La estrella de Sevilla de la compañía de Teatro Clásico de Sevilla en Teatro Alhambra de Granada
Revisando sus producciones, resulta fácil reconocer que a Alfonso Zurro parecen atraerle de manera especial las obras en las que se encuentra presente una tensión entre la política y el ciudadano. Cuando escribe o dirige, es hábil a la hora de representar las diferencias sociales y cómo éstas influyen en la vida de los menos favorecidos. Por eso La estrella de Sevilla, atribuida habitualmente –aunque con no pocas reservas según qué filólogos- a Lope de Vega, viene al veterano director como anillo al dedo. La obra tiene una concepción de tragedia clásica, tan bien plasmada que puede perfectamente utilizarse para enseñar los patrones y recursos habituales del género. Ambientada en el siglo XIII, recoge las intrigas maquinadas por Sancho IV de Castilla al llegar a la capital andaluza para conseguir el favor de Estrella, una bella habitante de la ciudad. Ciego ante la belleza de la joven, hará todo lo que esté en su mano para acercarse a ella. Sus actos de abuso de poder constituirán el motor de la tragedia, que en el texto original están contados de una manera directa, cruda, sin filtros. En el desarrollo de esas intrigas ejerce el director el subrayado social al que yo aludía al principio. A quien, como a mí, le gusten estas obras que basan su tensión en las diferencias de poder, recomiendo un artículo que se puede encontrar fácilmente en la red: “La responsabilidad política en La Estrella de Sevilla”, de Miguel Ángel Auladell Pérez.
El montaje que se pudo ver esta semana en el Teatro Alhambra ha sido nominado en los premios Max como mejor escenografía y vestuario, y como espectador lo considero más que merecido. Curt Allen Wilmer consigue una escenografía bella en su simplicidad, efectiva en su sencillez. Esta Estrella de Sevilla de la compañía de Teatro Clásico de Sevilla es una recomendación, sin duda.
Rafael Ruiz Pleguezuelos
«El buscón» de Quevedo en el Teatro Fernán Gómez

La compañía Teatro Clásico de Sevilla, nos deja una propuesta renovada de la obra de Francisco de Quevedo, en la que se relatan las andanzas, gracias y desgracias de un joven llamado Pablos que intenta subir desde su mísera escala social y alcanzar el rango de caballero. El reto dramatúrgico consistía en trasladar las palabras de Quevedo a nuestra época y efectuar una especie de paralelismo para comprobar que casi nada ha cambiado. Y efectivamente, viendo escenas recreadas de El Buscón, descubrimos que pocas cosas han cambiado y que la picaresca sigue completamente vigente.
Para recrear todo esto se ha escrito una dramaturgia con un ritmo vertiginoso, imprimiendo adrenalina a las situaciones para que parezcan creíbles y efectuando rápidos y numerosos cambios de escena y vestuario, alternando escenas escritas por Quevedo con las nuevas escenas de esta versión libre de Alfonso Zurro. El resultado es fresco, dinámico y hace que la hora y media que dura transcurra velozmente. Este ritmo frenético ha necesitado de un gran trabajo actoral para adaptarse al cambio de vestuario y registros, a lo que ayuda una escenografía formada por maniquís vestidos con harapos y trozos de telas que inundan la escenografía y que tomarán vida escena a escena. La transformación final del personaje principal culmina como guinda a un pastel un texto rico y lleno de matices que nos hará reflexionar sobre la picaresca política que nos rodea actualmente.
Un acierto y un gusto disfrutar de un clásico renovado en estos tiempos en los que la picaresca trasciende a los telediarios
Luis Mª García Grande.
José Moreno Arenas: «Maduro mucho las ideas en la mente, de manera que ya están prácticamente escritas en el vacío cuando realmente me pongo a escribirlas.»
