entre dos seres completamente diferentes, pero donde cada uno encontrará su virtud en la piel del enemigo.
¿Hubo ocasión durante el proceso para que los actores aportasen ideas en la puesta en escena?…
Por supuesto. Un actor, por oficio, hace lo que tú le digas, pero eso son zapatos prestados. Parto del convencimiento de que si les das la oportunidad de encontrar sus tesoros, los harán suyos y los defenderán a muerte.
¿Cómo ha sido el trabajo con ellos?…
Soy padre desde hace cinco años y medio. Esto me ha dado la oportunidad de ver mi trabajo con otros ojos, y aportar lo que he aprendido en este sentido; motivar un proceso, plantear las cosas como proyectos, jugar, sorprendernos… pero llega el momento de la Educación Responsable, en el que hay que atar bien los lazos de ese «juego» y negociar a favor de las bases de lo que quiero; pero ya todos saben las reglas del juego.
Quiero destacar que en ese proceso, he tenido la inmensa suerte de contar con Nuria Castejón y Cristina Arias (danza y movimiento) Pepa Pedroche (voz, verso y coros) Pedro Almagro (Lucha escénica), Alberto Pérez Centella (Música) y Anabel Maurín (Ayudantía de Dirección) donde cada uno ha ayudado a conformar este inmenso puzzle.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para crear esta obra?…
Hay mil. Mi primera formación en Arte Dramático la cursé en Andalucía, en Córdoba, donde viví un total de diez años. Vivía en la Judería, junto a la Mezquita, donde unos cristianos aterrizaron una catedral en mitad de sus naves hace unos cuantos siglos. La Prestación por Objeción de Conciencia la hice en el Museo Arqueológico de Córdoba, y estudié al tiempo Historia del Arte, donde aprendí a amar el Arte Musulmán. Teatralmente, desde pequeño, y como no me gustaba el fútbol, mis ídolos han sido diferentes, pues a mí no me gustaba Butragueño o Hugo Sánchez, sino Helena Pimenta, Etelvino Vázquez, Ricardo iniesta, Agustín Iglesias, Lluis Pascual, etc… y creo que todos están ahí inevitablemente.
¿Cómo surgió la invitación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico?…
Pensamos que una propuesta así debía estar desde el principio en la mesa del Clásico. lo propusimos. Siguieron el proyecto desde el comienzo. Vieron el resultado y aquí estamos.
¿Por qué haces teatro?…
Pues eso mismo digo yo… llevo un buen rato intentando contestar esta pregunta (39 años) y soy incapaz…
Háblanos de tus últimos proyectos…
Los 900 días (El Camino de la Vida) una obra sobre la supervivencia de una compañía de Cómicos dentro del Cerco de Leningrado, donde la gente se comía unos a otros, y donde entendieron que su Cultura sería la tabla de salvación, así se dieron las últimas piruetas al Arte y a la Expresión artística ¿Sabes que durante los tres años de asedio, de guerra y de hambre no cerraron los Teatros en Leningrado? Esta función, Los 900 días, se presenta en Mayo e inicia gira en Octubre. Este proyecto es dentro de mi compañía -La Morgue- pero también dirijo y escribo para otras compañías.
¿Qué balances haces de tus trabajos como director de teatro?…
Hay dos pensamientos en contradicción: cada proyecto que encaro parece que comienzo de cero; pero al mismo tiempo parece que he estado preparándome toda la vida para ese nuevo proyecto.
¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que vivimos?…
En el mundo globalizado de los acontecimentos virales virtuales, el Teatro es la experiencia, el acontecimiento, lo que sucede, lo auténtico.
¿Cómo crees que está afectando la subida del I.V.A. y los recortes al teatro en España?…
El IVA es sólo una parte de la devastación inmensa. Es intencional: la gente tiene que conformarse con trabajar, tiene que conformarse con comer, tiene que conformarse con respirar, y estar agradecido por ello. «Ni un español sin pan ni un hogar sin lumbre». Así se podrá hacer lo que se quiera con ellos, robar en su cara, traerlos de aquí para allá…
¿Qué obra de teatro has visto últimamente?¿Qué te pareció?…Edipo, dirigida por Sanzol, y Antígona, dirigida por Miguel del Arco. Me ha conmovido mucho el trabajo en común de una forma de afrontar el texto y saber que hay esperanza hacia las formas de reflexión (de la estética, de la dramaturgia, de la interpretación). Allí hay directores, iluminadores, escenógrafos, etc trabajando con un sentir común y sin muchas ganas de concesiones.
