Aitana Galán nos habla de su comprometida visión con la escena.
¿Cómo fueron tus inicios en el teatro?…¿Realizaste otras facetas además de la dirección?…
Hice mucho teatro como actriz, de niña, en compañías de teatro aficionado; y de adolescente en el instituto. En mi familia, casi todos profesores, nadie se había dedicado nunca al espectáculo, pero ese encuentro casual que tuve de pequeña con el escenario me cambió la perspectiva de la vida: Existía un espacio donde todo estaba permitido y donde se podía ir más allá de las absurdas y aburridas convenciones sociales…. y encima te aplaudían… A los 15 años empecé a formarme profesionalmente. Di clase con mucha gente, hice muchos cursos, pero mi maestra fue Cristina Rota, con la que estudié cuatro años y a la que le debo también mi formación en tai-chi, danza, acrobacia, voz… (allí te conocí a ti, en clase de contact-dance, con Bellusci ¿te acuerdas?)…Trabajaba en su escuela y a cambio podía asistir a todas las clases y a todas las asignaturas de todos los profesores. Siempre se lo agradeceré, porque, como sabes, las clases son caras y en ese momento (y supongo que en este) yo no habría podido acceder a tener una formación tan completa si hubiera tenido que pagarla. Empecé a escribir y dirigir muy joven, a los 23 años, cuando terminé la escuela y, poco después, me puse a estudiar dramaturgia en Roma y dirección, más tarde, en la RESAD de Madrid. Creo que en el teatro he hecho de todo: actriz, ayudante de dirección, producción, espacio sonoro, dramaturgia, coordinaciones, dirección… y muchas de estas actividades las sigo alternando.
¿Tu trabajo en el teatro lo has compatibilizado con otros cometidos?…Háblanos de ello…
Estudiaba interpretación y, a la vez, Periodismo y Filología en la Complutense y, como tantos de mi generación, he sobrevivido a base de trabajos basura: he sido encuestadora, camarera, payaso, go-gó, animadora, profesora particular… Periodismo y Filología se fueron quedando por el camino a medida que conseguía trabajos remunerados en el ámbito teatral. A partir de los 26 o 27 años más o menos comienzo a vivir exclusivamente del teatro, ya sea como actriz, como directora, como profesora, como ayudante… No descubro nada nuevo si digo que esta es una profesión inestable y que no siempre se corresponde un “éxito” en un escenario con lo que verdaderamente te da de comer… Paralelamente a la dirección escénica y la dramaturgia he desarrollado la docencia, que es una actividad que no creo que abandone nunca, la producción (necesaria para poner en marcha proyectos por los que otros no van a apostar) y la… no me gusta la palabra, pero no encuentro otra, “gestión”… En este sentido, mi último trabajo ha sido como Coordinadora Artística del CDN, una experiencia muy interesante y enriquecedora que no prolongué más porque despertaba suspicacias el hecho de que además fuese directora y estuviese en activo. Decidí marcharme y apostar por mi trabajo artístico, al que, por otro lado, nunca dije que fuera a renunciar.
¿Qué balance harías sobre tu trayectoria?…
Me siento una privilegiada por trabajar en esto y por haberlo hecho desde una sana, y a veces castigada, independencia. He ido de aquí para allá; he colaborado con un montón de gente, he dirigido en compañías distintas, en el ámbito institucional, alternativo y en la privada, he participado en proyectos estupendos y en otros estrafalarios… Y me he mantenido al margen de los grupos muy cerrados, de los gurús, de los clubs de amigos o de los clanes… Esto me ha dado perspectiva y libertad de acción, por un lado, y por otro ha despertado antipatías… Qué le vamos a hacer… En estos 20 años he aprendido a sobrevivir a las críticas y a la indiferencia de un sector muy cerrado y extrañamente conservador. También he aprendido que muchos de los males que aquejan a la profesión se los ocasiona ella misma y que hasta que no haya una necesidad de cambio y autocrítica seria… esto es lo que hay y lo que va a seguir habiendo.
¿Cómo surgen las ideas y los proyectos en los que te embarcas?¿Qué te anima a participar en ellos?…
Sean propios o ajenos necesito que algo me enganche con la realidad social, política, estética, emocional o sensorial que estemos viviendo. Trato de ser honesta conmigo y si un proyecto no lo veo claro, no lo hago. Esto no garantiza quizá conectar con una mayoría, pero sí me conecta conmigo y tal vez con otros que, como yo, no comparten las corrientes estético-ideológicas alabadas normalmente por los medios.
