«Cuando deje de llover» de Andrew Bovell en Matadero Madrid.

Se dice que la vida son dos días… pero en ese pequeño transcurrir pueden suceder muchas cosas, cosas importantes o simplemente anecdóticas aunque para nosotros pueden tener gran trascendencia. Andrew Bovell nos sitúa en dos espacios temporales diferentes para hablar de cuatro generaciones que han transitado por esas pequeñas anécdotas repitiéndose generación tras generación y que imprimen ritmo a nuestras vidas y a su dramaturgia: pintar una casa, comer esa sopa de pescado deliciosa,… todo un pretexto para hablar de temas trascendentales como la culpa, el arrepentimiento, el amor, el tempus fugit, el cambio climático o las creencias personales que modifican nuestra existencia…
«Cuando deje de llover» ha sido montada, muy acertadamente por Julián Fuentes Reta, en cuatro espacios correspondientes a las esquinas de una disposición «en arena» y que hace rotar a las cuatro generaciones que aparecen en la obra, dando el protagonismo justo a cada personaje para crear una obra coral en la que lo que importa son las ideas que expresan cada uno de ellos a través del pretexto de una creencia en una profecía: el nuevo diluvio que acabará con la especie humana.
Bovell crea una obra maestra en la que va componiendo el cuerpo de un vestido con retales temporales, sin conexión aparente hasta que todos aparecen pespunteados y compuestos en un traje perfectamente confeccionado para que el espectador espere paciente o impacientemente a probárselo. Ésto hace que se mantenga la atención constantemente sobre la escena, tratano de hilar cada retazo del patrón hasta que se consigue entrever la factura final. toda una obra de composición digna del mejor de los sastres y dramaturgos.
Luis Mª García Grande.
Pilar Gómez nos habla sus experiencias como actriz
¿Cómo surge el proyecto Mejorcita de lo mío?…¿Qué evolución ha tenido durante el tiempo que lo llevas representando?…
El proyecto surge de una inquietud personal, de una pregunta que me hacía a mí misma sobre mi profesión. Ya me sentía capaz de ponerme al servicio de lo que un director quería contar con un determinado texto, pero tenía ganas de descubrir qué contaría si fuera yo la que contara y con qué lenguaje. Yo me formé en una escuela (Instituto de Teatro de Sevilla. CAT) donde se potenciaba mucho el actor como creador y después de unos años trabajando profesionalmente, tenía ganas de investigar un poco en esta línea. Y Tenía también una necesidad de contar cosas, aunque lo que tenía era un batuburrillo sin mucha forma. De ahí que el encuentro con Fernando fuese fundamental, tanto como motor, como en la aportación de ideas, como para darles forma, como para compartir y descubrir desde donde queríamos hablar.
La evolución del espectáculo ha sido la natural de asentarse y coger firmeza. A base de hacer, cada vez he encontrado más comodidad en algunas zonas del show, otras han crecido y han mejorado y otras van y vienen, las encuentro y las desencuentro. Lo mejor de este espéctaculo es que la estructura funciona tan bien (y eso es labor de direccion sin duda) que incluso cuando estoy más “desencontrada” funciona.
¿Hubo ocasión durante el proceso para que aportases ideas en la dramaturgia y la puesta en escena?…
Claaaaaaaro!! El proceso entero fue aportar ideas y traducirlas a lenguaje del escenario. Este es un proceso en el que se escribe desde el escenario. El actor improvisa sobre una idea y de ahí se rescata lo más interesante y se sigue trabajando, así poco a poco se va creando el texto y la estructura. Y con la puesta en escena igual, un intercambio de ideas entre Fernando y yo. Por eso subtitulamos el espectáculo como “una conversación de Fernando Soto y Pilar Gómez”, porque el proceso lo fue. Y ha sido uno de los procesos más fluidos y bonitos hasta ahora en mi trayectoria profesional.