¿Proyectos futuros?… Lo más inmediato es que acabo de empezar ensayos sobre un texto del Satiricón de Petronio que es una auténtica preciosidad, con tres actores inmensos: Pepe Viyuela, Elena González y Susana Hernández, y un equipo de creación y producción de lujo, que se estrenará en Octubre. Me siento muy afortunado y entusiasmado.
¿Cómo ves la situación teatral en nuestro país?…
Si a ti te duele un brazo, automáticamente demandas sanidad, buscas un médico. Pero si tú tienes una carencia cultural, no buscas una biblioteca, un cine, un teatro: te embruteces. El público que se está destruyendo no podemos confiar en que volverá.
¿Se pueden hacer propuestas combativas hoy en día?…
«Decía Artaud que nuestra forma de expresión debería parecerse a los gestos que hacen entre las llamas los condenados a la hoguera.» En fin. Luego nosotros tratamos de sobrevivir.
Agustín Iglesias-GUIRIGAI: El compromiso del profesional del teatro debe estar con su oficio, pero su oficio está al servicio de su sociedad
¿Cómo surgió Guirigai?…¿Cuáles son las premisas para seleccionar los proyectos de la Compañía?…
Guirigai surge en el año 1979. Un año eufórico, de significativas transformaciones. Entre ellas las primeras elecciones democráticas para ayuntamientos. Por primera vez aparecieron concejalías de cultura con presupuestos para programar, lo que permitía vender los espectáculos por un cachet mínimo, pero que cubría gastos. Antes del 79 en muchos ayuntamientos el presupuesto era simbólico, de una peseta. Esto permitió dar estabilidad profesional a las jóvenes compañías que surgimos.
Nuestra principal motivación era artística, hacer un teatro diferente, un teatro como el que se hacía en Europa o Latinoamérica. Éramos los hermanos pequeños del teatro independiente.
Siempre nuestros proyectos han surgido de una necesidad expresiva, un deseo por aprender, investigar en otros lenguajes. Fusionar tradición y vanguardia. En nuestra trayectoria están todo tipo de tradiciones teatrales, el verso y la máscara, el teatro ritual y el burlesco. Peter Brook, el Bread and Puppet, el Teatre du Soleil han sido siempre nuestros referentes éticos y estéticos.
¿Qué balance hacéis de estos años de existencia de la Compañía?…
Treinta y cinco años de actividad ininterrumpida dan para mucho. Hemos tenido la suerte de tener espectáculos de éxito, que nos han abierto las puertas de festivales en América y Europa, y que nos han protegido de espectáculos menos exitosos y de algun que otro fracaso. En general, hemos conseguido que nuestros trabajos función, tengan público y sean respetados y contratados por los programadores.
Mantenemos un espíritu inquieto y, cuando encontramos un material apasionante, nos lanzamos de cabeza a él. La ambición artística es fundamental.
¿Qué evolución ha hecho la Compañía a lo largo de las diferentes producciones realizadas?…
En estos años hemos producido unos cincuenta espectáculos. Unos de calle, otros de sala, unos clásicos y otros contemporáneos, de otros autores y textos míos. Cada trabajo ha exigido desarrollar lenguajes diferentes, crear estructuras de producción distintas. No es lo mismo el “Satiricón” que hicimos para el Festival de Mérida, con máscaras, con un equipo de quince actores y músicos, una producción muy planificada, que “Noche oscura, ¡ahora!”, una producción pequeña, intima, de dos actores, que maneja recursos diferentes.
La compañía tiene consolidada su estructura profesional, a pesar de los altibajos económicos. Pero, sobre todo, hemos aprendido a ser flexibles y permeables. Flexibles a diferentes formatos teatrales, permeables a los distintos lenguajes artísticos, a las aportaciones de los diferentes colaboradores.
En Guirigai el actor tiene un espacio creativo propio. Cada elemento del equipo tiene su espacio de creación, donde defiende y desarrolla su punto de vista. Un espectáculo es la suma de muchos puntos de vista diferentes que confluyen en la creación escénica.