¿Ha sido importante tener unos colaboradores habituales en los equipos artísticos y técnicos?…
Es fundamental contar con equipos cómplices. La creación exige riesgo, libertad y permiso para poder equivocarse y eso no se puede hacer en un entorno hostil, que te juzga, o al que “tienes que demostrar” algo. La afinidad estética también es necesaria, porque muchas veces la falta de comunicación se debe a que estás en las Antípodas del otro… Yo he crecido mucho, por ejemplo, teniendo cerca a Raymond, que es un maestro del espacio y de la profesión y tiene un gusto exquisito… Seguramente no trabajaría de la misma manera si no hubiera contado con su colaboración tantas veces.
¿Cómo surge tu participación en Sobre algunas especies en vías de extinción?…
Ernesto Caballero me propuso que realizara esta dirección y dije que sí, sin dudarlo. Había leído todo el teatro de Morales y esta pieza en concreto me interesaba mucho: es rara, inquietante… es una obra de final de vida y se nota. Y dirigir en el Centro Dramático… qué quieres que te diga… es una oportunidad que no ocurre todos los días, si ocurre alguno… Le agradezco mucho a Ernesto este voto de confianza.
¿Cuál ha sido tu planteamiento de puesta en escena?…
En el proceso previo a los ensayos y a la selección del equipo, recordaba una y otra vez una frase del texto: “…el fallecimiento de todos y de todas los que componen, componemos, el coro lamentable de la sufrida humanidad”. En estas líneas descubrí que tenía que crear un coro y que tenía que hablar, con ironía, de “la sufrida humanidad”. Decidí desde el principio incorporar música en directo (el autor define la obra como una “cantiga”) y proyecciones, porque el texto habla, entre otras cosas, de un mundo que es la imagen de sí mismo. Morales es un autor difícil de clasificar, pero no hay duda de que es irreverente, subversivo y tiene mucho sentido del humor… qué mejor manera que construir la puesta en escena como si se tratara de un “Cabaret Metafísico”. He tratado de ser fiel a los postulados ideológicos y artísticos del autor a través de una estética contemporánea.
¿Cómo ha sido el trabajo con los actores y el resto del equipo artístico?…
Intenso, exigente, estimulante… El proyecto se enmarcaba dentro del Laboratorio Rivas Cherif lo que nos posibilitaba y exigía asumir riesgos artísticos y desafíos escénicos. Los planteamientos estéticos se fundamentaron en la creación de un universo apocalíptico, post-punk, con referentes en Blade Runner o Mad Max. Y con los actores hemos viajado desde el expresionismo alemán hasta el tratamiento de la palabra tomando referentes no habituales como Albert Pla, los Polipoètics, Sid Viciux, o El Noi del Sucre, entre otros: queríamos trabajar una palabra con intención, elaborada y nada casual o ingenua. Ha sido un trabajo apasionante, arriesgado y siempre en el filo. Al tratarse de una producción del Laboratorio no he contado con muchos de mis colaboradores habituales. El proceso de selección de los actores se hizo a través de audiciones (intensas) y el equipo artístico procede también de los creadores del Laboratorio. Ha sido una experiencia fantástica porque hemos hecho un trabajo de compañía pero con las condiciones de un Centro Dramático Nacional y eso, que no debería ser tan raro, es algo inusual todavía en este país. Estoy muy contenta, pero mucho: hemos vivido un encuentro artístico y humano que, probablemente, no quedará reducido sólo a este espectáculo.
¿En qué proyectos has participado durante el último año?…
Dirigí una lectura dramatizada para el Instituto Goethe, “El niño que vuela”, de Roland Schimmelpfennig, un autor interesantísimo que me gustaría ver en los escenarios madrileños; hice la coordinación y asesoría de “Haz clic aquí” el “Escritos en la Escena” de José Padilla para el CDN; he estado escribiendo y poniendo en marcha una compañía de teatro, “La Radical”, con la que voy a estrenar, entre otras cosas, “Las neurosis sexuales de nuestros padres”, de Lukas Bärfuss y “El mal de la piedra”, de Blanca Doménech. También he impulsado, con otros compañeros, La Liga de las Artes, un colectivo de profesionales, empeñados en recuperar el uso y buen uso de los espacios públicos.
¿Cómo crees que están afectando los recortes y el aumento del I.V.A. a los proyectos de teatro?…
Que nadie se lleve a engaño: los recortes están afectando fundamentalmente a los creadores y a las empresas pequeñas e independientes. La gran mole administrativa, que más que administrar parece pensada para ahogar y sofocar la creación, continúa casi intacta. De “la cultura” viven, y siguen viviendo, políticos, cargos, altos cargos, programadores, funcionarios, vividores, periodistas, empresarios de la construcción o de la hostelería…. La mayoría de los creadores y profesionales del sector, no: viven, vivimos, muy mal.