¿Hay algún referente técnico o artístico del que has partido para crear este trabajo?…
Muchos. Recuerdo que tuve un momento en que no paraba de ver monólogos. Me sirvieron como referentes un monólogo que hizo Marta Belenguer que no recuerdo el título, por su forma de estar en el escenario y lo directo y sencillo de su lenguaje. También recuerdo a Esteve y Ponce por el ingenio y la plasticidad, a Cristina Medina y su Solala como clown, que para mí es un lenguaje fundamental del actor… y me ayudaron mucho cursos como el de Guillermo Weickert y el de Will Keen, donde descubrí perlitas que se incluyeron en Mejorcita.
¿Cómo fue el proceso de creación durante los ensayos?…¿Ha habido cambios durante las funciones?…
Creo que te lo he contestado entre la primera y la segunda pregunta. Ha habido cambios en las funciones en cuanto a que la obra ha rodado mucho y ha ganado y crecido, pero en general es el texto con el que empezamos y es un texto fijo que admite alguna zona de improvisación puntual, pero es simempre el mismo texto y estructura.
¿Qué balance haces de tus últimos trabajos como actriz en teatro?…
Con Mejorcita llevamos seis años y para mí ha supuesto, sobre todo mi madurez profesional, que no es poco. Durante estos seis años sólo ha parado un año y medio por mi maternidad. En estos seis años me he enfrentado a otros proyectos como María Estuardo dirigida por Pedro Alvárez Ossorio y Nuestra Señora de las Nubes dirigida por Balbino Lacosta. En general, me gustaría trabajar con más fluidez en otros proyectos y conocer más formas de trabajo con otros directores pero el tiempo dirá.
¿Cómo preparas los personajes?…¿Usas algún método?…
Pues cada trabajo requiere de algo distinto. Yo no aspiro a tener un método cerrado que resuelva mi forma trabajar o de enfrentar un personaje, no lo necesito, prefiero estar abierta e ir sumando lo que sienta que voy encontarndo y que me vale. En general podría decir que para mí el 90% de esta profesión se resuelve teniendo ganas de jugar a eso que se propone en el escenario. Pero jugar DE VERDAD. No soy muy usuaria de los métodos psicologistas, me parecen poco útiles en escena, prefiero estar atenta y con muchas ganas de comunicar aunque sí considero que un actor debe conocerse y saber poner en uso sus recursos puesto que somos nuestro propio instrumento.
¿Qué función crees que ha de tener hoy el teatro para la sociedad en la que vivimos?…
Pues no sé si tiene una sola. Creo que tiene muchas. Para mí cumple la función de compartir y comunicar experiencias o historias, la de conmover (mover en algún sentido) al espectador, la de encontrarnos en directo para CONTAR. Pero creo que también tiene una función muy necesaria de entretenimiento y evasión, y de ser capaz de remover y hacer reflexionar a la gente (desde lo más personal a lo más político). Creo que todo cabe en el teatro y eso lo hace grande.
¿Crees que afectará mucho la subida del I.V.A. y los recortes al teatro?…
Ya ha afectado. Una pena y un dolor. Supondrá un desastre para el teatro de pequeño formato, ese que no puede cobrar una entrada de 25 euros. Se seguirá haciendo porque esta profesión es una pasión pero no podremos comer de nuestro trabajo que es lo que dignifica nuestra profesión, entre otras cosas. Pero es un tipo de teatro donde los políticos obtiene pocos titulares y se pueden poner pocas medallas así que… interesa poco. Pero vivo seguirá. Sólo que con más hambre.
¿Qué obra has visto últimamente que te haya interesado?¿Por qué?…
No veo demasiado teatro últimamente porque o lo estoy haciendo yo, o esa hora es un lío para mí con una hija pequeña. Me interesa mucho Alfrezo Sanzol y lo que cuenta y cómo lo cuenta, su sentido de la estética en el escenario y su poética. Me interesó especialmente “Delicades” que dirigió para una compañía catalana y “Sí, pero no lo soy”. Hace ya un tiempo…“La Omisión de la familia Coleman” me fascinó.
¿Proyectos?…
Ahí estamos, intentando sacar algo nuevo con Ignacio Mateos y dirigido por Chiqui Carabante, pero estamos tan en el principio que no sé si mejor ni nombrarlo para que salga.
Debe estar conectado para enviar un comentario.