Borja Rodríguez: En el mundo globalizado de los acontecimentos virales virtuales, el Teatro es la experiencia, el acontecimiento, lo que sucede, lo auténtico.
¿Cómo surge el proyecto de La hermosa Jarifa?…
El núcleo somos un grupo de profesionales que llevábamos tiempo coincidiendo esporadicamente en espectáculos y que teníamos muchas ganas de juntarnos a contar lo que a nosotros nos apetecía, pues nos entendemos perfectamente, a veces, sin necesidad de abrir la boca. Queríamos hacer un clásico diferente, que contara cosas potentes y que nos ofreciera otros ojos para la puesta en escena. Yo tenía en mente la Historia del Abencerraje desde muy joven, y fuimos a por ello.
Háblanos del montaje…
Desde el principio tratamos de apelar a la imaginación del espectador, con una voz antigua, muy hermosa, como la de los cuentos arcaicos ilustrados con miniaturas preciosas, para meterlo rápidamente en una emboscada por los campos de olivos de Andalucía, en tierra de frontera con la luna presente. Esto te atrapa. A los cinco minutos sucede una lucha a espada de uno contra cinco que pone los pelos de punta, y pronto descubrimos que los motores que provocan esa lucha no permiten a los contrincantes terminar de arrancarse el corazón allí mismo -que es lo que realmente desean-. Entonces vamos descubriendo qué es realmente lo que ocurre allí; viajamos a la Granada de los Abencerrajes, a la tierra de Al Ándalus, a la vida en frontera, y a una historia de entendimiento entre dos seres completamente diferentes, pero donde cada uno encontrará su virtud en la piel del enemigo.
¿Hubo ocasión durante el proceso para que los actores aportasen ideas en la puesta en escena?…
Por supuesto. Un actor, por oficio, hace lo que tú le digas, pero eso son zapatos prestados. Parto del convencimiento de que si les das la oportunidad de encontrar sus tesoros, los harán suyos y los defenderán a muerte.
¿Cómo ha sido el trabajo con ellos?…
Soy padre desde hace cinco años y medio. Esto me ha dado la oportunidad de ver mi trabajo con otros ojos, y aportar lo que he aprendido en este sentido; motivar un proceso, plantear las cosas como proyectos, jugar, sorprendernos… pero llega el momento de la Educación Responsable, en el que hay que atar bien los lazos de ese «juego» y negociar a favor de las bases de lo que quiero; pero ya todos saben las reglas del juego.
Quiero destacar que en ese proceso, he tenido la inmensa suerte de contar con Nuria Castejón y Cristina Arias (danza y movimiento) Pepa Pedroche (voz, verso y coros) Pedro Almagro (Lucha escénica), Alberto Pérez Centella (Música) y Anabel Maurín (Ayudantía de Dirección) donde cada uno ha ayudado a conformar este inmenso puzzle.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para crear esta obra?…
Hay mil. Mi primera formación en Arte Dramático la cursé en Andalucía, en Córdoba, donde viví un total de diez años. Vivía en la Judería, junto a la Mezquita, donde unos cristianos aterrizaron una catedral en mitad de sus naves hace unos cuantos siglos. La Prestación por Objeción de Conciencia la hice en el Museo Arqueológico de Córdoba, y estudié al tiempo Historia del Arte, donde aprendí a amar el Arte Musulmán. Teatralmente, desde pequeño, y como no me gustaba el fútbol, mis ídolos han sido diferentes, pues a mí no me gustaba Butragueño o Hugo Sánchez, sino Helena Pimenta, Etelvino Vázquez, Ricardo iniesta, Agustín Iglesias, Lluis Pascual, etc… y creo que todos están ahí inevitablemente.
¿Cómo surgió la invitación de la Compañía Nacional de Teatro Clásico?…
Pensamos que una propuesta así debía estar desde el principio en la mesa del Clásico. lo propusimos. Siguieron el proyecto desde el comienzo. Vieron el resultado y aquí estamos.