José Moreno Arenas, alboloteño, granadino, dramaturgo, vive un momento dulce. Sus obras encuentran cada vez más producciones en cualquier rincón de España, obtiene presencia en festivales internacionales (ha venido hace muy poco de participar en una muestra de teatro español contemporáneo en Grecia), prepara gira por EEUU y no deja de publicar. El teatro le sonríe, y la universidad también: a final del 2014 se dedicaba un Seminario universitario de estudios teatrales a desgranar su figura y la de Alfonso Zurro. El teatro mínimo, que él tanto ha practicado, parece vivir una época de oro. Conversamos con el autor de Farsas de ayer y de hoy y 13 Minipiezas para saber más de su figura y, sobre todo, de su teatro.
He oído que el escritor nace, pero el dramaturgo se hace… ¿cuándo surge el dramaturgo Moreno Arenas? ¿Hay algún hecho que orientara su escritura hacia el teatro?…
Fue mi madre la iniciadora de esta pasión por el teatro. A partir de ahí, el teatro ha ido constituyendo mi persona, formándola según iba madurando como autor… con el tiempo he visto el teatro cada vez de una manera más descarada e inconformista, como si en cada obra quisiera dar una patada a la conciencia del espectador. Como escritor he aprendido mucho del Siglo de Oro español, de Aristófanes, con su carácter corrosivo, por supuesto Valle-Inclán y el humor del “otro 27”, los Mihura, Poncela, Álvaro de Laiglesia… después está el absurdo y el surrealismo, Ionesco, Beckett…
¿Cómo escribe Moreno Arenas?…
Como mi teatro, soy bastante anárquico. Espero siempre a que llegue la idea, sobre todo no me acerco a escribir si no me veo preparado para ello. Maduro mucho las ideas en la mente, de manera que ya están prácticamente escritas en el vacío cuando realmente me pongo a escribirlas. Eso me permite que después las pueda escribir en muy poco tiempo. Están prácticamente hechas antes de sentarme a teclear.
Con tus pulgas dramáticas, vas buscando jugar de manera continua con los elementos mínimos del hecho dramático, siempre destilando hasta quedarte con lo absolutamente necesario… ¿Por qué es tan importante para Moreno Arenas esa reducción de la realidad?…
Me gusta recordar esa definición de Eugene O’Neill en la que decía que en teatro, la forma más perfecta de comunicación es el silencio. Yo trabajo mucho el silencio en mis piezas. El conflicto es el acelerador de las emociones para el espectador, y no se puede encontrar solamente en la palabra. La vanguardia nos enseñó precisamente que hay muchas formas de conmover al espectador, sin que los actores sean exclusivamente bustos parlantes. Merece la pena explorar esos caminos, uno es muy libre de experimentar. No me importa escribir “contra el público”, si con eso llego a despertarles, a levantar sus sentimientos.
Cada vez se está investigando más desde ámbitos universitarios el teatro de Moreno Arenas, lo que es señal indiscutible de su calidad y vocación de perdurabilidad, pero ¿Cómo define el propio autor su teatro?…
Cuando comienzo una historia, siempre tengo en mente que no haya limitación alguna. Mi teatro es anárquico porque está totalmente al servicio de lo que quiero contar. Esa libertad a veces lleva precisamente a que se despoje con frecuencia al teatro de toda restricción o estructura que le coarte, y pienso que hago un teatro sin cortapisas, y con mucha vida.
¿Te dicen con frecuencia que es difícil de montar?…
Puede ser complicado a veces, entiendo que realizar un montaje de una obra de un par de minutos no es sencillo, de ahí que haya que buscar fórmulas, como reunir varias que juntas conformen un espectáculo de duración convencional o construir un espectáculo cuya historia permita enlazar varias piezas mínimas. Además, hay que tener en cuenta que el teatro también se lee.