Los recortes han hecho visibles las carencias estructurales del tejido teatral español. Antes había más dinero y se disimulaba o se callaban más bocas, pero las cosas nunca han estado bien. En España sigue vigente un modelo cultural franquista: clientelismo, amiguismo, sectarismo… y detrás de las mínimas estructuras creadas en la transición subyace un pensamiento arcaico que desprecia al creador (si no es famoso) y lo considera un muerto de hambre que vive del cuento, al que hay que dar algo de dinero como el que da una limosna. Así, la relación entre profesionales y administraciones será siempre difícil.
¿Qué montaje que hayas visto últimamente, te ha interesado?¿Por qué?…
Todos los del ciclo “Una Mirada al Mundo”, en especial “Julia” de la brasileña Christiane Jatahy: atrevido, comprometido, formalmente deslumbrante. Me lo pasé muy bien también con “Manifestaciò” de Albert Pla y con lo último que he visto, “La corrupción al alcance de todos”, donde Víctor Velasco ha hecho una apuesta formal arriesgada y muy bien resuelta.
¿Alguna sugerencia para seguir creando y haciendo teatro en tiempos de crisis?…
Artísticamente hay que seguir haciendo buenos espectáculos, el problema es cómo. Desde mi punto de vista necesitamos espacios grandes que nos permitan establecer otra relación con el público y que posibiliten el poder vivir realmente de la taquilla. Estos espacios existen, son públicos y están cerrados o en desuso. Mi opción es la de ocuparlos, programarlos y defenderlos como espacios de bien común. Creo que debemos recordar que a nosotros no nos pagan ni la administración ni los programadores. Nuestros salarios provienen del dinero de los ciudadanos, ya sea a través de las entradas que compran o de sus impuestos, y es con ellos con los que tenemos que ser responsables. Hemos convertido a los intermediarios en los reyes de la fiesta y a los profesionales, en los camareros. Y deberíamos darle la vuelta a esta situación no aceptando la infinidad de condiciones, incompatibles con el teatro, que impone muchas veces la administración.
Si esta postura parece demasiado radical siempre se puede seguir haciendo lo que hemos hecho hasta ahora… invierte tu dinero, trabaja en salas reducidas, no cobres o arruínate, llora o seduce al programador, aguanta y calla y, si algún día te va bien, “pilla lo que puedas y que te quiten lo bailao”.
Una tercera opción es irse del país. Muchos lo están haciendo y, lamentablemente, creo que algunos son de los mejores que tenemos.
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1 de mayo de 2014 | Categorías: ENTREVISTAS | Tags: Aitana Galán, Albert Pla, “El mal de la piedra”, “El niño que vuela”, “Haz clic aquí”, “La Radical”, “Las neurosis sexuales de nuestros padres”, “Manifestaciò”, Blade Runner, Blanca Doménech, centro dramatico nacional, Christiane Jatahy, Coordinadora Artística del CDN, Cristina Rota, El Noi del Sucre, ERNESTO CABALLERO, Escritos en la Escena, Instituto Goethe, José Padilla, Julia, La corrupción al alcance de todos, La Liga de las Artes, Laboratorio Rivas Cherif, los Polipoètics, Lukas Bärfuss, Mad Max., RESAD, Roland Schimmelpfennig, Sid Viciux, Sobre algunas especies en vías de extinción, Una mirada al mundo, Víctor Velasco | Deja un comentario
Sobre algunas especies en vías de extinción dentro del Ciclo José Ricardo Morales en el CDN
El Ciclo José Ricardo Morales forma parte de la línea de programación del CDN que recorre el teatro español más relevante de los últimos cien años. José Ricardo Morales es un destacado dramaturgo que se vio obligado a abandonar nuestro país en 1939, al término de la Guerra Civil. Se instaló en Chile donde ha escrito y publicado la mayor parte de su amplísima producción. Dentro de este marco conmemorativo, se presenta un segundo programa: Sobre algunas especies en vías de extinción, dirigido en esta ocasión por Aitana Galán. Es un texto abierto en el que se va describiendo paso a paso el funeral de algo o alguien que ha debido ser muy importante, poco a poco vamos descubriendo que el muerto es el teatro y su función social, al final, el féretro está vacío y no sabemos si es porque se ha salvado el insigne fenecido o porque alguien ha robado la reliquia. Desde la dirección se plantea un funeral esperpéntico en el que varios personajes van mostrando la teatralidad y el absurdo de las situaciones planteadas. La poética de la puesta en escena está enfocada para mostrar la rabia que en estos momentos amordaza la sociedad que vivimos, situando de este modo la acción en un lugar y momento concreto. En las dos propuestas vistas hasta ahora de este autor descubrimos una escritura abstracta e intimista, fruto tal vez del exilio que ha vivido.
Adolfo Simón
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28 de abril de 2014 | Categorías: CRÍTICAS, TEATRO | Tags: Aitana Galán, cdn, Ciclo José Ricardo Morales, Sobre algunas especies en vías de extinción | Deja un comentario
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