¿Por qué haces teatro?…
Pues eso mismo digo yo… llevo un buen rato intentando contestar esta pregunta (39 años) y soy incapaz…
Háblanos de tus últimos proyectos…
Los 900 días (El Camino de la Vida) una obra sobre la supervivencia de una compañía de Cómicos dentro del Cerco de Leningrado, donde la gente se comía unos a otros, y donde entendieron que su Cultura sería la tabla de salvación, así se dieron las últimas piruetas al Arte y a la Expresión artística ¿Sabes que durante los tres años de asedio, de guerra y de hambre no cerraron los Teatros en Leningrado? Esta función, Los 900 días, se presenta en Mayo e inicia gira en Octubre. Este proyecto es dentro de mi compañía -La Morgue- pero también dirijo y escribo para otras compañías.
¿Qué balances haces de tus trabajos como director de teatro?…
Hay dos pensamientos en contradicción: cada proyecto que encaro parece que comienzo de cero; pero al mismo tiempo parece que he estado preparándome toda la vida para ese nuevo proyecto.
¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que vivimos?…
En el mundo globalizado de los acontecimentos virales virtuales, el Teatro es la experiencia, el acontecimiento, lo que sucede, lo auténtico.
¿Cómo crees que está afectando la subida del I.V.A. y los recortes al teatro en España?…
El IVA es sólo una parte de la devastación inmensa. Es intencional: la gente tiene que conformarse con trabajar, tiene que conformarse con comer, tiene que conformarse con respirar, y estar agradecido por ello. «Ni un español sin pan ni un hogar sin lumbre». Así se podrá hacer lo que se quiera con ellos, robar en su cara, traerlos de aquí para allá…
¿Qué obra de teatro has visto últimamente?¿Qué te pareció?…Edipo, dirigida por Sanzol, y Antígona, dirigida por Miguel del Arco. Me ha conmovido mucho el trabajo en común de una forma de afrontar el texto y saber que hay esperanza hacia las formas de reflexión (de la estética, de la dramaturgia, de la interpretación). Allí hay directores, iluminadores, escenógrafos, etc trabajando con un sentir común y sin muchas ganas de concesiones.
¿Proyectos futuros?… Lo más inmediato es que acabo de empezar ensayos sobre un texto del Satiricón de Petronio que es una auténtica preciosidad, con tres actores inmensos: Pepe Viyuela, Elena González y Susana Hernández, y un equipo de creación y producción de lujo, que se estrenará en Octubre. Me siento muy afortunado y entusiasmado.
¿Cómo ves la situación teatral en nuestro país?…
Si a ti te duele un brazo, automáticamente demandas sanidad, buscas un médico. Pero si tú tienes una carencia cultural, no buscas una biblioteca, un cine, un teatro: te embruteces. El público que se está destruyendo no podemos confiar en que volverá.
¿Se pueden hacer propuestas combativas hoy en día?…
«Decía Artaud que nuestra forma de expresión debería parecerse a los gestos que hacen entre las llamas los condenados a la hoguera.» En fin. Luego nosotros tratamos de sobrevivir.
El Teatro de la Ciudad en el Teatro de la Abadía
Hoy se ha presentado en el Teatro de la Abadía el Teatro de la Ciudad, un proyecto de hermosas siglas como ha comentado José Luis Gómez en el inicio del acto. Una experiencia largamente soñada por los tres artífices de la misma…Miguel del Arco, Andrés Lima y Alfredo Sanzol. Un encuentro de deseo escénico renovador entre directores, algo no habitual en nuestra escena. Esta idea nace de la necesidad de abordar proyectos que se desarrollen en el tiempo, se imaginen, se elaboren y se construyan durante un proceso de búsqueda por parte de los equipos artísticos pero también dando lugar a que otros pensadores o eruditos puedan aportar su visión más allá de la escena. Una experiencia que ha surgido de necesidades personales y que trata de conectar el placer del conocimiento con el público. Durante las funciones de Edipo, Medea y Antígona se podrá experimentar el resultado de un proceso poco habitual y se dispondrá de un espacio llamado «Entusiasmo» en el que seguirá ese cruce de experiencias y conocimientos compartidos con los asistentes a las funciones. Un amplio reparto de actores y actrices completa las tres propuestas que saldrán de gira en bloque o individualmente tras las funciones en el Teatro de la Abadía. Un espacio escénico único compartido por las tres producciones en el que otros creadores artísticos aportarán su granito de arena a esta poética del pasado mirada con ojos de hoy.