¿Qué siente uno cuando comienzan a investigarle en la universidad, cuando alguien decide hacer una tesis doctoral sobre su trabajo?…
El trabajo de los investigadores y analistas es muy importante, por el esfuerzo que realizan de desentrañar los mecanismos compositivos de un autor, y llegar al lugar al que no ha llegado un lector o espectador. Por supuesto es un motivo de orgullo, pero sobre todo ilusiona saber que alguien va a llegar tan lejos en el conocimiento de tu trabajo, y que los resultados de su estudio van a estar disponibles para que más gente te conozca. Además, uno siempre ha tenido la intención de ofrecer ciertos temas éticos y remover conciencias. El hecho de que los estudiosos encuentren esos temas, los glosen y los expliquen desde tu teatro te dice que realmente ha quedado expresado y contenido de la manera adecuada.
¿Qué personajes son los más queridos para Moreno Arenas?…
Todos aquellos que unen tipo e individualidad. Me interesa un banquero como banquero, es decir, como estereotipo, pero también como persona. Intento dotarles de ambas cosas: un envoltorio reconocible y un interior original.
Solamente se puede quedar con una obra de Moreno Arenas… ¿Cuál?
Resulta difícil… pero quizá me quedaría con El atraco… porque como autor me lleva a una etapa más definitiva, de madurez. No sé si con El atraco se abren las puertas a mi teatro definitivo, pero no hay duda de que con su escritura se inició una nueva andadura que dio un giro a mi dramaturgia.
*Esta entrevista ha sido realizada por nuestro compañero de QRLA: Rafael Ruiz Pleguezuelos
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¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…
Empecé a interesarme por el teatro cuando tenía 17 años más o menos, entré en un taller de teatro y hasta la fecha, aquí sigo. Me formé como actriz en el desaparecido Instituto del Teatro de Sevilla, completé mis estudios en París en la escuela de Jacques Lecoq y aunque en seguida comencé a trabajar como actriz, no he dejado de formarme con maestros muy diferentes entre sí; desde el Colombaioni, a David Perry o Andrés Lima…
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria en la interpretación?…
Podría decirte que el balance es bueno, positivo y no te mentiría, y también podría contarte que ha sido duro y difícil y tampoco faltaría a la verdad. Depende del día te diría una cosa u otra…
Si te refieres a lo puramente técnico, desde los inicios me interesé por la comedia más que por otra disciplina; esto es debido a que he tenido la suerte de coincidir con grandes maestros payasos y cómicos. A lo largo de mi experiencia profesional se han abierto otras ventanas para explorar otras técnicas y en ello estoy…
¿Qué sentido ha de tener el teatro para la sociedad en la que vivimos?..
Qué pregunta más difícil…el teatro siempre ha acompañado a la sociedad a lo largo de su historia, a veces con más presencia y otras con menos presencia en la vida de la gente. Para mí el teatro es una especie de “conciencia latente”.
Hoy día la realidad es tan brutal, vivimos un tiempo tan convulso y contradictorio, todo pasa tan rápido y a pesar de ello tengo la impresión de andar hacia atrás en el tiempo, de involucionar de manera inevitable…
¿Qué papel puede tener el teatro en esta realidad?…
Creo que quizá pueda recordar la parte más humana de una sociedad que se ha convertido en caníbal para sí misma.
¿Cómo surgen las ideas y los proyectos en los que te embarcas?¿Qué te anima a participar en ellos?…
Cada proyecto es diferente, la chispa que prende el motor de cada espectáculo es distinto. A veces es el equipo que forma parte del proyecto lo que me atrae, otras el proyecto en sí…otras es la necesidad de ganar dinero (aunque en esta profesión los cómicos de la legua somos más obreras que reinas)…
¿Cómo surgió tu participación en El buscón?…Háblanos de este proyecto y tu trabajo en él…
El Teatro Clásico de Sevilla abrió casting para un espectáculo que proyectaba en colaboración con el Centro Andaluz de Artes Escénicas y La Jácara, me llamaron para hacerlo y Alfonso Zurro (autor y director del espectáculo) me escogió para participar en el montaje.