¿Es importante tener unos colaboradores habituales en el equipo artístico y técnico?…
Siempre hemos luchado por mantener un equipo estable. Las duras condiciones económicas no siempre lo han permitido, algunos compañeros no han podido permanecer todo el tiempo deseable. Otros han estado diez, quince años, en la compañía. La incorporación de gente mas joven, sabia nueva, aporta energía y nuevas ideas.
Es fundamental mantener un equipo de colaboradores que a lo largo de los años desarrollen ideas y experiencias comunes. Puedo citar a gente muy emblemática para la historia de la compañía, Paco Carrillo, Jesús Peñas, Raul Rodriguez, Luis Carreño, Fernando Ortiz, Jaime Gil, Damián Galán, Maite Álvarez…
¿Os ayuda tener un espacio estable de trabajo para realizar los procesos de creación?…¿Se trabaja así con menos presión?…
Hace diez años dejamos Madrid y nos trasladamos a Extremadura. Queríamos mejorar las condiciones vitales y profesionales de trabajo, tener un espacio propio donde desarrollar mejor los proyectos europeos que entonces hacíamos.
Sala Guirigai es sala de exhibición y espacio de creación para varias comarcas: Zafra y Tierra de Barros. Nuestro público habitual, es nuestro primer juez. Con ellos hacemos ensayos, preestrenos, dialogamos… es el espectador para el cual trabajamos. Luego el espectáculo gira, se encuentra con públicos diferentes. Pero partimos de un primer encuentro creador con el espectador de nuestra comarca, que se ha acostumbrado a ver buen teatro, y no es nada complaciente.
Esto te hace siempre pisar tierra, te da serenidad, tiempo para el encuentro, y control sobre el proceso de creación.
¿Cómo es el trabajo con el equipo artístico durante los procesos?…¿Hay una línea ética y estética en la Compañía?…
Nuestros procesos de trabajo se prolongan durante varios meses, a veces han durado más de una año. Depende del trabajo que sea. Noche Oscura partió de una conversación, que exigió cuatro meses largos de escritura entre Martín Portales y yo, y un largo mes de análisis de mesa, hasta pasar a improvisaciones con los actores, que se prolongó durante tres meses mas, hasta llegar al montaje definitivo durante mes y medio. Este proceso era muy personal, por parte de todos los que participábamos, exigía tiempo para madurar, para asimilar las búsquedas y los hallazgos, para desarrollar el lenguaje que el espectáculo necesitaba.
Otros espectáculos son mas cortos, procesos mas festivos, donde hay suerte de comunión entre todos, que permite en el breve espacio de un mes hacer una fantástica creación, estoy pensando en “Céfalo y Pocris” de Calderón. El mismo equipo llevaba trabajando un par de años juntos, estaba entusiasmado, era la fiesta carnavalesca, encontramos el lenguaje de clown para expresar el verso barroco y bufonesco del Calderón más gamberro.
Siempre, sea el trabajo que sea, dejamos un espacio para la improvisación, para la búsqueda del actor, antes de acometer cualquier montaje. Un tiempo para que el equipo encuentre su propio código y desarrolle sus impulsos creativos.
Hay una línea ética y estética de la compañía. Como decía Bertolucci, mi ética es mi estética. Nuestros trabajos siempre están presididos por una inquietud social, el conflicto del individuo con su época, su historia.
El compromiso del profesional del teatro debe estar con su oficio, pero su oficio está al servicio de su sociedad, con sus contradicciones e injusticias. Hacemos teatro para entender el mundo y a nosotros mismos, descifrarlo con la poética escénica. El teatro es sociedad, uno de sus componentes más vivos y lúcidos. Nuestro trabajo es mostrar las dudas, miedos y contradicciones de la época que nos ha tocado vivir, remover conciencias.
¿Se pueden realizar propuestas combativas y alternativas en estos tiempos de crisis?…
Siempre se pueden realizar propuestas combativas. Esta época es dura, porque todo se ha deteriorado. Tanto el PSOE como el PP, rechazaron tener un teatro público, más allá de las instituciones oficiales que habían heredado del franquismo. Se ha invertido mucho dinero en la construcción de edificios teatrales, pero muy poco en las compañías y en sus creadores.