Adolfo Simón
Más info en: http://teatrodelaciudad.es/
Taller de Dramaturgia sobre la visión contemporánea de los mitos puesto en marcha por el Teatro de la Ciudad
Durante cuatro jornadas se ha llevado a cabo el Taller de Dramaturgia sobre la visión contemporánea de los mitos, centrando el estudio sobre Medea / Edipo / Antígona. Teatro de la Ciudad ha puesto en marcha esta iniciativa para lo que terminará siendo una fiesta teatral en la primavera de 2015 en el Teatro de la Abadía y en el corazón de este evento se representará Edipo dirigida por Alfredo Sanzol, Medea dirigida por Andrés Lima y Antígona dirigida por Miguel del Arco. En estas jornadas de indagación dramatúrgica se ha contado con la reflexión y experiencia de creadores y estudiosos como José Sanchís Sinisterra, Juan Mayorga, Bernardo Souvirón, José Padilla y Juan Cavestany. De nuevo, una ocasión para seguir documentándome y creciendo en el conocimiento del origen del teatro.
Adolfo Simón
RUBÉN OCHANDIANO nos habla de su trabajo para la escena
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…
Estudiaba «Teatro para adolescentes» en la Sala Cuarta Pared. Javier G. Yagüe se disponía a montar «Nunca dije que era una niña buena», de Gustavo Ott; necesitaba un chaval jovencito para uno de los personajes y, tras verme en una muestra de fin de curso me propuso trabajar en el espectáculo.
Era el año 1996, cobraba cinco mil pesetas por función. Y fui absolutamente feliz. Desde entonces, no he parado.
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria en los diferentes ámbitos en los que has creado… Interpretación, dirección, escritura?…
Disfruto creando en todos esos ámbitos. No quiero renunciar a ninguno.
¿Qué sentido ha de tener el teatro para la sociedad en la que vivimos?..
El teatro tiene que despertar, movilizar, hacer reflexionar, conmover, avivar el alma y sembrar poesía… Y entretener.
¿Cómo surgen las ideas y los proyectos en los que te embarcas?¿Qué te anima a participar en ellos?…
Son pasiones que me arrastran. O que me alimentan. O que me pagan muy bien.
¿Cómo surgió la publicación de tu texto?…Háblanos de este proyecto…
«ANIMAL» es un texto escrito hace tres años. El verano pasado surgió la posibilidad de llevarlo a escena. Más o menos por aquel entonces conocí el trabajo de la editorial «Antígona» y les propuse que leyeran la función. Les interesó y accedieron a publicarla.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?…
He dirigido un espectáculo nuevo, «LA EVOLUCIÓN» y he rodado la película «VULCANIA», del director argentino José Skaf.
¿Qué proyectos tienes entre manos?…
Comienzo el rodaje de la producción francesa «LE SANCTUAIRE», y en septiembre volvemos al Teatro del Arte con un doblete: «ANIMAL» y «LA EVOLUCIÓN».
Seguimos tratando de levantar, desde hace un año, nuestra versión de «El jardín de los cerezos».
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Me aburre y me enfada seguir hablando de esto. Es la debacle de nuestro sector.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
Ninguno… Porque desde hace meses no he tenido tiempo para ir a las salas!. Estoy con muchas ganas de ver el trabajo de Mencheta, sé que es un tipo interesante… Y espero no perderme «Misántropo», siempre me gusta y me toca lo que hace Miguel del Arco.