Éste ha sido uno de los proyectos más gustosos en los que he tenido ocasión de participar últimamente. El texto de Zurro es magnífico, es un auténtico placer sumergirse en un texto que tiene vida propia, es como degustar un jamón de pata negra…
Zurro es un director generoso y respetuoso, él tiene muy claro qué es lo que no quiere, y lo que quiere se construye entre su texto y el actor que da vida a ese texto. Me gustaría destacar la producción de este proyecto, que corría a cargo del Teatro Clásico de Sevilla, con Juan Motilla y Noelia Díaz, que hicieron un trabajo extraordinario. Y también la escenografía y el vestuario de Curt Allen, un crack.
Por otro lado están los compañeros de reparto con los que he compartido un proceso muy especial; todos y cada uno de ellos son excelentes actores, de lo mejor que hay en el mercado, entre todos rondamos lo 70 personajes y entre todos hemos creado una maquinaria de relojería para construir un espectáculo trepidante, dando lo mejor que podíamos.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?…
En teatro he participado en el espectáculo “Lear” de Abao teatro, que se estrenó en el Festival de Almagro del pasado año, es un espectáculo muy especial, donde he tenido ocasión de dar vida a una de las malvadas hijas del Rey Lear.
En cine formo parte del elenco de “Carmina y Amén” de Paco León, un gustazo.
También he rodado un par de cortos y lo que ha ido surgiendo…
¿Qué proyectos tienes entre manos?…
Estoy en mitad de los ensayos de un espectáculo producido por Histrión teatro ( una de las compañías más interesantes a día de hoy en Andalucía) llamado “Desmontando a Isabel”, sobre Isabel la Católica. Con los estupendos textos de Luis Felipe Blasco y la magnífica dirección de Julio Fraga. Todo ello bien arropado por una música emocionante (de Depipió y Viana), escenografía y demás elementos cuidados hasta el detalle.
Es la primera vez que estoy sola en escena y me impone el hecho, aunque me siento muy bien acompañada por el resto de compañeros del proyecto. Está siendo toda una experiencia, hay mucha ilusión en el equipo y esperamos lograr que esta ilusión se traduzca en calidad para el espectáculo.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Si hace unos años me hubieran contado que un gobierno tomaría una medida de este tipo para la cultura de su país, no lo habría creído. No tiene sentido ni desde el punto de vista práctico (la cultura en España representa casi el 4% del PIB) ni moral, ya que condenas al sector en una época de profunda crisis.
Hay pocos ayuntamientos que se atreven a programar si no eres alguien muy conocido. Prefieren gastarse el presupuesto para cultura de un año entero en un espectáculo o concierto de alguien famoso, antes que hacer la programación con muchos espectáculos de teatro independiente de gente que no conoce ni Perry.
El mercado se ha hundido y lo que nos queda es la imaginación; teatro mínimo, micro-teatro, actuaciones en el salón de casas particulares, pay after-show…lo bueno de esto es que la inventiva se ha disparado, la parte negativa es que este tipo de economía sumergida tiene un futuro incierto, sobre todo para los artistas…
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
De danza he visto un espectáculo llamado “Hora de cierre” de Isabel Vázquez, dirigido por Paloma Díaz que me pareció precioso. Me interesó por el tema que toca; la madurez de una bailarina que ha dedicado su vida a la danza y como a pesar de su experiencia y talento tiene que echarse a un lado. Está contado de manera muy directa y bella.