Tenemos una red de distribución pública con producción privada. Esto ha creado deformaciones y perversidades. Sobre todo la ficción de un mercado, que realmente depende de la contratación de los ayuntamientos, y cuya programación se hace desde la supervisión de los concejales, de sus fobias y filias personales y políticas. El público tiene pocos espacios para opinar. Pocos teatros municipales tienen asociaciones de espectadores activas, que es la manera en que el espectador como ciudadano influya en la programación.
Esto se traduce en que las propuestas teatrales más arriesgadas y comprometidas se ven condenadas al ostracismo y al ninguneo. En el mejor de los casos son defendidas por las Salas Alternativas que, a pesar de su fragilidad económica, son la única red estable e independiente del país.
¿Tenéis espectáculos en repertorio?… ¿En gira?…
Siempre hemos tenido espectáculos en repertorio, algunos durante más de diez años. Siempre procuramos mantener en repertorio espectáculos diferentes, combinar la comedia con la tragedia, el teatro poético con el burlesco.
Actualmente tenemos tres: “Noche Oscura,¡ahora!”,”Camino del Paraíso”, una comedia burlesca, y “1,2,3,4..Rafael Alberti para niñ@s curiosos” público infantil.
¿Hay un planteamiento distinto si hacéis un montaje para adultos o para niños?…
La exigencia estética siempre es la misma para cualquier trabajo, sea infantil o adulto. Cambian los códigos, las estructuras narrativas, pero el compromiso estético es el mismo.
Desde nuestra Sala mantenemos un constante encuentro con niños y jóvenes. Son el futuro, no solo como espectadores, sino como ciudadanos e individuos sensibles, somos los responsables de sus primeras experiencias estáticas, es fundamental fascinarles y descubrirles la fuerza del teatro como elemento expresivo y comunicativo.
¿Qué proyectos tenéis entre manos?…
Estamos con varios. El mas inminente son dos giras por Chile con “Noche Oscura, ¡ahora!”. En Noviembre estaremos en Temuco y varias ciudades de la región de la Araucaria, en el Sur de Chile. La gira está organizada por la Universidad del Sur, donde haremos unos cursos y, si Iberescena lo apoya, una coproducción sobre un texto mio “La especie dominante”. En febrero volveremos al norte de Chile, al Festival Fitdanz de Iquique.
También preparamos una coproducción sobre el Ruzzante de Darío Fo, con su compañía en Gubbio y el Teatro del Algarve en Faro (Portugal).
Y estoy metido en la escritura de un nuevo texto sobre la figura de la popular militante comunista Matilde Landa, que se suicidó.
¿Cómo os están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a vuestros proyectos?…
Brutalmente, como a todo el mundo. En cuatro años el llamado mercado, que dependía de los ayuntamientos, se ha reducido en un 80%. No hay sector que lo soporte sin que se hunda. La profesión aguanta por vocación y autoexplotación.
Nosotros hemos tenido que reducir el número de miembros de la compañía, pensar en proyectos con un número reducido de actores y gastar nuestras energías en buscar proyectos fuera de España. Es lamentable que la consigna estética actual sea solo la de resistir.
¿Qué montaje que hayáis visto últimamente, os ha interesado?¿Por qué?…
Recuerdo especialmente cuatro montajes de estos últimos meses, que además han pasado por nuestra sala: “Sigue la tormenta” de Enzo Cormann, Teatro de la Estación dirigido por Cristina Yañez; “Lovers”, Rayuela, dirigido por Nina Reglero; ”Tomar partido” de Ronald Harwood, La Fundición, dirigido por Pedro Alvarez-Osorio; “Muerte de un poeta” de Teatro del Norte, dirigido por Etelvino Vázquez.
Los cuatro son montajes intensos, de madurez creativa, interpretados por actores esplendidos y dirigidos por directores plenos de recursos. Cada uno hace un teatro comprometido, indagando en la realidad, la historia, los conflictos del siglo, desde lenguajes diferentes. Creo que ninguno ha pasado por Madrid, o al menos su proyección ha sido mínima. Sin embargo se mueven por nuestras salas, por otros centros, porque ya no hay uno, sino muchos.
Debe estar conectado para enviar un comentario.