¿Alguna sugerencia para seguir creando y haciendo teatro en tiempos de crisis?…
Resistir.
Antigona en la Galería de Juana Aizpuru de Madrid
El mito de Antigona en Letras Expuestas de Elena Asins.
Más info en: http://www.juanadeaizpuru.es
Luz Arcas nos habla de la trayectoria de La Phármaco aprovechando el estreno en Madrid de Éxodo: Primer día.
¿Cómo surge el proyecto Éxodo: primer día?…
Nace de la idea de bailar la tragedia antigua. Nace de imaginar la danza encarnando una tragedia de Sófocles. De imaginar cómo sería el cuerpo trágico, la danza trágica (su temporalidad, su forma, sus dinámicas). Cómo sería bailar a Edipo y Antígona (su gestualidad, su plástica).
También nace de un interés por retomar el antiguo sentido del espectáculo escénico, y llevarlo a la danza: por un lado, recuperamos el concepto de repertorio, es decir, tramas y argumentos que forman parten de la cultura occidental, y que se ponen en escena no para contar historias nuevas, si no para ahondar en la manera de contarlas, en el cómo; por otro, profundizar en la danza contemporánea como un arte más amplio de cómo suele concebirse, como parte del espectáculo total, que pese a seguir siendo el centro de la obra, está al servicio del libreto que hemos construido y dialoga con la música que se interpreta en directo. La danza pretende disolverse en el todo, que es Éxodo: primer día.
El libreto se construye a partir de los silencios entre las tres obras del ciclo tebano: baila lo que Sófocles no cuenta, los espacios en blanco provocados por las unidades de espacio, tiempo y decoro clásicos. El camino (el éxodo) de Edipo ciego y desterrado después de su tragedia, acompañado por su hija Antígona al bosque de Colono; la muerte de Edipo, con la esperanza de que su muerte redima a los suyos de la condena trágica; y el regreso (el primer día) de Antígona ya a solas a la ciudad de Tebas, cuando intuye que la muerte de su padre no la librará de su propia tragedia.
La música y la coreografía se inspiran en la época arcaica griega, para buscar un resultado contemporáneo, propio, que hable de nuestro tiempo.
¿Hubo ocasión durante el proceso para que los bailarines aportasen ideas en la dramaturgia y en la puesta en escena?…
Coreográficamente, trabajo con la particularidad del cuerpo del intérprete (su cuerpo como encarnación de todo lo que es como persona, por supuesto). El personaje de Edipo está creado para y con Regina Navarro. Todos los movimientos nacen del diálogo entre su visión de la danza y la mía, y en la visión que uno tiene de la danza, está su visión del mundo. Así que como intérprete ha ido dirigiendo parte de la dramaturgia, pero desde dentro, como Edipo, o como el Edipo que ha construido Regina. Con otra intérprete habría resultado otra obra.
¿Hay algún referente técnico del que habéis partido para este espectáculo?…
Creo que no. Sabíamos que trabajaríamos con espacio vacío y que la luz (Jorge Colomer) iba a ser un personaje más, mejor dicho, el tiempo de la obra. Sabíamos que queríamos trabajar con ciclorama porque queríamos que la acción sucediese en un exterior (el camino al bosque y el bosque). También sabíamos desde el principio que la música iba a ser en directo. Pero todo esto iba surgiendo a medida que concebíamos la obra, no antes de concebirla. Son elementos que la propuesta requiere.
¿Cómo ha sido el proceso de creación? ¿Qué os ha inspirado?…
El proceso de creación ha sido lento porque hemos tenido que ir descubriendo el camino. Teníamos que encontrar, primero, el lenguaje del cuerpo, la danza trágica. Nos inspiramos en las kores, los frisos, las vasijas, rescatando algunos detalles gestuales y compositivos, como la simetría, la sobriedad, el esquematismo, la simbología de los elementos, pero no era un trabajo de reconstrucción, si no de búsqueda de un lenguaje nuevo, contemporáneo, pero que conservara el sentimiento trágico.