¿Alguna sugerencia para seguir creando y haciendo teatro en tiempos de crisis?…
Se me da fatal dar consejos, no los tengo ni para mi misma. Creo que cada cual es conocedor en mayor o menor medida del medio en el que se mueve…lo que yo hago es sumergirme en cada proyecto al 100%, no sabría hacerlo de otra manera….pero ya te digo que para cada cual será de una forma diferente…
¿Cómo es la realidad teatral en Sevilla?…
Hace veinte años Sevilla era un hervidero de compañías independientes, nuevas y potentes, que se vieron apoyadas por la administración y que tejieron una red teatral de la que muchos nos hemos nutrido. Hoy en día han desaparecido la mayor parte de los apoyos y con ellos muchas de esas compañías. El problema está en que no se creó un mercado real, con público motivado y acostumbrado al teatro independiente, se han intentado varias estrategias para conseguirlo, pero de momento no hay grandes resultados. De todas maneras, la cultura debe ser apoyada desde las instituciones siempre, somos un sector muy vulnerable y que sin embargo aporta mucho a la sociedad.
En la actualidad, entre la crisis, el IVA y la falta de apoyos, es la imaginación la que nos mueve. Hay muchos buenos profesionales buscándose la vida como pueden. Pero sin un apoyo institucional más fuerte es difícil sostener nuestra industria.
Es cierto que el cine ha encontrado en nuestra ciudad un lugar estupendo para rodar películas en un marco ”incomparable”, con un clima estupendo, con muchos profesionales disponibles para lo que haga falta y muy asequible a nivel económico…
Sin embargo el teatro independiente está machacado en esta ciudad, se han eliminado la mayor parte de las ayudas a nuestro sector, se promueven concursos en los que se busca talentos ocultos entre los aficionados a las artes, mientras se niega el apoyo a los profesionales de la ciudad…
Así que esto es una guerra de guerrillas donde los profesionales estamos como el hombre orquesta; tocando todos los palos para sobrevivir…
El buscón con dirección y versión libre de Alfonso Zurro para el Teatro Clásico de Sevilla
Llevar a escena una gran novela y más si es de dominio popular, es un gran riesgo. Siempre habrá quien piense que es demasiado corta la adaptación o demasiado larga…O que tiene pasajes flojos y se omiten los interesantes, etc, etc, etc… Si tuviéramos en cuenta esta premisa, nunca se habrían visto escenificados algunos relatos o historias que no nacieron para el teatro. Dicho esto, en el programa de mano no se engaña a nadie, se deja bien claro que es una versión libre del también director de la pieza escénica, Alfonso Zurro; un hombre de teatro con muchos textos escritos y muchas puestas en escena realizadas…Últimamente se ha publicado un delicioso volumen que contiene cien mini piezas escénicas para ascensor. Hago este preámbulo porque lo que está claro es que no le falta oficio ni a él ni a los colaboradores e intérpretes de la función. La escenografía evoca una tienda de ropa de segunda mano que permite que los actores se pierdan en el laberinto de casacas y chaquetas para surgir de nuevo de él convertidos en otro personaje. Son siete actores que se multiplican en un buen número de seres que deambulan por el escenario, solo el buscón es interpretado todo el tiempo por el mismo actor aunque cambia de aspecto según esté situada la acción en una época u otra. Alfonso Zurro plantea un tránsito vertiginoso entre uno y otro relato, todo ocurre a ritmo ágil y a vista del público. Pero el gran hallazgo está en el juego temporal que se establece, a veces la peripecia ocurre en el pasado, otras en el presente y en algunas ocasiones, vemos a personajes de otro tiempo dialogando con gente de hoy; sin duda, un guiño dramático con el que nos hacen pensar que, desgraciadamente, poco ha cambiado en la manera de ser de los pobladores de este país…A fin de cuentas…O pisas o te pisan.
Las representaciones se llevan a cabo en un espacio singular: Espacio Santa Clara de Sevilla donde un bello patio acoge la función, tal vez hubiera sido interesante que la dotación técnica del lugar fuese más potente. En el hall se puede disfrutar de una estupenda exposición: Todas las circunstancias son el marco de Julio López Hernández, a partir de los trabajos previos para el monumento a Antonio Machado.
Adolfo Simón
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