Con la música ha sucedido lo mismo. Hemos partido de recreaciones de la música griega arcaica, pero también de Scelsi, y por supuesto, de la visión musical de cada uno de los compositores e intérpretes (Mariano Peyrou, Xosé Saqués y Laura Fernández). Abraham Gragera y yo queríamos que la música fuese el espacio de la obra, no solamente temas que acompañan e intensifican la danza.
¿Qué balances hacéis de vuestros últimos trabajos?…
Estamos contentos porque vemos que el lenguaje de La Phármaco es cada vez más preciso. Tenemos cuatro obras en el repertorio, hemos hecho una obra por año prácticamente, y eso, además de porque el panorama actual exige estar más activo que antes ya que las obras tienen un período de difusión más corto (al menos para una compañía joven y sin mucha infraestructura como la nuestra), es porque hemos necesitado ir más lejos. Cada obra deja una gran satisfacción, que es la esperanza de la siguiente.
¿Cómo veis la programación de danza en España?…
Creo que hay un problema esencial que impide que exista una afición a la danza contemporánea, y es que ninguna institución asume el riesgo de que la danza contemporánea española llegue a los grandes teatros, no en la programación excepcional de un festival especializado, sino para hacer temporada. La danza contemporánea atraviesa un momento creativo especialmente fructífero, sólo necesita apoyo institucional: apoyo institucional no es dar subvenciones, a mi juicio, es apostar porque las obras de danza contemporánea estén tiempo en la cartelera de los teatros públicos. Es la única manera de sacarla de las élites alternativas y de la endogamia a la que se ve condenada.
¿Qué espectáculo de danza habéis visto? ¿Qué os pareció?…
He podido ver varias obras de Madrid en Danza. Una de las últimas fue La consagración de la primavera y La Anunciación de Preljocal. Iba con muchas ganas porque La consagración de la primavera es una pieza que me gusta mucho, y soy especialmente devota de la de Nijinsky.
La verdad es que la versión de Preljocaj no me pareció del todo lograda. Sentí que el coreógrafo no había entendido el mito. Había incongruencias en la dramaturgia. No contó el mito, pero tampoco consiguió la revisión irónica o posmoderna que parecía pretender.
La música de Stravinsky es demasiado poderosa, arrasa con todo. Me parece que solamente la de Nijinsky ha superado la prueba de crear una danza de las dimensiones de la partitura (incluso esto es puesto en duda por una parte de la crítica especializada).
El movimiento tampoco me pareció muy interesante. Me extrañó descubrir esto, porque hemos estudiado parte de la coreografía en el conservatorio, y la sensación al bailarlo es mucho más poderosa que al verla como espectadora.
Sin embargo La Anunciación me pareció muy interesante. La puesta escena, la propuesta de iluminación, el movimiento y la visión del autor sobre el tema, parecían el resultado de una investigación profunda, original, sorprendente y de una gran belleza.
¿Cómo veis la danza contemporánea en estos momentos?…
En España existe una gran contradicción entre la producción de obras, el número de coreógrafos y de bailarines y la recepción, el número de espectadores: casi hay más gente que necesita bailar que la que necesita ver danza, como algo habitual en su vida. Es un arte que tiene poco público, por desagracia no es solamente un tópico.
Creo que la culpa es tanto de los creadores como de los que programan o conciben los planes para apoyar este arte. La danza contemporánea ha nacido en España como un arte elitista, consolidado en los márgenes de la oficialidad, no tanto por su pureza, como muchos quieren creer, sino, más bien por la desconexión de los creadores con las necesidades reales de la gente.
Quiero pensar que ha llegado el momento de que ambas partes, creadores y programadores, den un paso más, que en los primeros consiste en pensar más en el público, y en los segundos en favorecer que la danza sea algo oficial, asequible y necesario para la vida de las personas. Y esto sólo se consigue programando danza, única manera de que el público se familiarice con este lenguaje.
Por eso las representaciones en el Teatro Galileo pueden ser una oportunidad no sólo para nosotros, sino para la danza, ya que si funciona, probablemente programen danza de forma habitual.
¿Proyectos?…
Pues estamos dedicados a la difusión del repertorio de la compañía y con algunos proyectos para que salga también fuera de España. Y preparando la siguiente obra, que nos gustaría estrenar, si va todo bien, a finales de 2014 o a principios del 15.
¿Cómo está afectando la subida del I.V.A. y los recortes en vuestros trabajos?…
Como hemos tenido la mala suerte de nacer como compañía en tiempos de crisis, todo ha sido muy difícil desde el principio. El público ha bajado mucho, y ya no hay subvenciones, y han desaparecido teatros especializados en danza, y festivales. Por desgracia nos hemos criado en este ambiente. Así que la sorpresa vendrá cuando todo sea más fácil. Lo malo es que volver a lo de antes no va a ser tan fácil, porque como dice Stanislaw Jerzy Lec “construimos para siglos, destruimos para siempre”.
Antonio Muñoz de Mesa nos habla de su experiencia con el teatro
¿Qué es el teatro para ti?…
El Teatro es un juego de descubrimiento de uno mismo a través del otro. Es un «pilla pilla» donde el actor se la liga y el espectador trata de que no le capturen. Si el espectáculo es bueno, el espectador se la termina ligando.
¿Por qué haces teatro?…
Por lo mismo que hago pis. Está el riñón, el uréter, la vejiga, la uretra, las glándulas sudoríparas, los pulmones, el hígado y el Teatro.
¿Cómo surgió el proyecto de La Visita?…
Leo una noticia en la prensa: «La Iglesia equipara el abuso sexual de un cura en Holanda con un accidente laboral». No me lo puedo creer. Escribo el texto entre otras cosas para «entender» esta noticia. Lo termino y se lo doy a Olga Margallo, a Iván Villanueva y a Rosa Mariscal. Les gusta y lo hacemos 🙂
¿De qué va el texto?¿Cómo ha sido el proceso de escritura?…
El Texto va de cómo el beneficio económico se coloca por encima del bien común en una institución supuestamente altruista. «La Visita» es un thriller donde se pone de manifiesto cómo el ser humano corrompe las instituciones que supuestamente le protegen. El proceso de escritura fue muy interesante porque al principio lo escribí para dos actores y terminé cambiando el personaje del agente de seguros por el de una mujer para añadirle otro conflicto más: el de la lucha de sexos. Las instituciones religiosas, en su gran mayoría, siguen imponiendo el Patriarcado. El otro día mi hija me preguntó que por qué Dios es hombre y con barba y no mujer y con minifalda.
¿Qué lectura escénica se ha hecho en la puesta en escena sobre tu texto?…
Hemos jugado básicamente con el lenguaje del thriller y con un proceso simbiótico donde ambos personajes, al principio enfrentados, se transmutan el uno en el otro. Una especie de «milagro» en el que la agente de seguros termina dando el sermón de la montaña y el sacerdote hace apología de los mercados. Desde el punto de vista plástico se juega con la metáfora del fútbol como elemento que aglutina la Iglesia y el Mercado.
¿Qué balance haces de tus últimos proyectos como autor?…
Estreno lo que escribo. No puedo pedir más. El balance es muy bueno desde este punto de vista porque me permite madurar como autor. Puedo ver físicamente lo que sólo estaba escrito en papel. Puedo observar la reacción del público a lo que escribo. Puedo sacar conclusiones de lo que funciona, de lo que emociona y también de lo que falla o es pretencioso.
¿Cuál ha sido tu evolución como autor?…¿Estás escribiendo algún texto ahora?…
Estoy escribiendo un nuevo texto que espero estrenar la temporada que viene y esta temporada estreno «La Mala Memoria», dirigida por Julián Fuentes-Reta con Ruth Gabriel, Liberto Rabal, Asunción Balaguer y Carlos Álvarez Novoa. Como autor soy cada vez menos exhibicionista y más técnico. Me interesa mucho más la carpintería teatral como medio para contar una historia y provocar emociones que encontrar un «estilo propio». Hace años mi obsesión era imponer «mi estilo» a una historia. Hoy no. Es una liberación.
¿Cómo ves el panorama teatral en nuestro país?…¿En nuestra ciudad?…
El Teatro tiene que profesionalizar aún más sus herramientas de captación de público. Desde el punto de vista artístico no tenemos tanto problema. Hay profesionales muy buenos en todas las áreas. Me preocupa más la comunión con el público. Madrid está profundizando en su relación con el público a través de nuevos espacios y propuestas, como «La Casa de la Portera» pero necesitamos renovar también los espacios «tradicionales» para que no se relacione el Teatro con la Arqueología. Mi hija me cuenta que a veces ella tiene la sensación de que la llevan al Teatro como la llevarían a ver vasijas de la Grecia Clásica. Propuestas como «Mi Primer Clásico» que ha puesto en marcha el equipo de Helena Pimenta son revolucionarias porque incluyen al espectador en la estrategia de programación. En una estrategia de programación el espectador debería tener el mismo peso que los autores, los directores y los repartos que se proponen. El público es la estrella del evento teatral. Con esto no estoy diciendo que hay que darle al público lo que quiere ver. Entre otras cosas porque el público (y me incluyo) lo que quiere es «DESCUBRIR», y este verbo se carga el argumento anterior.
¿Cómo crees que está afectando la subida del I.V.A. y los recortes en las ayudas al teatro?…
El verbo «afectar» se queda muy corto. La subida del IVA es Terrorismo de Estado. La identidad y el valor de las personas madura con la Educación, la Cultura y la Sanidad. Las consecuencias de estas «políticas de ajuste» se pueden resumir en el «sálvese quien pueda». En este país estamos secuestrados por un bipartidismo artificial que se empeña en rentabilizar las dos Españas para perpetuar unas organizaciones que ya no nos representan de manera adecuada. Se supone que «la masa» es ahora más inteligente y tiene más voz y criterio que cuando se crearon las democracias del siglo XIX. La militancia y las ideologías deben dejar paso a «las inteligencias» y a las ideas. El Teatro también vive secuestrado por su «Síndrome de la Izquierda». Los espejismos ideológicos nos impiden avanzar hacia una sociedad donde la tecnología, la educación, la economía y la cultura se pongan al servicio del bien común. Estoy hablando de una sociedad en red que a su vez sirva de red (para caídas como las que acabamos de sufrir). Lo mismo que la industria discográfica, cinematográfica y editorial están haciendo una transición de lo analógico a lo digital donde el público influye en los productos que demanda, la Democracia está obligada a abrirse y descentralizar sus centros de decisión. La clase política le tiene miedo al ciudadano en lugar de aprovecharse de su potencial. Desde este punto de vista el Teatro debe ser incluyente y no excluyente. Es una de las misiones del arte. Lo más radical que podríamos hacer ahora desde los escenarios es «desradicalizar» al espectador. Liberarle de la herencia «Izquierda vs Derecha». No hablo de ser apolítico. Hablo de actualizar unos modelos políticos que provocan mucho sufrimiento en el mundo. Desde el Teatro podemos contribuir a esta evolución contando historias que empoderen al espectador. Se ha hecho siempre. Mira «Antígona» de Sófocles.
¿Qué obra has visto últimamente que te interesase?¿Por qué?…
«Los Iluminados», «Cosas Nuestras de Nosotros Mismos» y «Feel Good». Tres espectáculos muy distintos que demuestran un altísimo nivel artístico y una comunión brutal con el público. Espectáculos muy emocionantes y comprometidos sin ser militantes. Me gusta el Teatro que tiene muchos niveles de lectura pero que nunca sacrifica el elemento popular de «enganchar» al espectador. En este sentido me encanta el Teatro Aficionado. Cuando me peleo con mi profesión voy a ver a grupos aficionados 🙂
¿Alguna idea para seguir creando en estos tiempos de crisis?…
Lo peor que podemos hacer en estos tiempos es rebajar la calidad de lo que producimos. La salvación está en seguir buscando la excelencia. Seguir teniendo como norte la calidad de los espectáculos.
Antígona de Jean Anouilh en el Matadero Madrid
Youkali podría ser ese país que todos soñamos, un lugar donde ser libres y respetados. Youkali podría ser España o cualquier país de la vieja Europa pero no lo es. Youkali podría ser la tierra donde el honor no sea moneda que se cambia por sangre. Youkali podría ser un sueño pero se puede convertir en una pesadilla…
Ruben Ochandiano y Carlos Dorrego han hecho, con gran acierto, una adaptación de la obra de Anouilh a un presente atemporal y dirigen la puesta en escena codo con codo de manera minuciosa…El Matadero ayuda mucho para que su visión sobre ese país gélido y sin alma se materialice…En escena hay un espacio cruzado de circo e intimidad familiar que da un extrañamiento muy sugerente a la obra. Y sobre él transitan los personajes como fantasmas que vagan en la cabeza de un loco…Solo Antígona da cuerpo a la realidad. Es muy curiosa la idea de que los personajes sean la mezcla de un comic y un monstruo, tienen fragilidad y horror a partes iguales. Todo el reparto cumplen con el dibujo de esta idea y Najwa Nimri sale airosa de su presentación teatral.
Adolfo Simón
Díptico del Festival de Otoño a Primavera
De nuevo a aflorado en la cartelera madrileña el Festival de Otoño a Primavera. En este caso han sido dos propuestas muy diferentes y al tiempo con cierta conexión en su discurso escénico.
Max Black de Heiner Goebbels / Théâtre Vidy-Lausanne
Heiner Goebbels crea un arte teatral tan refinado como su exquisita técnica instrumental, desarrollando un lenguaje muy personal donde confluyen estilos musicales aparentemente incompatibles. El genial director y compositor empleó textos de Valéry, Lichtenberg, Wittgenstein y Max Black para componer esta obra, que se ya presentó en en el Festival de Otoño de 2002. La peculiaridad de esta propuesta radica en como, la cotidianeidad de un investigador sumergido en su mundo, va generando una textura musical de gran espectacularidad, en un espacio que por momentos recuerda a las instalaciones de arte contemporáneo que podemos disfrutar en muchos de nuestros museos. Un concierto de objetos cotidianos instrumentalizados por la locura del protagonista.
Alexis, una tragedia griega de MOTUS
Una mirada al pasado con el fin de reflexionar sobre el presente. Así define la compañía Motus el leiv motiv de su proyecto Antígona, dentro del cual se enmarca Alexis, una tragedia griega, la pieza que la formación transalpina ha presentado en el Festival de Otoño a Primavera. Alexis, una tragedia griega es una investigación documental y poética sobre la complejidad de la historia contemporánea. Con ella, los artistas escuchan el latido de la actualidad, de lo que sucede en la calles cada día, y lo incorporan de forma constante e infatigable a su audaz trabajo sobre las tablas. Con Motus, el escenario se convierte en un ente dominado por una presencia coral, emotiva y conmovedora, donde fluye un texto de naturaleza fulminante e híbrida: sobre las tablas se dan la mano diálogos, entrevistas, reflexiones solitarias, intentos de traducción del griego al inglés y al italiano, fragmentos de audio y vídeo interactivos, descripciones de ambientes y paisajes, declaraciones políticas y un sinfín de testimonios. Un documento imprescindible para los artistas y espectadores de hoy, para que entiendan que los lenguajes contemporáneos no tienen porque estar reñidos con un discurso combativo. Una obra esencial.
Adolfo Simón
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